La energ¨ªa americana y la apat¨ªa espa?ola
Un gent¨ªo enorme segu¨ªa con atenci¨®n y respeto una discusi¨®n sobre la lengua espa?ola, y de pronto, cuando el panel dio la voz al foro, se alzaron 72 manos pidiendo intervenir. Pas¨® aqu¨ª, en el Congreso de Cartagena, que ha superado todas las expectativas (7.500 participantes frente a los 2.500 previstos).
Para asistir a la coronaci¨®n de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez pagaron su entrada (casi 20 euros) 6.000 personas, y para escuchar a Carlos Vives se junt¨® una cifra similar, la mitad de la cual se qued¨® en la calle. Antonio Mu?oz Molina fue convocado a hablar en una cancha de baloncesto, sobre los libros que ley¨® de chico, y le escucharon, sentados en el suelo, m¨¢s de 1.000 muchachos embebidos.
Ayer por la ma?ana, un gent¨ªo similar a¨²n m¨¢s grande, se despert¨® escuchando una conferencia abstrusa sobre las comunicaciones telef¨®nicas, pero ah¨ª se mantuvo, como si esperara una sorpresa. Cuando les preguntan a los que han venido aqu¨ª qu¨¦ les sorprende, lo dicen: "La energ¨ªa". Anteanoche lo se?alaba Juan Luis Cebri¨¢n hablando con Daniel Samper: "De este Congreso, la energ¨ªa, y el homenaje a Gabo". Lo dijo Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, lo afirm¨® De la Concha, lo explicaron los acad¨¦micos y tambi¨¦n los enviados especiales, lo dijo el Rey, y del Rey abajo todos. Y lo corrobor¨® Mu?oz Molina: "Cu¨¢nta gente para todo, y qu¨¦ alegr¨ªa te dan".
Pero a los latinoamericanos esa energ¨ªa no les asombra. Es como un barbecho que espera cualquier semilla: se vio en Medell¨ªn y se ve ahora en Cartagena. Gelman ha intervenido aqu¨ª como si fuera una estrella de cine. En Buenos Aires pasa, y pasa en Montevideo. Para reunir gent¨ªos as¨ª en Espa?a tienes que tocar el tambor o usar un im¨¢n. Aqu¨ª im¨¢n es todo, ?hasta los tostones m¨¢s insoportables! Por hablar de s¨ªmbolos hirientes, Espa?a preserva la obligaci¨®n (europea) del visado para los colombianos y est¨¢ a punto de hacer lo mismo con Bolivia.
Esta energ¨ªa, dicen los que est¨¢n aqu¨ª y tienen experiencia del momento que se vive desde hace a?os, es similar a la que en los sesenta acompa?¨® al nacimiento del auge latinoamericano; lo dec¨ªa el cr¨ªtico Julio Ortega, que fue testigo de ese nacimiento: la energ¨ªa americana convierte en ap¨¢tica, o en aparentemente ap¨¢tica, cualquier respuesta espa?ola ante hechos como los que aqu¨ª convierten a la masa en una esponja que s¨®lo tiene ojos y o¨ªdos. Y un calor extraordinario que se erige en el s¨ªmbolo de una actitud que a nosotros se nos hace envidiable. Espa?a har¨ªa bien en pensar que su manera de ser con Am¨¦rica debe dejar de ser de puro comercio; aqu¨ª est¨¢n echando a volar. S¨®lo hacen falta ojos para verlo.
Babelia
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