Bach, como en un espejo
Marc Minkowski se enfrent¨® a la sublime -como dec¨ªa Carpentier- misa cat¨®lica de Bach de una manera que poco tiene que ver con la tradici¨®n llam¨¦mosla alemana, y mucho menos con una visi¨®n rom¨¢ntica, como se ha hecho -y muy bien, por cierto- en tantas ocasiones. Minkowski redujo el coro a 10 personas -con figuras de la categor¨ªa de la contralto Nathalie Stutzmann o el contratenor Philippe Jaroussky- y utiliz¨® una orquesta de instrumentos de ¨¦poca cuyos efectivos no pasaban de 25. Era una apuesta de alto riesgo pues cualquier error iba a quedar al descubierto, y tambi¨¦n era una proposici¨®n que no iba en la direcci¨®n conceptual y de sonoridad a la que el p¨²blico est¨¢ m¨¢s habituado. Por decirlo de alguna manera gr¨¢fica, se insist¨ªa en el dibujo, en la ligereza del trazo, en la matizaci¨®n fina y se prescind¨ªa del canto como expresi¨®n colectiva de solidaridad y consuelo. Los tiempos eran vivos y en los juegos de contrastes din¨¢micos se enfatizaba m¨¢s la resurrecci¨®n que la muerte, la vitalidad que el drama, la esperanza que el dolor.
Misa en Si menor BWV 232
De Bach. Director: Marc Minkowski. Ciclo de Juventudes Musicales de Madrid. Con la colaboraci¨®n de EL PA?S. Auditorio Nacional. Madrid, 28 de marzo.
Sin embargo, la emoci¨®n lleg¨®. Por la m¨²sica, desde luego, pero tambi¨¦n por la osad¨ªa y el perfeccionismo de los int¨¦rpretes, con un Minkowski que volvi¨® a demostrar la modernidad de sus planteamientos. Fue, perm¨ªtanme la boutade, un Bach cat¨®lico a lo protestante, sin grandilocuencia, pero con una extra?a sinceridad en su sencillez. El ¨¦xito, como pueden imaginar, fue apote¨®sico.
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