?Y si consult¨¢semos a los europeos?
"Tratado por el que se establece una Constituci¨®n para Europa". ?ste era el ambicioso t¨ªtulo con el que la Convenci¨®n presidida por Val¨¦ry Giscard d'Estaing presentaba el resultado de su trabajo. Aquel tratado se firm¨® el 29 de octubre de 2004 en Roma y, m¨¢s tarde, fue sometido a los diferentes procesos de ratificaci¨®n nacional. El resto es bien conocido: los resultados negativos de los refer¨¦ndums en Francia y los Pa¨ªses Bajos llevaron a las autoridades europeas a decretar un "periodo de reflexi¨®n" que ahora toca a su fin. Desde enero de 2007, la presidencia alemana de la UE no escatima esfuerzos para sacar a Europa de la crisis y para definir un gui¨®n que le permita dotarse de un marco institucional que garantice el progreso de la integraci¨®n. En los umbrales del siglo XXI, la prolongaci¨®n de los 50 a?os de ¨¦xito de la construcci¨®n europea pasa por una reformulaci¨®n del proyecto com¨²n. El Consejo, la Comisi¨®n y el Parlamento Europeo anuncian sendas decisiones para los pr¨®ximos meses. Est¨¢ prevista tambi¨¦n la convocatoria de una Conferencia Intergubernamental (CIG), cuyo punto de partida, seg¨²n todo parece indicar, ser¨¢ un doble consenso en torno al tratado de 2004 como base de trabajo y a la necesidad de llegar a las conclusiones antes de las pr¨®ximas elecciones al Parlamento Europeo, en mayo de 2009. Hay que se?alar, no obstante, que la CIG se enfrentar¨¢ a la cuadratura del c¨ªrculo: ?c¨®mo conciliar el hecho de que 18 pa¨ªses miembros ya hayan ratificado el tratado, dos lo hayan rechazado y siete sigan dudando al respecto?
Estamos firmemente convencidos de que en esta coyuntura hay que dar la palabra a todos los ciudadanos europeos, y no s¨®lo a los que pudieron expresarse en refer¨¦ndum. Con este objetivo, proponemos que se organice una gran consulta simult¨¢nea en todos los pa¨ªses de la Uni¨®n. Tal consulta no reemplazar¨ªa el proceso de ratificaci¨®n, sino que vendr¨ªa a ser una contribuci¨®n a ¨¦ste, pues proporcionar¨ªa a las instancias de la UE que deben tomar las decisiones una informaci¨®n crucial, una imagen m¨¢s precisa de las aspiraciones y la voluntad de sus ciudadanos. La consulta no ser¨ªa vinculante, pero sus resultados constituir¨ªan una valios¨ªsima orientaci¨®n pol¨ªtica. De esta forma, incluso los pa¨ªses que no tienen costumbre, o carecen del marco jur¨ªdico apropiado para proceder a un refer¨¦ndum vinculante, podr¨ªan participar.
Aunque no ser¨ªa un refer¨¦ndum en el sentido constitucional del t¨¦rmino, estar¨ªa lejos de ser un simple sondeo de opini¨®n p¨²blica, pues conceder¨ªa al ciudadano un papel central en el proceso pol¨ªtico en curso, reforzando la transparencia del proceso constitucional y reduciendo el "d¨¦ficit democr¨¢tico" en la UE. Estamos convencidos de que ese d¨¦ficit no concierne a las instituciones europeas, que son democr¨¢ticas y leg¨ªtimas, pero s¨ª a la inc¨®moda y a veces ignorada posici¨®n del ciudadano en este escenario pol¨ªtico. No hay que dudar en recurrir a pr¨¢cticas que refuercen la autoconsciencia del ciudadano europeo, la conciencia de tener derechos y obligaciones que no se limitan al marco nacional, sino que se extienden a toda la Comunidad. Demasiado a menudo, los debates sobre Europa encuentran dificultades para trascender el ¨¢mbito nacional. Una consulta de estas caracter¨ªsticas permitir¨ªa cotejar cada escena pol¨ªtica nacional con las otras 26 que componen el espacio p¨²blico europeo. Ning¨²n resultado podr¨ªa entonces leerse ni interpretarse ¨²nicamente en clave nacional.
La idea es, claro est¨¢, acercar el debate sobre el futuro de Europa a la calle, a los caf¨¦s y a las familias. Impulsar una toma de conciencia a escala europea de que lo que est¨¢ en juego es la forma de la UE durante las pr¨®ximas d¨¦cadas. No se trata de plantear una pregunta general sobre la aprobaci¨®n del tratado, lo que entrar¨ªa dentro de la l¨®gica del refer¨¦ndum, sino un cuestionario lo m¨¢s concreto e inteligible posible sobre la esencia de las reformas que se barajan. Este cuestionario deber¨ªa pues abordar problemas relacionados con la dimensi¨®n pol¨ªtica de la UE y con la eficacia de su funcionamiento: bastar¨ªa con tres o cuatro preguntas centradas en la pol¨ªtica exterior com¨²n, el establecimiento de una defensa europea, la pol¨ªtica com¨²n sobre seguridad energ¨¦tica, etc¨¦tera. De esta forma, podr¨ªamos cerrar el "periodo de reflexi¨®n" abierto tras los refer¨¦ndums en Francia y los Pa¨ªses Bajos, pues es evidente que aquella llamada a la reflexi¨®n no iba dirigida a las instituciones, sino a los ciudadanos. Los partidos pol¨ªticos europeos desempe?ar¨ªan entonces el papel que por definici¨®n les corresponde y los partidos nacionales, tan t¨ªmidos en lo que se refiere a los asuntos europeos -que a menudo crean confusi¨®n en sus filas-, se ver¨ªan obligados a abrir un debate con sus militantes y electores sobre estas cuestiones.
Para que tal iniciativa pudiera llevarse a cabo, ser¨ªa necesario que el Parlamento Europeo se implicase plenamente, as¨ª como los Parlamentos nacionales de los pa¨ªses miembros, y actuara en colaboraci¨®n con el Consejo y la Comisi¨®n. La experiencia demuestra que es posible consultar al mismo tiempo, y sobre los mismos temas, a todo el cuerpo electoral de la Uni¨®n, pues as¨ª viene ocurriendo desde 1979 con ocasi¨®n de las elecciones directas al Parlamento Europeo.
Estas "consultas europeas" deber¨ªan estudiarse en relaci¨®n con la Conferencia Intergubernamental que intentar¨¢ poner fin al actual impasse constitucional, y podr¨ªan organizarse antes o despu¨¦s de aquella. En el primer caso, se tratar¨ªa de orientar a la CIG, de indicarle, como un faro, el camino a seguir; en el segundo, de facilitar el proceso de ratificaci¨®n, de responder a las eventuales dudas que pudiesen surgir durante las negociaciones y, sobre todo, de ver si se puede llegar a¨²n m¨¢s lejos en los cambios emprendidos. Tambi¨¦n ser¨ªa ¨²til preguntar a los ciudadanos si consideran necesario continuar con el proceso de profundizaci¨®n pol¨ªtica, y en qu¨¦ terrenos.
Nuestra propuesta nace, qu¨¦ duda cabe, en un contexto de crisis institucional. Sin embargo, podr¨ªa convertirse en un precedente. El recurso al refer¨¦ndum abrir¨ªa la puerta a la emergencia de un demos europeo y de esa primera democracia multinacional que es la Uni¨®n Europea. Esta consulta, en todo caso, acercar¨ªa la UE a los ciudadanos, situar¨ªa a estos ¨²ltimos en el coraz¨®n de nuestro espacio p¨²blico y dar¨ªa sentido y vigor a la noci¨®n de "ciudadano europeo".
Bronislaw Geremek es diputado europeo de la Alianza de los Dem¨®cratas y Liberales por Europa (ALDE) y ex ministro de Asuntos Exteriores de Polonia. Carlos Carnero es diputado europeo del PSOE y miembro de la Presidencia del Partido Socialista Europeo (PSE). Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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