Navegar con Wagner
La obsesi¨®n de los personajes por lograr lo imposible centra la puesta en escena de ?lex Rigola, director del Teatre Lliure, en su debut oper¨ªstico con El holand¨¦s errante, que el Liceo de Barcelona estrena el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en una coproducci¨®n con el Teatro Real de Madrid.
Brrm, brrm. La negra Harley Davidson de ?lex Rigola (Barcelona, 1969) ruge frente al Liceo de Barcelona. Su motor es pura m¨²sica. A decir del director del Teatre Lliure, si fuera rock sin duda ser¨ªa Rolling Stones; si fuera jazz, Charlie Parker, y si fuera m¨²sica cl¨¢sica, Richard Wagner. Brrm, brrm. Frente al Liceo, el motor de cuatro tiempos ruge desde hace unas semanas en re menor. La misma tonalidad con la que Wagner representa al navegante maldito de la vieja leyenda, al holand¨¦s errante condenado eternamente a vagar en su barco hasta que halle a la mujer cuya entrega y fidelidad absolutas le rediman de la maldici¨®n. En re menor, la Harley de ?lex Rigola le acompa?a al ensayo diario de El holand¨¦s errante, su primer Wagner, su primera ¨®pera como director de escena, una coproducci¨®n con escenograf¨ªa de Bibiana Puigdef¨¤bregas y vestuario de Marta Rafa entre el Liceo y el Teatro Real de Madrid que se estrena el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en Barcelona con direcci¨®n musical de Sebastian Weigle y con un reparto encabezado por el bajo Alan Titus, la soprano Susan Anthony, el tenor Kurt Streit y el bajo Eric Halfvarson.
Al igual que para un motorista una Harley es m¨¢s que una motocicleta, para los aficionados a la l¨ªrica, las obras de Wagner son m¨¢s que ¨®peras, son la obra de arte total, el m¨¢s colosal de los espect¨¢culos en vivo. Todo un reto pues el que asume ?lex Rigola en su debut oper¨ªstico, aunque ya hab¨ªa pisado el escenario del Liceo como figurante desde 1992 de montajes l¨ªricos. Estreno como director de escena en un g¨¦nero que afronta con el temor del principiante y con la ilusi¨®n de quien descubre un mundo nuevo. "Pasado el inicial p¨¢nico a lo desconocido, ahora me lo estoy pasando en grande. Es maravilloso esto de que te canten cada d¨ªa a ti durante siete horas", asegura el director del Lliure.
Pese a su convicci¨®n de que si la Harley fuera m¨²sica cl¨¢sica ser¨ªa Wagner, no ha sido Rigola quien ha forzado su debut en la direcci¨®n de escena oper¨ªstica con una de las obras del genial compositor alem¨¢n. "Me lo propuso el director art¨ªstico del Liceo, Joan Matabosch. Hace cinco a?os que empez¨® a tentarme para dirigir ¨®pera, incluso me sugiri¨® dirigir el estreno mundial de Gaud¨ª, de Joan Guinjoan, y una ¨®pera de Donizetti cuyo t¨ªtulo ahora no recuerdo, pero no me atrev¨ª, no tengo bagaje en este mundo, s¨®lo soy un simple aficionado. Pero cuando me propuso hacer El holand¨¦s errante ya no pude decirle que no. Y aqu¨ª estoy, ilusionado y a la vez con el miedo del novato. Hac¨ªa tiempo que no estaba tan asustado como lo estoy ahora", cuenta.
El director del Lliure ha pagado su inexperiencia teniendo que repensar su puesta en escena en varias ocasiones. "?C¨®mo pod¨ªa situar una historia como la de El holand¨¦s errante, que sucede en un barco, en la ¨¦poca actual cuando es muy dif¨ªcil que hoy se pierda un barco con la tecnolog¨ªa que existe? Y se me ocurri¨® la idea, que me gustaba mucho, de situarla en el espacio, un territorio que hemos empezado a explorar pero que todav¨ªa es un gran desconocido para el hombre. Y quer¨ªa con ello, adem¨¢s, homenajear una pel¨ªcula de ciencia-ficci¨®n m¨ªtica como es 2001: Una odisea en el espacio, de Stanley Kubrick, con ese look que ten¨ªan del espacio en los setenta, una d¨¦cada cuya est¨¦tica me fascina. Pero todo eso lo pens¨¦, ?error m¨ªo de principiante!, teniendo s¨®lo en cuenta la trama argumental, y cuando volv¨ª a escuchar la m¨²sica pensando ya en la puesta en escena todo se desmont¨® como un castillo de naipes. La idea que cre¨ªa buena para el libreto, la m¨²sica me la negaba una y otra vez".
Rigola es un director al que, afirma, no le interesa la "arqueolog¨ªa teatral". "Siempre me ha interesado ver qu¨¦ puede importar de una historia a la sociedad actual en la que vivo, por ello siempre traslado a la ¨¦poca contempor¨¢nea las obras que dirijo. Lo que veo del personaje de Senta, fascinada y enamorada de la persona del cuadro colgado en la pared de su casa, es habitual actualmente entre las adolescentes, que adoran de forma irracional a sus ¨ªdolos musicales o cinematogr¨¢ficos. As¨ª que mi segunda opci¨®n fue situar la acci¨®n en el desierto de M¨¦xico con una trabajadora que suspiraba por una estrella del pop americano. De nuevo, sin embargo, la m¨²sica de Wagner nada ten¨ªa que ver con la idea. Mis referentes culturales me llevaban una y otra vez a un lugar fr¨ªo, cercano al mar. Y finalmente decid¨ª navegar con Wagner y situar la acci¨®n all¨ª donde marca el libreto, en un pueblo de la costa Noruega adonde llega el holand¨¦s, y en una f¨¢brica de conservas. Todo trasladado, sin embargo, a la ¨¦poca contempor¨¢nea y con una est¨¦tica de los setenta".
Aunque admite que el tema
de la redenci¨®n, presente por primera vez en Wagner en esta ¨®pera y que luego el compositor desarroll¨® en sus siguientes obras l¨ªricas, es actual, pasa de puntillas sobre ¨¦l en su puesta en escena. "Mucho m¨¢s que la redenci¨®n, lo que me interesa de los personajes son sus obsesiones. C¨®mo Senta desea a un ser que m¨¢s que real es un mito; c¨®mo su padre, Daland, propietario de un barco, quiere m¨¢s riquezas y no duda en ofrecer la mano de su hija al holand¨¦s desconocido cuando le ofrece tesoros, y c¨®mo Erik, enamorado de Senta, se obsesiona por una mujer que no le ama. Todos los personajes, el holand¨¦s incluido, buscan imposibles, se obsesionan por conseguir algo que jam¨¢s tendr¨¢n y eso s¨®lo puede llevar a la tragedia".
Le empieza a gustar tanto esto de la ¨®pera a Rigola que no le importar¨ªa, explica, compaginar el trabajo de director teatral con el oper¨ªstico -"son mundos muy pr¨®ximos", afirma- como lo hace su colega Calixto Bieito, a quien dice admirar, pero con el que marca distancias ante su debut oper¨ªstico. "S¨¦ que hay gente que me tiene catalogado por mi forma de dirigir teatralmente y a menudo nos meten en el mismo saco a Bieito y a m¨ª. Pero somos directores muy diferentes, aunque es cierto que aspectos superficiales, como nuestro apego por la est¨¦tica de la d¨¦cada de 1970, pueden confundir si no se profundiza, pero sucede que este look es algo recurrente en toda una generaci¨®n".
"No, despu¨¦s de este El holand¨¦s, que tambi¨¦n se presentar¨¢ en el Teatro Real de Madrid [en enero de 2010] no tengo otra oferta por ahora para dirigir ¨®pera. Habr¨¢ que ver primero c¨®mo acaba toda esta aventura", concluye el director del Teatre Lliure.
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