El ¨²ltimo cartucho de Condoleezza Rice
La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, parece haberse convencido de que la ¨²nica forma de lavar algo la imagen de la Administraci¨®n Bush despu¨¦s de haber puesto la regi¨®n patas arriba con la guerra de Irak y apoyado a Israel en la de L¨ªbano, es, en su recta final, volver a poner en marcha un proceso de paz entre israel¨ªes y palestinos. Aunque pueda parecer parad¨®jico, estamos ante una ocasi¨®n ¨²nica de volver a encarrilar el conflicto, por cinco razones: el consenso ¨¢rabe alcanzado en la cumbre de la Liga en Riad; el empuje de la Uni¨®n Europea que ha quedado claro este fin de semana; el temor de los saud¨ªes, y de todo el mundo sun¨ª, a Ir¨¢n; una opini¨®n p¨²blica israel¨ª crecientemente a favor de hablar con el Gobierno palestino en el que est¨¢ Ham¨¢s y de volver a intentar una paz; y ciertos nuevos aires en Washington. De ah¨ª la fren¨¦tica actividad estos d¨ªas por parte de la secretaria de Estado americana, de los saud¨ªes, de Angela Merkel como presidenta de turno de la Uni¨®n y del alto representante de ¨¦sta, Javier Solana. ?ste ha pronosticado avances de aqu¨ª a septiembre. El tiempo apremia.
Los saud¨ªes, conviene recordarlo, est¨¢n desencantados con el presidente George W. Bush y temerosos del crecimiento del poder chi¨ª en la regi¨®n que la desastrosa pol¨ªtica de ¨¦ste ha generado. Por ello se han mostrado tan activos, y no s¨®lo con la chequera, en los ¨²ltimos tiempos para apagar los fuegos. Entre otros, han propiciado un acuerdo para un gobierno de integraci¨®n entre Ham¨¢s y Al Fatah (aunque ambos siguen rearm¨¢ndose, uno gracias a Ir¨¢n, el otro a Estados Unidos, aunque ambos estuvieron presentes en Riad). Es necesario que la comunidad internacional hable con este Gobierno.
Por otra parte, el rey saud¨ª Abdul¨¢, tras un discurso autocr¨ªtico en el que culp¨® a los propios ¨¢rabes de su situaci¨®n -y no a Israel, que no cit¨® directamente-, logr¨® el pasado jueves que la Liga ?rabe, reunida en Riad, reafirmara el plan saud¨ª del entonces pr¨ªncipe en 2002 (maltrecho en su d¨ªa pues coincidi¨® con un horrendo atentado en Israel) y que b¨¢sicamente supone el reconocimiento ¨¢rabe de Israel, es decir, la normalizaci¨®n de las relaciones con 22 Estados, a cambio de la retirada de los territorios, en Palestina y en Siria, que ocup¨® en la guerra de 1967. Como siempre, paz por territorios, m¨¢s seguridad, para lanzar no ya un proceso sino un proyecto de paz, aunque el mayor escollo sea el de los refugiados palestinos, que nadie quiere.
Ya en enero, un ministro laborista israel¨ª y un negociador palestino hab¨ªan anunciado su disposici¨®n a pasar directamente al final de la partida (endgame), definir el estatus final de los dos Estados, y se?alar no una hoja de ruta progresiva, sino un calendario para ultimar los detalles y someter el resultado, si Ham¨¢s no lo acepta, directamente a los palestinos en refer¨¦ndum. En algo parecido estamos, gracias a todas estas mediaciones internacionales. Solana, que estuvo en Riad, anunci¨® que el Cuarteto (Uni¨®n Europea, Estados Unidos, ONU y Rusia) podr¨ªa reunirse antes del verano por vez primera con Israel, mientras que por parte ¨¢rabe surge otro cuarteto formado por Arabia Saud¨ª, Egipto, Jordania y los Emiratos ?rabes Unidos. El primer ministro israel¨ª, Ehud Olmert, y el presidente palestino, Abu Mazen, en quien recae la negociaci¨®n, han acordado reunirse peri¨®dicamente.
Rice parece haberse dejado convencer por los europeos, y va se?alando que cuenta con un mandato de su presidente. ?Le dejar¨¢ el vicepresidente Dick Cheney? Con Bush, esta paz ser¨¢ dif¨ªcil. Sin Bush, imposible, pues s¨®lo ¨¦l puede presionar a un Gobierno israel¨ª al que ha dejado las manos libres durante a?os y que ahora manda se?ales de inter¨¦s. Claro que todo puede irse al traste si Bush da la orden de atacar Ir¨¢n y si una parte del r¨¦gimen de este pa¨ªs ahonda en crasos errores, como la detenci¨®n de los marinos brit¨¢nicos. O si estalla L¨ªbano, cuyas milicias sun¨ªes, cristianas y drusas, seg¨²n medios occidentales, est¨¢ armando Arabia Saud¨ª frente al Hezbol¨¢ chi¨ª. Pero por primera vez en mucho tiempo, se abre un claro en un horizonte tormentoso. aortega@elpais.es
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