21 kil¨®metros a la carrera por las calles de Madrid
Un redactor de EL PA?S corre el popular Medio Marat¨®n madrile?o
Menos mal que s¨®lo era medio. Son las 12.45. El c¨¦sped del estadio de Vallehermoso est¨¢ lleno de gente. Acaba de terminar el VII Medio Marat¨®n Villa de Madrid. Veinti¨²n kil¨®metros y 97 metros por las calles de Madrid. Las piernas est¨¢n en otro mundo. Duele todo, hasta el dorsal.
A las 8.30 los alrededores del Estadio de Vallehermoso, en Chamber¨ª, ya est¨¢n llenos de gente. Hace fr¨ªo, y eso es un problema para el corredor. Jos¨¦ Luis, Rafael y Mart¨ªn lo saben bien. Llevan unas bolsas enormes de pl¨¢stico que les cubren el cuerpo. "Es s¨®lo para el inicio de la carrera", comentan. Su intenci¨®n: bajar de las dos horas. Sus edades: Mart¨ªn tiene 70 a?os, Jos¨¦ Luis y Rafael "entre 60 y 70".
"Esta prueba es muy popular y se puede venir para disfrutar", dice un participante
"?Venga, que no queda nada, valientes!", animan varias personas del p¨²blico
Lo primero que ten¨ªan que hacer los 11.500 corredores inscritos en la prueba era recoger el chip. Una especie de chivato que sirve para controlar el tiempo y que no se haga trampa. Mar¨ªa del Carmen va vestida de calle, pero pasa a recoger uno de los chips. Su marido est¨¢ estirando en la acera. "Ya ves hijo", dice con una sonrisa, "aqu¨ª de mujer, manager y entrenadora".
A las 9.30 es el momento de moverse hacia la l¨ªnea de salida, en la calle de Bravo Murillo. All¨ª la gente calienta, estira y comienza a coger posiciones. Los primeros metros est¨¢n reservados para los que van a por la victoria. Despu¨¦s, uno sabe d¨®nde colocarse en funci¨®n del tiempo que suele hacer. "1h 40m", "1h 50m", "2h", son las inscripciones que llevan unos globos amarillos atados a las manos de unos voluntarios. Seguir al globo durante la carrera es una buena referencia.
Un pistoletazo marca las diez de la ma?ana. Se oye un grito de alegr¨ªa y la gente -los que est¨¢n atr¨¢s- empiezan a botar y a re¨ªrse. Entre inscritos y espont¨¢neos, hay m¨¢s de 13.000 personas. Eso hace que al fondo se vea a la gente llegando a la glorieta de Quevedo cuando los ¨²ltimos todav¨ªa no han empezado a correr.
Los primeros kil¨®metros no se hacen duros, pero muy pronto queda constancia de lo larga que es la carrera. "?Que os est¨¢is quedando atr¨¢s!", suena desde un meg¨¢fono. Habla un bombero del Parque de Santa Engracia. "?Que no, que los negritos acaban de pasar!", dice otro, m¨¢s caritativo, que le acaba de robar el aparato. La gente se r¨ªe. "?sta es una carrera muy popular, a otras no se puede ir porque la gente va s¨®lo a competir, y no es divertido", dice Alberto. "Acabo de coger un ritmo muy bueno y no lo pienso soltar", dice Pedro, que corre a su lado. Van cinco kil¨®metros.
Llega el primer punto de avituallamiento. Agua, barritas energ¨¦ticas, botellas de glucosa... En total, se reparten m¨¢s de 30.000 botellines de agua, m¨¢s de 20.000 chocolatinas y cerca de 15.000 barritas energ¨¦ticas. "Hay alguno que va tan desencajado que te apetece ofrecerle algo m¨¢s", dice Juan, uno de los 400 voluntarios que participan en la carrera.
La carrera contin¨²a hacia Plaza de Castilla. "Se va m¨¢s r¨¢pido as¨ª que en coche un d¨ªa de semana", dice Andr¨¦s. A los corredores les llega un olor peligroso de los restaurantes de la zona. Los c¨¢rteles que anuncian los kil¨®metros se parecen demasiado a los que anuncian el men¨² del d¨ªa.
Cuando se llega a Mateo Inurria, hay que ser muy fuerte psicol¨®gicamente. La carretera est¨¢ dividida. Por uno de los lados se ve pasar a los que van en cabeza. Van como motos. El keniano Francis Komu, ganador de la prueba, termin¨® en 1h 4m 13s. El tiempo que emplearon algunos en hacer la mitad del recorrido.
Dios los cr¨ªa y el medio marat¨®n los junta. En los alrededores del Bernab¨¦u est¨¢ el d¨¦cimo kil¨®metro y ya va quedando gente del mismo nivel. Muchos vienen por una apuesta o por una promesa. "Mi novia me dijo que no aguantaba, y aqu¨ª estoy para demostr¨¢rselo", dice Daniel. Durante el recorrido, y en un punto previamente acordado, algunos se paran a posar para una foto con sus familiares. "Vengo para divertirme, y porque es un reto acabarla", dice Pilar despu¨¦s de abrazarse con su hermano. Ella terminar¨ªa justo una hora despu¨¦s que Ana Burgos, ganadora femenina, que lleg¨® en 1h 15m 24s.
La parte central del recorrido es un rompepiernas. Subidas interminables y bajadas que se hacen cort¨ªsimas. Vuelta a Plaza de Castilla, salida direcci¨®n Burgos y vuelta un poco antes de llegar a la ciudad castellana, o al menos eso parece.
Llega el tramo final. Las rodillas y los pies sufren a cada paso. La gente aplaude desde las aceras. "?Venga, que es todo cuesta abajo!". "?Vosotros s¨ª que ten¨¦is m¨¦rito!". "Los ¨¢nimos de la gente se agradecen, pero a estas alturas ya no tienes fuerza ni para dar las gracias", comenta Carlos, que asegura estar "matarile".
Y s¨ª, es cuesta abajo, pero los kil¨®metros parecen millas. Se va acercando la meta y aumenta la gente en las aceras. M¨¢s aplausos. Empiezan a pasar los que ya han acabado la carrera y animan con pasi¨®n a los que llegan haciendo el ¨²ltimo esfuerzo.
El reloj marca 2h 19m 16s, seis minutos despu¨¦s queda cerrado el control. El dorsal n¨²mero 7.687 cruza la l¨ªnea de meta en el puesto 8.057. "Para ser periodista y no estar entrenado, no lo has hecho tan mal", dice ri¨¦ndose Lola, de la organizaci¨®n. Apenas quedan fuerzas para sonre¨ªr.
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