Hasta nunca, DRM
La historia de la tecnolog¨ªa vivi¨® ayer un momento muy importante cuando el consejero delegado de EMI, Eric Nicoli, present¨® mano a mano con el presidente de Apple, Steve Jobs, el certificado de defunci¨®n del llamado DRM. El DRM, abreviatura de Digital Rights Management (Gesti¨®n de Derechos Digitales) para unos pocos, o de Digital Restrictions Management (Gesti¨®n de Restricciones Digitales) para muchos m¨¢s, era un conjunto de desarrollos tecnol¨®gicos destinados a impedir que los clientes que hab¨ªan adquirido productos como canciones o pel¨ªculas pudiesen hacer un uso libre de las mismas. Innovaciones destinadas a destrozar la experiencia de uso de los productos impidiendo acciones como duplicarlos o transferirlos de un soporte a otro.
Durante a?os, el DRM fue el vano intento de toda una industria, la de los contenidos, de restringir los derechos de quien supuestamente siempre tiene raz¨®n, el cliente. Era la punta del iceberg de una industria en negaci¨®n de los principios b¨¢sicos de los negocios, en persecuci¨®n del cliente que le da de comer, como esos r¨®tulos insultantes (y falsos) que amenazan con el infierno cuando vemos una pel¨ªcula en el cine o en DVD. Toda una industria dedicada a "innovar en negativo".
Durante cierto tiempo, el recurso de los clientes de abastecerse de productos de fuentes alternativas diferentes a las de la propia industria tuvo toda la l¨®gica del mundo: lo obtenido en redes como Azureus o BitComet era sencillamente superior, por carecer de absurdas restricciones. El cliente que pagaba era penalizado. El DRM fue, adem¨¢s, un rid¨ªculo permanente para todas las compa?¨ªas que intentaron confiar en ¨¦l. Una y otra vez, las restricciones de la industria fueron desactivadas, anuladas y vencidas por hackers que insistieron en demostrarles lo est¨²pido de sus acciones, lo absurdo de intentar impedir la libre circulaci¨®n de los bits. Unos bits que resisten todo intento de censura y restricci¨®n a un soporte, unos bits que son, por mandato de su naturaleza, completamente libres.
Si tu modelo de negocio consist¨ªa en impedir a otros el acceso a unos bits, ya lo puedes ir cambiando. Adi¨®s, DRM. No te echaremos de menos.
Enrique Dans es profesor del Instituto de Empresa y blogger (enriquedans.com).
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