Calma en las Encartaciones
Equidistante no m¨¢s de 30 kil¨®metros de las localidades c¨¢ntabras de Castro Urdiales y Laredo, el pueblo de Truc¨ªos, en las Encartaciones de Vizcaya, es el extremo opuesto de esos populosos enclaves. El Cant¨¢brico no ba?a Truc¨ªos, es cierto, pero ese es un argumento secundario. Lo importante reside en que en la localidad encartada se disfruta de una calma que hace lustros perdieron los pueblos costeros cercanos, en fin, de todo aquello que se considera en las ant¨ªpodas del bullicio urbano.
Por eso cuesta imaginar el ajetreo que hace 70 a?os viv¨ªa la localidad, en plena guerra civil, cuando durante meses fue un enclave estrat¨¦gico. Sobre todo, en los alrededores del palacio de La Puente, donde se alojaba el Gobierno vasco, con el lehendakari Jos¨¦ Antonio Aguirre al frente, en la que fue su ¨²ltima sede antes de partir hacia el exilio. Una placa recuerda ahora en la fachada de la tambi¨¦n conocida como Casa Grande, aquel momento hist¨®rico, que supuso el fin de la guerra civil en el Pa¨ªs Vasco y que se vivi¨® en Truc¨ªos, sin embargo, como una an¨¦cdota m¨¢s, hasta tal punto que no existen casi recuerdos escritos.
Fue una retirada dura en los primeros instantes de la salida de Bilbao, con los quintacolumnistas acechando desde las ¨²ltimas casas de Olabeaga, pero que se transform¨® en Truc¨ªos en esa "calma chicha" que anuncia el final de la tragedia. Por lo menos, para la tropa. Los diarios personales de los gudaris que vivieron aquellos d¨ªas reflejan una actividad m¨¢s propia de unas vacaciones o de la pel¨ªcula La vaquilla de Berlanga (pesca de truchas en los r¨ªos y percebes en la costa cercana; intercambio de peri¨®dicos con los soldados fascistas) que de la antesala de un final deshonroso.
En esta laxitud de la tropa intervino el ambiente amable, relajado, que se respira en Truc¨ªos, donde ni en las guerras de banderizos hubo grandes escenas violentas. En la localidad encartada, la ¨²nica afici¨®n que conlleva ciertos riesgos son las corridas de toros. Sus cosos taurinos gozan de merecida fama.
Merece la pena acercarse hasta la ermita de san Roque donde todav¨ªa se mantiene en buenas condiciones una casi perfectamente circular plaza de toros de un di¨¢metro de 28 metros, realizada ¨ªntegramente en mamposter¨ªa, con dos toriles y un espacio para la tribuna. Hasta aqu¨ª, incluso durante aquella guerra que conmocion¨® durante unas semanas la vida del pueblo, llegaban los toros que se hab¨ªan "cazado" antes en monter¨ªas. Para ello, los trucenses utilizaban perros de la raza aut¨®ctona "villanos de las Encartaciones".
Espectadores privilegiados de estas fiestas taurinas han sido de siempre los pobladores del palacio de La Puente, edificio emblem¨¢tico de Truc¨ªos que cuenta adem¨¢s con una de las plazas de toros frente a sus balcones. Los descendientes de esta importante familia, que llevaba en su escudo el lema de "Por pasar la puente me puse a la muerte", siguen habitando el edificio que se construy¨® a finales del XVIII. Y han mantenido las principales joyas del palacio, como las puertas de madera tallada, la escalera o las pinturas que decoran las habitaciones del primer piso. Entre las an¨¦cdotas que se conservan de este edificio est¨¢ la de que sus moradores encendieron durante a?os la chimenea con los legajos que dej¨® el Gobierno vasco en aquel mes de junio de 1937. Adem¨¢s, los visitantes a Truc¨ªos pueden disfrutar de otros palacios adem¨¢s del citado, como los de Mach¨ªn o de Tueros.
Entre estas joyas arquitect¨®nicas, civiles y religiosas, tiene un lugar principal la iglesia de San Pedro de Roma?a, en la carretera que lleva al barrio de Gordon, entre renacentista y barroca -con antecedentes g¨®ticos- y con un mobiliario interior m¨¢s que atractivo: as¨ª lo confirman los dos retablos del siglo XVII que adornan sus paredes principales.
Truc¨ªos, queda claro, se ofrece como un excelente valle para dedicarse al paseo, alejado de cualquier ruido que perturbe esa calma que en los ¨²ltimos siglos s¨®lo inquiet¨® durante unos d¨ªas el final de la guerra civil en el Pa¨ªs Vasco.
San Miguel en Arcentales
C¨®mo llegar: El acceso m¨¢s f¨¢cil a Truc¨ªos llega por la A-8. A la altura del barrio de El Tontarr¨®n de Guriezo se toma el desv¨ªo a la BI-2617 que lleva hasta la localidad encartada. Tambi¨¦n desde Bilbao por la carretera que lleva a Balmaseda, el llamado "Corredor del Cadagua". Se toma el desv¨ªo a Zalla y, ya por la BI-630 se accede a Truc¨ªos.
Alojamiento: En Truc¨ªos, ofrecen sus servicios el albergue rural Arma?¨®n (94 610 90 50) y el hotel Turtzioz (94 6560021). Ya en Arcentales, se puede acudir al agroturismo La Toba (94 6109611 / 616 859920)
Comer: Restaurante Turtzioz (94 6560021). Adem¨¢s, en la cercana localidad de Villaverde Truc¨ªos, hay otros dos establecimientos: La Capitana (94 6809191) y Calera (94 6809076)
Actividades: La iglesia de San Miguel de Linares, en la cercana localidad de Arcentales, cuenta con esa posici¨®n estrat¨¦gica que s¨®lo obtienen aquellos edificios que se levantan en territorio virgen, donde las posibilidades con que cuentan sus constructores son infinitas. Cuando se pusieron los primeros cimientos del templo m¨¢s emblem¨¢tico de la localidad encartada, all¨¢ por los siglos XII o XIII, a su alrededor no hab¨ªa ninguna otra construcci¨®n que le hiciera sombra. Y, todav¨ªa hoy, el visitante que se acerca hasta uno de los municipios m¨¢s atractivos del interior de Vizcaya tiene en esta iglesia una parada inevitable en su recorrido por los distintos barrios de la localidad. Por cierto, en Arcentales tambi¨¦n se lidiaban vacas monchinas, raza aut¨®ctona que vive en estado semisalvaje en las monta?as de los alrededores.
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