La sospecha tropieza en sus propias trampas
La mayor¨ªa de las informaciones que arrojan dudas sobre la investigaci¨®n han resultado ser falsas
La investigaci¨®n del 11-M ha sido la m¨¢s exhaustiva de un atentado terrorista en la historia de Espa?a. Nunca se hicieron tantos informes periciales, ni se ordenaron tantas comisiones rogatorias, ni se investigaron tantos tel¨¦fonos, ni se analizaron tantas llamadas, ni intervinieron tantas personas, ni se cre¨® una comisi¨®n parlamentaria para analizar los hechos. Nunca antes hubo un atentado tan brutal, con 191 v¨ªctimas mortales y 1.824 heridos.
El aparato hallado en casa de un islamista era un programador para lavadoras, no un temporizador de ETA
Los agentes que interrogaron al ex minero Trashorras han negado por escrito que ¨¦ste hablara de etarras
Tambi¨¦n ha sido la investigaci¨®n judicial m¨¢s vituperada. Nunca antes una instrucci¨®n judicial por un delito de terrorismo, con la mayor¨ªa de los supuestos culpables en la c¨¢rcel o muertos en suicidio, hab¨ªa merecido tantos insultos y descalificaciones de una parte de las asociaciones de v¨ªctimas y del partido pol¨ªtico que gobernaba cuando se perpetr¨® la matanza. Nunca se hizo un juicio paralelo que, al final, ha irrumpido en la vista oral para sembrar de surrealismo muchas de sus sesiones. Los abogados de algunas v¨ªctimas preguntan para exculpar a los supuestos verdugos.
El PP ha cuestionado el trabajo del juez, ha pedido auditor¨ªas de la investigaci¨®n e incluso ha llegado a reclamar, haci¨¦ndose eco de noticias falsas, la anulaci¨®n del sumario. La principal asociaci¨®n de v¨ªctimas del terrorismo de ETA, la AVT, se ha manifestado para denunciar que jueces, fiscales, polic¨ªas y guardias civiles que han investigado el caso no quer¨ªan conocer la verdad de lo ocurrido. Todav¨ªa hoy, esa asociaci¨®n convoca protestas en la calle contra la investigaci¨®n judicial.
Esta oposici¨®n al trabajo de la Audiencia Nacional y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado -que ha sentado a 29 supuestos implicados en el banquillo de los acusados- se ha basado en una serie de informaciones period¨ªsticas, repetidas durante tres a?os, la mayor¨ªa amparadas y amplificadas por determinados dirigentes del PP, que estaban apoyadas en falsedades, informes inexistentes o testimonios de polic¨ªas an¨®nimos que se han estrellado con los hechos probados en el juicio.
LA ORQUESTA MONDRAG?N. ?La pista del norte?
La obsesi¨®n del PP por hallar pistas de ETA en el 11-M no cay¨® en saco roto. Polic¨ªas an¨®nimos y otras fuentes de desinformaci¨®n empujaron en esa direcci¨®n, aunque en el camino resbalaron con estr¨¦pito.
Una de las pruebas m¨¢s sonoras que se utilizaron para incriminar a ETA no era muy directa pero daba igual. Supuestos polic¨ªas informaron al diario El Mundo sobre la existencia de una tarjeta del Grupo Mondrag¨®n, cuya sede central est¨¢ en el Pa¨ªs Vasco, en el salpicadero de la furgoneta en la que se trasladaron los terroristas del 11-M. Tras ese supuesto hallazgo hab¨ªa que aderezar la noticia con insinuaciones.
Se cont¨® que muchos polic¨ªas hab¨ªan escuchado por la emisora de sus veh¨ªculos el descubrimiento de la tarjeta y que, sin embargo, se ocult¨® al juez, al Gobierno de entonces -"Nadie me habl¨® nunca de ninguna tarjeta, y mucho menos de Mondrag¨®n", declar¨® el ex ministro del Interior ?ngel Acebes- y a todo el mundo.
El PP se lanz¨® por esa pista y emplaz¨® al Gobierno socialista a "dar la cara" sobre las "revelaciones" que supuestamente cuestionaban el sumario judicial. El portavoz popular, Eduardo Zaplana, se puso al frente de la manifestaci¨®n para insinuar que el Ejecutivo de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ocultaba esa prueba fundamental, esa pista que apuntaba al norte: a la relaci¨®n entre etarras e islamistas. No era la primera vez que Zaplana y el PP daban p¨¢bulo a una mentira para arremeter contra el Gobierno.
La verdad era muy distinta. En el veh¨ªculo s¨®lo se encontr¨® una cinta de m¨²sica de la Orquesta Mondrag¨®n y un tarjet¨®n de visita de la empresa Gr¨¢fica Bilba¨ªnas, afincada en Madrid; el due?o de la furgoneta (robada por los terroristas) reconoci¨® el tarjet¨®n como propio y confes¨® que la utilizaba para dejar un aviso de d¨®nde estaba cuando dejaba el veh¨ªculo mal aparcado.
El PP no pidi¨® disculpas por la metedura de pata. Los autores de la sonora exclusiva, tampoco.
DETENCI?N EN AVIL?S. Los informes policiales desmienten a Trashorras
En marzo de 2006, dos a?os despu¨¦s de los atentados, alg¨²n polic¨ªa descubri¨® que una pista que conduc¨ªa a ETA hab¨ªa quedado en el olvido y decidi¨® airearla en los medios de comunicaci¨®n dedicados al bulo de la conspiraci¨®n.
La historia era la siguiente: El Chino, uno de los islamistas que se suicidaron en Legan¨¦s y se?alado por el juez como jefe del comando del 11-M que rob¨® los explosivos para atentar en los trenes, cont¨® a Emilio Su¨¢rez Trashorras -el ex minero que le facilit¨® el camino de la dinamita- que conoc¨ªa a los dos etarras que hab¨ªan sido detenidos en Ca?averas en febrero de 2004, cuando conduc¨ªan una furgoneta con destino a Madrid cargada con 500 kilos de explosivos. Supuestamente, Trashorras cont¨® este detalle, que vinculaba a terroristas del 11-M con ETA, a los polic¨ªas que subieron a Avil¨¦s unos d¨ªas despu¨¦s del atentado para investigar lo ocurrido. Y ¨¦sa es la historia que sali¨® publicada.
Tras la confidencia de Trashorras, el PP se lanz¨® a pedir los informes que acreditaban la relaci¨®n entre islamistas y etarras. Acus¨® al Gobierno de ocultar pruebas, para lo que se fi¨® de nuevo de una informaci¨®n period¨ªstica que no admit¨ªa matices: "Ambos cuerpos (polic¨ªa y CNI) pusieron negro sobre blanco lo que el ex minero les cont¨® sobre las relaciones de El Chino con los etarras de Cuenca", escribi¨® El Mundo.
En Avil¨¦s estuvieron dos polic¨ªas de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n y un agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). De su conversaci¨®n con Trashorras dejaron constancia en unos informes que constan en el sumario del 11-M. En ninguno de ellos (publicados ambos por EL PA?S) se cita la supuesta confidencia del ex minero sobre la relaci¨®n de El Chino con los etarras detenidos en Ca?averas.
Uno de los polic¨ªas que estuvieron en Avil¨¦s fue el inspector Parrilla. En el juicio del 11-M asegur¨® que hab¨ªa o¨ªdo a Trashorras hablar de las relaciones de El Chino con los etarras, aunque no le dio ninguna importancia porque no crey¨® en aquella teor¨ªa. Parrilla matiz¨® que hab¨ªa escrito en un informe ese detalle
[lo que dijo Trashorras sobre los etarras y El Chino] pero que alguien lo hizo desaparecer. El otro polic¨ªa que estuvo en Avil¨¦s, jefe de Parrilla, neg¨® que Trashorras hubiera citado a ETA en aquella conversaci¨®n. El agente del CNI tambi¨¦n lo neg¨® con su firma.
Los dos etarras a los que supuestamente conoc¨ªa El Chino son Izkur Badillo y Gorka Vidal. Est¨¢n citados como testigos en el juicio. En la investigaci¨®n que la polic¨ªa hizo sobre las comunicaciones de ambos etarras antes de ser detenidos no figuraba ni un solo contacto con El Chino ni con ning¨²n otro islamista.
El inspector Parrilla ingres¨® en prisi¨®n hace algunos meses por orden del juez Juan del Olmo. Sali¨® tras pagar una fianza. El magistrado le acusaba de revelar secretos sobre la investigaci¨®n de una trama de delincuentes comunes que supuestamente traficaba con explosivos. La intervenci¨®n telef¨®nica ordenada por el juez sobre el inspector Parrilla revel¨® el entusiasmo que el polic¨ªa expresaba en sus conversaciones con un periodista al ver que El Mundo era capaz de sugerir la relaci¨®n entre el caso de delincuencia com¨²n y el 11-M.
EL TEMPORIZADOR. "Como los que usa ETA"
Otra primicia para engordar el bulo lleg¨® de la mano de los temporizadores de ETA. El Mundo public¨® en junio de 2006 -es decir, 27 meses despu¨¦s de los atentados del 11-M- que la polic¨ªa hab¨ªa encontrado en un local utilizado por islamistas relacionados con el atentado un temporizador "como los que usa ETA". El PP se sum¨® a la sospecha y su diputada Alicia Castro pregunt¨® al Ministerio del Interior si los temporizadores ST eran los habituales de ETA. Interior contest¨® afirmativamente. Y el PP y sus medios afines se lanzaron por la pendiente: "De manera inexplicable, en el sumario no aparecen m¨¢s menciones al temporizador localizado en el local de Mohannad Almallah. Tampoco se relaciona en ning¨²n momento dicho objeto con las investigaciones llevadas a cabo por la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n. Ni, por supuesto, con nada que pueda relacionarlo con la banda ETA".
En el juicio, un abogado sac¨® recientemente esta cuesti¨®n relevante y se encontr¨® con que los hechos volv¨ªan a destrozar un invento. El temporizador encontrado en el local del islamista era de lavadoras, no se llamaba s¨®lo ST sino STA MEC 24h INT/60, pod¨ªa ser comprado por cualquiera al precio de 18 euros, y no se parec¨ªa a los que usa habitualmente ETA (v¨¦ase gr¨¢fico de la p¨¢gina anterior).
EL ?CIDO B?RICO. Una sustancia sin relaci¨®n con explosivos
Tres peritos del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa recuperaron en el oto?o de 2006 un caso viejo de censura de uno de sus trabajos anal¨ªticos. Para entonces, el ministro del Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, andaba enfrascado en una pol¨¦mica con el ex director general de la Polic¨ªa, Agust¨ªn D¨ªaz de Mera, que hab¨ªa denunciado la existencia de un informe que supuestamente vinculaba a ETA con el 11-M y que hab¨ªa sido ocultado al juez (cosa que tambi¨¦n result¨® ser falsa).
Aunque el informe al que se refer¨ªa D¨ªaz de Mera no era el de los peritos, ¨¦stos decidieron resucitar aquel caso. El suyo era un documento que hab¨ªan elaborado m¨¢s de un a?o antes, cuando lleg¨® a sus dependencias el ¨¢cido b¨®rico encontrado por la polic¨ªa en el domicilio de Hassan el Haski, procesado como supuesto autor intelectual del 11-M. En aquel registro, la polic¨ªa escribi¨® que los inquilinos de la vivienda hab¨ªan declarado que el ¨¢cido b¨®rico, encontrado en la cocina, lo utilizaban para matar cucarachas. En aquel registro, la polic¨ªa no hall¨® ni rastro de explosivos.
Era el verano de 2005. Los peritos hicieron su trabajo. Confirmaron que el ¨¢cido b¨®rico era ¨¢cido b¨®rico pero, adem¨¢s, a?adieron unas observaciones que, seg¨²n el proceder habitual de todos los expertos policiales, carecen de fundamento cient¨ªfico.
Las observaciones eran las siguientes: tras citar otros casos en los que un registro policial hab¨ªa descubierto ¨¢cido b¨®rico -entre ellos, en un piso franco utilizado por ETA en Salamanca donde se encontr¨® esta sustancia "mezclada con pelos" y en el piso de un militante antisistema- el informe de los peritos conclu¨ªa: "Dado lo poco frecuente en que esta sustancia ha sido intervenida en hechos terroristas y a que nosotros ignoramos su verdadera aplicaci¨®n en relaci¨®n con estos hechos, existen varias posibilidades, tales como: conservante de los explosivos de tipo org¨¢nico, enmascarar el explosivo para no ser detectado por los perros especialistas en detecci¨®n de explosivos, etc¨¦tera. Nos lleva a la posibilidad de que el autor/autores de estos hechos est¨¦n relacionados entre s¨ª y/o hayan tenido un mismo tipo de formaci¨®n y/o sean el/los mismo/s autor/es".
Ese informe fue impreso en 2006, firmado de nuevo por los peritos que lo hicieron en su d¨ªa y publicado por El Mundo.
Una de las peritos que firm¨® el documento, Isabel L¨®pez, lleg¨® a declarar: "?C¨®mo es posible, digo yo, que Haski tuviera cucarachas y le olieran los pies mal y los de ETA tambi¨¦n tuvieran cucarachas y les olieran los pies mal?". El promotor de la idea de incluir las observaciones, el perito Manuel Escribano, hizo m¨¢s aportaciones a la investigaci¨®n: "Utilizar ¨¢cido b¨®rico para matar cucarachas no se le ocurre actualmente a nadie, porque hay productos mucho m¨¢s modernos, eficaces y c¨®modos de usar que el ¨¢cido b¨®rico a granel, productos que no son tan t¨®xicos".
En casi 40 a?os de lucha contra ETA en Espa?a, no hay ni una sola operaci¨®n policial (con cientos de terroristas detenidos y cientos de pisos registrados) donde apareciera ¨¢cido b¨®rico relacionado con los explosivos.
El caso es que el jefe de los peritos decidi¨® que aquellas observaciones carec¨ªan de fundamento y orden¨® a los firmantes del documento que las retiraran. Como se negaron, el jefe decidi¨® retirarlas por su cuenta, dejar s¨®lo la parte del informe que confirmaba que la sustancia era ¨¢cido b¨®rico y enviarlo al juez. ?sa es la censura y la supuesta alteraci¨®n del documento original que denunciaron los tres peritos.
Aquella decisi¨®n ha motivado que una juez de instrucci¨®n de la plaza de Castilla impute distintos delitos (falsedad en documento p¨²blico, falso testimonio, encubrimiento) al jefe de los tres peritos que retir¨® las observaciones del informe y a otros tres m¨¢ximos responsables de esa unidad, entre ellos el comisario general de Polic¨ªa Cient¨ªfica.
El caso, que en principio instruy¨® el juez Baltasar Garz¨®n, fue remitido a los juzgados de Plaza de Castilla por tratarse de un asunto sin relaci¨®n con el terrorismo. Nuevamente pistas falsas para confundir respecto a una posible relaci¨®n entre ETA y los terroristas del 11-M.
LA MOCHILA VIAJERA. El polic¨ªa vio la bolsa
en El Pozo
El escrito de un agente de polic¨ªa, quejoso porque el Ministerio del Interior no le hab¨ªa premiado con una medalla (que incorporaba un plus salarial) pese a sus esfuerzos en la jornada del 11-M, llev¨® al PP y a los medios del bulo a inventar que la bomba desactivada en Vallecas que aport¨® informaci¨®n valiosa para detener a los culpables del atentado era una prueba falsa.
El bulo cuenta que esa bolsa con la bomba dentro nunca estuvo en la estaci¨®n de El Pozo, y que lo que ocurri¨® en realidad fue que alguien la puso justo despu¨¦s de los atentados en alg¨²n sitio para que llegara a la comisar¨ªa de Vallecas, donde la descubrieron en la madrugada del 11 al 12 de marzo. Y esa manipulaci¨®n fue supuestamente realizada por una mano negra para que la polic¨ªa dirigiera su investigaci¨®n en una direcci¨®n determinada: la de los islamistas finalmente detenidos.
El polic¨ªa quejoso explic¨® c¨®mo ¨¦l recordaba haber visto en el and¨¦n de la estaci¨®n de El Pozo una bolsa de deportes muy parecida o igual a la que contempl¨® unos d¨ªas despu¨¦s en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos como la que conten¨ªa la bomba desactivada. Vio aquella bolsa cuando vigilaba las tareas de recuperaci¨®n de las pertenencias de los ciudadanos que viajaban en el tren que explot¨® en El Pozo. Incluso lleg¨® a detallar que, como aquella bolsa de deportes pesaba mucho, los funcionarios que recog¨ªan los enseres decidieron colocarla en otro bols¨®n negro vac¨ªo.
El polic¨ªa contaba tambi¨¦n que perdi¨® de vista ese bols¨®n con la bolsa de deportes que conten¨ªa la bomba porque fue de una comisar¨ªa a otra debido a ¨®rdenes contradictorias, y de all¨ª hasta el Ifema, donde estaban los cad¨¢veres, y de ese lugar nuevamente de regreso a la comisar¨ªa de Vallecas. Cuando se hizo el inventario, de madrugada, el agente en cuesti¨®n se hab¨ªa ido a descansar a su casa.
Ese testimonio y el viaje de un sitio a otro que sufri¨® la mochila -como tantas otras bolsas y pertenencias de las v¨ªctimas- permitieron al PP dudar de todo el sumario, pidiendo incluso que se anulase. Pero hasta seis polic¨ªas han ratificado ante el juez que nunca se perdi¨® la cadena de custodia de la mochila que, curiosamente, ten¨ªa en su interior lo mismo que otras dos bolsas de deportes con bombas que fueron explosionadas en los andenes de distintas estaciones por expertos en desactivaci¨®n de explosivos.
Hay m¨¢s casos, todos con un denominador com¨²n. La sospecha que se ha pretendido sembrar sobre el 11-M est¨¢ basada en informes inexistentes, hechos falsos o casualidades, que los fabricantes del bulo convierten con su pluma en evidencias de una conspiraci¨®n. Tres a?os despu¨¦s, ninguno de esos inventos ha recibido cr¨¦dito por parte de polic¨ªas, guardias civiles, jueces, fiscales o servicios de informaci¨®n. Los hechos se han encargado de enterrar la sospecha.
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