La realidad del sue?o americano
Caixaf¨°rum presenta 483 obras en la mayor retrospectiva nunca dedicada al fot¨®grafo estadounidense Lee Friedlander
"Mucho antes del debate actual sobre la fotograf¨ªa, Friedlander borr¨® los l¨ªmites entre la invenci¨®n y la reproducci¨®n de la realidad. Ha estado renovando la tradici¨®n durante 50 a?os y sigue haci¨¦ndolo". Lo afirm¨® Peter Galassi, conservador jefe de fotograf¨ªa del Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York y comisario de la exposici¨®n dedicada a Lee Friedlander, que recala en Caixaf¨°rum, la sede de la Fundaci¨®n La Caixa en Barcelona, tras su estreno en el MOMA, y su paso por M¨²nich y Par¨ªs. La exhibici¨®n, abierta hasta el 24 de junio, re¨²ne 483 obras, realizadas entre 1956 y 2006, todas en blanco y negro, excluido un peque?o conjunto de retratos en color para portadas de discos de jazz, recuerdo de cuando se ganaba la vida haciendo fotos para revistas y publicidad.
La irrupci¨®n de Friedlander (Aberdeen, Washington, 1934) en una escena marcada por el grave humanismo de los autores posb¨¦licos, fue un soplo de aire fresco. Su voluntad de inmortalizar "el paisaje social estadounidense" y los aspectos m¨¢s ¨¦picos de la cotidianidad, no le impidieron a?adir a su mirada una buena dosis de iron¨ªa y humor.
Hay muchos ejemplos en la serie que le hizo c¨¦lebre, Los monumentos americanos, de mediados de la d¨¦cada de 1970, como el caballo sin caballero de Arizona en homenaje a un prohombre de ficci¨®n, Tom Mix, el h¨¦roe de las pel¨ªculas del Oeste, y Father Duffy, el caballero sin caballo, perdido en el tr¨¢fico de la neoyorquina Times Square. "Aunque viaj¨® mucho, siempre fue mejor fot¨®grafo en Estados Unidos. Seg¨²n ¨¦l, s¨®lo Cartier-Bresson se sent¨ªa en casa en todo el mundo", indic¨® Galassi.
Lo que m¨¢s captura la atenci¨®n en medio de tan prol¨ªfica producci¨®n es la interacci¨®n del conjunto de los elementos que componen la foto: espejos, ventanas, puertas, escaparates, marcos y pantallas televisivas, en una alternancia obsesiva entre interior y exterior, que crea un curioso efecto de im¨¢genes concatenadas. Friedlander funde la lecci¨®n del franc¨¦s Eug¨¨ne Atget y del neoyorquino William Klein en lugares enigm¨¢ticos en medio de la nada, carreteras, esquinas, cruces y panoramas fragmentados por tendidos el¨¦ctricos, que demuestran su asombrosa capacidad de "trasformar los errores fotogr¨¢ficos en aciertos seductores".
"Friedlander es como Balzac, quiere incorporar a su obra todos los personajes de la comedia humana, por eso hace series de muchas fotos que ha reunido en m¨¢s de 20 libros", explic¨® Galassi, quien excus¨® la ausencia del fot¨®grafo, que se encuentra en Barcelona, pero que reh¨²sa cualquier contacto con la prensa desde hace a?os. "Dice que lo ha dejado todo menos el trabajo", precis¨® el comisario.
A lo largo del recorrido, el cuerpo humano va ganando presencia con las im¨¢genes de los obreros de las sider¨²rgicas de Pensilvania; los desnudos femeninos, a menudo abiertamente sexuales y ejemplares de su nula preocupaci¨®n por lo pol¨ªticamente correcto; varios autorretratos y retratos de amigos y familiares, donde destaca su esposa italiana, Maria, y su hijo Erik, m¨²sico de jazz y virtuoso del violonchelo, que tocar¨¢ en Barcelona el mes que viene.
Tras haber trabajado desde 1955 con una Leica de 35 mil¨ªmetros, peque?a y resistente, a principio de 1990 su creciente deseo de fotografiar los paisajes del m¨ªtico Oeste le llev¨® a cambiarse a una Hasselblad Superwide de objetivo gran angular, capaz de abarcar porciones de realidad mucho mayores. "Descubrir que la nueva c¨¢mara expande el espacio y da al espectador la sensaci¨®n de poder penetrar en la foto y agarrar sus elementos, le impulsa a retomar todo su trabajo para renovarlo", asegur¨® Galassi, y a?adi¨®: "Sabe que trabaja con una tecnolog¨ªa en v¨ªa de extinci¨®n, seguro de que si fuera joven estar¨ªa utilizando t¨¦cnicas digitales".
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