El hombre que escrib¨ªa para morir por su cuenta

Los adolescentes suelen querer creer que su patria est¨¢ en los libros, y que los poetas y la poes¨ªa es lo ¨²nico sagrado en un mundo lleno de vulgaridad y futilidades. Los padres suelen mirar este exceso de citas y discursos y nombres de escuelas literarias y divisiones trotskistas con una mirada piadosa, pensando: "Ya se le pasar¨¢". A Roberto Bola?o, por razones de car¨¢cter, pero tambi¨¦n por razones hist¨®ricas -hijo de los setenta, despatriado no s¨®lo simb¨®licamente sino efectivamente, a golpe de metralleta-, la adolescencia no se le pas¨®. A Roberto Bola?o la adolescencia sigui¨® -porque para su desgracia tambi¨¦n era l¨²cido, porque no s¨®lo le gustaba leer sino que sab¨ªa leer- doli¨¦ndole porque conoc¨ªa mejor que nadie sus mentiras y sus torpezas.

Escribi¨® como nadie sobre esas torpezas y esas mentiras. No lo hizo ni desde la nostalgia impostada, ni desde la decepci¨®n tambi¨¦n impostada, sino con verdadera ternura, con secreta templanza, con adolescente entusiasmo, con juvenil sarcasmo, con maduro control de su prosa. Lo hizo en poco tiempo, poco tiempo antes de morir, con la autoridad del que sabe que no le quedan m¨¢s fichas, que no tiene tiempo para otro intento. Es esa urgencia, y la fe que con contar basta para ser comprendido, lo que hace que lo que cuenta Bola?o sea tan directamente innegable. La extrema autoridad con que sus narradores nos hablan, nace de ese extra?o lugar desde el que Bola?o mismo nos habla, un adolescente -es decir, alguien que cree que no puede morir- que habla con la voz de un hombre que lo ¨²nico que sabe a ciencia cierta es que va a morir. Que escribe por eso y para eso, no para no morir sino para -como ped¨ªa Enrique Linh- morir por su cuenta.

Rafael Gumucio (Chile, 1970) es autor de Comedia nupcial y Memorias prematuras.