Clases medias revolucionarias
A la vez que impulsa el nacimiento de clases medias en las econom¨ªas emergentes, la globalizaci¨®n las est¨¢ socavando en los pa¨ªses industrializados. A escala global, seg¨²n el estudio prospectivo impulsado por el Ministerio de Defensa brit¨¢nico (Global Strategic Trends Programme 2007-2036), las clases medias se pueden ver distanciadas de un grupo reducido muy rico, y esas diferencias hacerse m¨¢s expl¨ªcitas "incluso para aquellos que van a ser materialmente m¨¢s pr¨®speros que sus padres y abuelos". A m¨¢s largo plazo, todas ellas pueden sentirse amenazadas, con lo que las clases medias podr¨ªan convertirse en revolucionarias, sustituyendo en ese papel al proletariado en la tradicional visi¨®n de Marx, concluye dicho estudio. No es descabellado.
Van a afrontar mayor desorden social y m¨¢s violencia en un entorno urbano de menor bienestar social y sistemas de pensiones en crisis. La revoluci¨®n del "proletariado de clase media", como lo llama el estudio, consistir¨ªa en que las clases medias del mundo se unir¨ªan, haciendo uso de su acceso al conocimiento y sus instrumentos, "para transformar los procesos transnacionales de acuerdo con sus propios intereses de clase", es decir, para construir otra globalizaci¨®n, aunque no est¨¦ a¨²n definida. Estamos ante una pleamar de las clases medias a nivel global y en esa revoluci¨®n podr¨ªan participar las chinas, que se cuentan en decenas o centenares de millones de personas, a cuyos intereses ha respondido el r¨¦gimen comunista introduciendo en la Constituci¨®n y desarrollando por ley la propiedad privada.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) observa por su parte el efecto de la globalizaci¨®n sobre el mercado laboral y los salarios. No es que estos hayan bajado en t¨¦rminos absolutos, ni estemos en un juego de suma cero en el que lo que unos ganan con la globalizaci¨®n lo pierden otros, porque como indica el estudio del Fondo, el tama?o de la tarta de la econom¨ªa ha aumentado. Aunque las ganancias en productividad tambi¨¦n han empujado el peso relativo de los salarios a la baja (un 8% desde 1980, la mayor parte desde 1990), casi todos han ganado, si bien ha crecido tambi¨¦n la desigualdad.
Con la entrada de China, India y la otrora Europa del Este, Rusia incluida, en la econom¨ªa global, se ha multiplicado por cuatro la oferta global de mano de obra efectiva. Es lo que Clyde Prestowitz, en un libro famoso, llam¨® los "3.000 millones de nuevos capitalistas", que hacen que el poder se desplace hacia Oriente. Pero tambi¨¦n ¨¦ste y el Sur van a Occidente. El Fondo recuerda que los pa¨ªses desarrollados no s¨®lo importan m¨¢s productos y servicios de las econom¨ªas emergentes, sino tambi¨¦n mano de obra: la fuerza laboral de EE UU cuenta ahora con un 15% de inmigrantes, proporci¨®n comparable a la de importaciones en relaci¨®n con el PIB.
Adem¨¢s, en nuestras econom¨ªas se ha producido una precarizaci¨®n del empleo, especialmente entre los m¨¢s j¨®venes y tambi¨¦n entre los hijos de las clases medias con situaciones m¨¢s fijas, adem¨¢s de entre los menos cualificados. Esta precarizaci¨®n es la que est¨¢ detr¨¢s del aumento de algunos movimientos de extrema derecha en pa¨ªses europeos. Y es la que puede contribuir a que se cumpla el pron¨®stico del Ministerio de Defensa brit¨¢nico. Pues, aunque sus integrantes vivan mejor, los fundamentos de las clases medias occidentales -y de las bajas, claro- se est¨¢n viendo demediados.
La ONU proyecta que la poblaci¨®n en edad laboral aumente en el mundo en un 40% de aqu¨ª a 2050. O encuentra trabajo, especialmente en pa¨ªses que ya tienen una poblaci¨®n muy joven como los vecinos del Mediterr¨¢neo, o se convertir¨¢ en pasto para los radicales, con efectos que estamos viendo estos d¨ªas en Argel y en Casablanca, despu¨¦s de Nueva York, Bali, Madrid y Londres, por no contar los que se han evitado. Un radicalismo alimentado no s¨®lo por los malditos de esta tierra, sino tambi¨¦n por lo que en sus pa¨ªses son, a menudo, los hijos frustrados de las clases medias. aortega@elpais.es
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