Cuando Michelin tose, Francia se resfr¨ªa
Clermont-Ferrand. la ciudad sede de la multinacional, refleja los temores ante la globalizaci¨®n
Barrios enteros de casas de dos pisos se extienden al este de Clermont-Ferrand, con calles que llevan nombres como La Voluntad o El Valor. Son las Ciudades Michelin, construidas para los trabajadores en los a?os veinte en esta ciudad del centro de Francia, que sigue albergando la sede internacional del gran productor mundial de neum¨¢ticos. Entonces hab¨ªa escuelas, hospitales, supermercados, centros deportivos creados y gestionados por la empresa y Clermont-Ferrand era conocida como Michelinville.
"Durante todo un periodo, la ciudad fue muy dependiente, pero las cosas han cambiado mucho. Ya no estamos en situaci¨®n de monoindustria", explica Alain Martinet, teniente de alcalde socialista, veterano sindicalista y un Bib, como son conocidos aqu¨ª los empleados de Michelin por el mu?eco que simboliza la marca. Sin embargo, las relaciones no siempre han sido f¨¢ciles. Durante el largo proceso de reconversi¨®n de la empresa al mundo de la globalizaci¨®n, entre 1983 y 2000, se produjeron nueve planes de supresi¨®n de empleo y se pas¨® de 30.000 puestos de trabajo en Clermont a 13.000.
La muerte en mayo de 2006 en un accidente de pesca, a los 43 a?os, del patr¨®n y heredero de la dinast¨ªa, Eduard Michelin, durante cuya gesti¨®n se hab¨ªa producido una significativa modernizaci¨®n de la empresa, represent¨® un terrible sobresalto para la urbe, de 200.000 habitantes (300.000, si se tienen en cuenta los suburbios). Primero, por la inesperada muerte de un ciudadano muy conocido -viv¨ªa en pleno casco antiguo, junto a la catedral- y segundo por el temor a que significase el final de la relaci¨®n centenaria entre Michelin y Clermont. "Circularon muchas preguntas sobre este tema, pero el nuevo responsable, Michel Rollier, disip¨® r¨¢pidamente las dudas", explica Eric de Cromieres, director general para Europa. "Es una pregunta que nunca se ha acabado y que sigue presente en la ciudad. Podemos decir que cuando Michelin tose, la ciudad se resfr¨ªa", se?ala Martinet, autor del libro Michelin. Mitos y realidades. "Cada vez que ocurre algo en la empresa, la poblaci¨®n lo observa con mucha atenci¨®n. Durante los a?os ochenta, hubo una enorme inquietud", reconoce Andr¨¦ Malet, uno de los directivos de la multinacional y el responsable de todo el programa puesto en marcha por Michelin para amortiguar, con ayudas, el impacto de la p¨¦rdida de puestos de trabajo.
La ciudad tiene un desempleo inferior a la media francesa, un 7,3% frente a un 8,8%
Y lo han logrado, seg¨²n reconocen sindicatos y Ayuntamiento. Clermont tiene un paro inferior a la media francesa (un 7,3% frente a un 8,8%) y, aunque presenta todo el aspecto de ser una de esas ciudades que se acuestan temprano, no es en absoluto un lugar deprimido, m¨¢s bien todo lo contrario.
Clermont-Ferrand, capital de Auvernia, es una ciudad densa en historia francesa: est¨¢ situada muy cerca de Gergovia, el emplazamiento nunca descubierto en el que Vercingetorix derrot¨® a las legiones romanas, y es el lugar en el que naci¨® el fil¨®sofo y matem¨¢tico Blaise Pascal. All¨ª transcurren dos de las pel¨ªculas m¨¢s famosas del cine franc¨¦s, La pena y la piedad, un documental sobre la ocupaci¨®n, y Mi noche con Maud, de Eric Rohmer, cuyo protagonista, naturalmente, trabaja en Michelin. En realidad, la multinacional est¨¢ presente un poco por todas partes, aunque la llamada cultura Bib haya desaparecido, como explica el periodista Pierre-Gabriel Gonzalez, que acaba de publicar el libro Michelin y su ciudad. Te amo. Yo tampoco.
"Desde principios de siglo hasta los a?os ochenta, hubo toda una tradici¨®n de familias enteras que trabajaban para Michelin, que estudiaban en escuelas Michelin y viv¨ªan en los barrios Michelin", relata este periodista y escritor que lleg¨® a Auvernia hace 20 a?os. Conforme el Estado fue tomando un papel social cada vez m¨¢s importante, tras la II Guerra Mundial, las estructuras paternalistas de Michelin se fueron diluyendo. Con la disminuci¨®n de empleos industriales y el aumento de ejecutivos (ahora un 70% de los empleados en Clermont son cuadros) fue desapareciendo tambi¨¦n su peso familiar.
Sin embargo, Michelin sigue siendo Michelin, y no s¨®lo en Clermont-Ferrand. Son muchos los que creen que, a pesar de la ley de las 35 horas, uno de los factores que contribuyeron a que una parte de la izquierda renunciase a apoyar al entonces primer ministro socialista Lionel Jospin, lo que le llev¨® a no lograr pasar a la segunda vuelta de las presidenciales de 2002, est¨¢ relacionado con la multinacional del neum¨¢tico.
En 1999, Michelin, tras comunicar una subida en los beneficios, anunci¨® tambi¨¦n una supresi¨®n de 7.500 empleos en tres a?os, lo que provoc¨® no s¨®lo un movimiento de temor en Clermont -"Hubo gente que pens¨® que iban a echar a la mitad de los trabajadores", recuerda Gonzalez-, sino que precipit¨® una oleada de protestas en todo el pa¨ªs. Pero Jospin pronunci¨® en televisi¨®n unas palabras muy criticadas desde la izquierda francesa -"El Estado no lo puede todo"-, que fueron recordadas muchas veces durante la campa?a de 2002. Quiz¨¢s porque cuando Michelin tose, es Francia la que se resfr¨ªa.
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