La escuela argentina, en pie de guerra
El Gobierno trata de reflotar los restos de un sistema educativo que fue prestigioso
Profesores en las calles en vez de en las aulas, colegios vigilados por polic¨ªas antidisturbios, cientos de miles de alumnos sin comenzar el curso escolar 2007 y un enfrentamiento entre el Gobierno federal, que quiere reflotar el que fuera uno de los sistemas educativos p¨²blicos m¨¢s prestigiosos de Am¨¦rica, y varios Gobiernos provinciales -algunos de signo pol¨ªtico contrario- que frenan la reforma. ?ste es el panorama del comienzo del curso en la ense?anza p¨²blica argentina, agravado por la muerte de un profesor a manos de la polic¨ªa de Neuqu¨¦n, donde se mezclan salarios baj¨ªsimos, escasez de medios y la conciencia de la necesidad urgente de poner en marcha la ley aprobada en diciembre por el Gobierno.
"Nos hacen falta al menos 20 a?os para recuperarnos", dice una l¨ªder sindical
La ense?anza p¨²blica argentina ha tocado fondo y los ejemplos son innumerables. Apenas a una treintena de kil¨®metros del centro de Buenos Aires, con sus grandes avenidas, desbordante vida cultural y tiendas de lujo, los alumnos de una escuela p¨²blica de la localidad de Florencio Varela asisten a clase vestidos con sus batas blancas. Su colegio es un edificio de una sola planta con paredes visiblemente deterioradas o simplemente sin terminar, y rejas -muchas de ellas con los cierres rotos- en habitaciones que guardan "material sensible de robos", tales como las cacerolas y cubiertos que se utilizan en el comedor. Los asaltos y destrozos nocturnos no son raros. En Neuqu¨¦n, una de las provincias m¨¢s ricas del pa¨ªs y donde los profesores exigen la dimisi¨®n del gobernador derechista Jorge Sobisch, la jubilaci¨®n de los docentes se calcula a partir de una base de apenas 40 euros. En la misma capital argentina, en teor¨ªa con una situaci¨®n mejor, hay aulas donde 50 ni?os hacen lo que pueden para acomodarse y aprender.
Una de las cosas que m¨¢s duele a los docentes argentinos es que la situaci¨®n no siempre fue as¨ª, sino m¨¢s bien al contrario. "Los a?os dorados de la ense?anza p¨²blica fueron los sesenta. Entonces decir 'p¨²blica' era sin¨®nimo de excelencia", destaca Stella Maldonado, secretaria de Educaci¨®n de la Confederaci¨®n de Trabajadores de la Educaci¨®n de la Rep¨²blica Argentina (CTERA), el sindicato m¨¢s importante en los colegios del pa¨ªs. Una excelencia que se reflejaba en el hecho de que las familias de las clases altas enviaban a sus hijos a colegios e institutos p¨²blicos, mientras que la escuela privada ten¨ªa fama de ser m¨¢s "blanda" y, por tanto, m¨¢s f¨¢cil de superar para aquellos que pod¨ªan pagar la matr¨ªcula. Centros como el Colegio Nacional Buenos Aires ten¨ªan todos los a?os una lluvia de solicitudes que le permitieron convertirse en un punto de referencia en Latinoam¨¦rica.
Maldonado explica que el proceso para desmantelar este sistema, donde la ense?anza depend¨ªa en organizaci¨®n, contenidos y supervisi¨®n del Gobierno federal, comenz¨® con el golpe militar del 24 de marzo de 1976, que elimin¨® toda posible resistencia. La misma noche de la asonada, el secretario general de la CTERA, Isauro Arancibia, fue asesinado. "Una de las primeras medidas de la dictadura fue transferir las escuelas primarias a las provincias, pero sin dotarlas de prepuesto para ello", destaca Maldonado.
El panorama no mejor¨® con la vuelta de la democracia en 1983 ni en a?os siguientes. De hecho, durante el Gobierno del peronista Carlos Menem (1990-1999) se transfiri¨® tambi¨¦n la ense?anza secundaria a las provincias... y sin dotarlas de medios. El Estado federal dej¨® de tener escuelas y de encargarse de su administraci¨®n. Como resultado se produjo un fuerte deterioro tanto de las de las infraestructuras como de las condiciones de trabajo de los docentes, que emigraron en masa a empleos en la industria privada mejor remunerados durante la ¨¦poca en que un peso argentino y un d¨®lar ten¨ªan -por decreto- el mismo valor. El nivel educativo se resinti¨® fuertemente. La dirigente sindical pone como ejemplo del da?o infligido a la educaci¨®n los suspensos masivos que se producen todos los a?os en pruebas de acceso a la universidad. Las cifras tambi¨¦n son rotundas. El 40% de los j¨®venes deja de estudiar entre los 13 y los 18 a?os y el 8% de los adolescentes ni siquiera termina la ense?anza obligatoria.
El Gobierno argentino trata de cambiar el panorama con una ley, que ha entrado en vigor este a?o, seg¨²n la cual la educaci¨®n es considerada un bien p¨²blico y el Estado est¨¢ encargado de garantizarla y, adem¨¢s, queda explicitado que no puede delegar esta obligaci¨®n. La ense?anza pasa a ser obligatoria hasta los 17 a?os, se introducen contenidos como educaci¨®n sexual y se establecen mecanismos de formaci¨®n continuada de los profesores, dejando bien claro que ninguna persona condenada por delitos de lesa humanidad puede ejercer. Una ley de financiaci¨®n complementaria ha establecido que el 6% del PIB ser¨¢ dedicado ¨ªntegramente a educaci¨®n primaria y secundaria.
El reto ahora es lograr que los prop¨®sitos pasen a la realidad. Y es que algo tan b¨¢sico como la elevaci¨®n del salario m¨ªnimo por encima del nivel de pobreza a 260 euros, ha causado una oleada de movilizaciones tras la negativa de varias provincias a aplicarlo o a realizar subidas proporcionales a la decretada por el Gobierno federal. "Nos hacen falta al menos 20 a?os para recuperarnos", advierte Stella Maldonado. Y aunque el tango diga que "veinte a?os no es nada", la educaci¨®n argentina se dispone a emprender un largo camino de vuelta.
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