El sue?o de Madrid
Peridis (Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez) so?aba con ser portero del Real Madrid cuando vino a esta ciudad hace m¨¢s de 40 a?os, desde su Aguilar de Campoo, del que por otra parte nunca parece haberse ido del todo: Madrid no impone nunca renuncias al origen. Entonces se ven¨ªa a Madrid por necesidad y, casi siempre, con un sue?o. Y Peridis so?aba con la porter¨ªa del Bernabeu y no con sacarle las tripas a una realidad compleja y sintetizarla en unas cuantas vi?etas como hace ahora. Pero teniendo ¨¦l por t¨ªo a un auditor del Tribunal de la Rota, que lo iba a acoger en su casa, cualquiera le contaba al grave monse?or su sue?o de chiquillo. De modo que cuando el reverendo t¨ªo le pregunt¨® a qu¨¦ ven¨ªa a Madrid, ech¨® en olvido el sue?o, se instal¨® en la realidad y declar¨® humildemente: "A estudiar y trabajar".
Peridis consigue un buen retrato de esta ciudad que en todo tiempo ha acogido los sue?os de los que llegan a ella
Se comprende que la incertidumbre del muchacho, que oler¨ªa a¨²n a las galletas que perfumaban el cami¨®n que le acababa de traer de su provincia palentina, no le permitiera precisar m¨¢s en qu¨¦ quer¨ªa trabajar ni qu¨¦ era lo que pretend¨ªa estudiar, pero al t¨ªo Laureano, que ¨¦ste era el nombre del cura, si le interesaba saber por d¨®nde quer¨ªa tirar su sobrino en los estudios. Cuenta Peridis que le respondi¨® que deseaba estudiar arquitectura, m¨¢s que nada porque no se le daban mal el dibujo ni las matem¨¢ticas, y que le dijo as¨ª lo primero que se le vino a la cabeza. Pero describe bien el asombro del t¨ªo que le pregunt¨® si pensaba que en Madrid ataban los perros con longaniza.
Habr¨¢ que imaginarse lo que le hubiera dicho de haberle contado su verdadero sue?o de guardameta, a pesar de ser aquella una ¨¦poca en la que ni los clubes de f¨²tbol eran sociedades an¨®nimas, ni los guardametas eran much¨ªsimo mejor retribuidos que los arquitectos. El t¨ªo cura de Peridis acab¨® enter¨¢ndose de los intentos del sobrino por cambiar la porter¨ªa de los Maristas de su colegio por la del Real Madrid, y de las incursiones furtivas en la gloria del f¨²tbol de aquel muchacho llegado de provincias, de modo que, aunque dice Peridis que "el sue?o deportivo se lo llevaron por delante la realidad y la vida", habr¨¢ que atribuir al cura pragm¨¢tico alg¨²n m¨¦rito en el Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez que acab¨® siendo Peridis.
Ahora Peridis lo cuenta en su libro El cabo caricaturas (Memorias con arte-Ediciones Valnera) en un tomo al que acompa?a otro, Luz cenital, que describe la brillante realidad de restaurador de muros y creador de nuevos espacios en la que termin¨® la aparente osad¨ªa ante el cura de aquel muchacho de provincias y el modo en que Madrid se ha beneficiado de su talento arquitect¨®nico. Este ejercicio de memoria de Peridis se detiene tambi¨¦n, como es l¨®gico, en los recuerdos de infancia y juventud de su tierra natal y en el despertar a la vida de esa mirada que escruta desde hace muchos a?os la actualidad en una completa cr¨®nica gr¨¢fica de nuestro tiempo.
Las memorias son siempre, de una u otra manera, el recuento de un sue?o, con los ensimismamientos, los logros y las frustraciones de su autor y de su entorno. La conquista de Madrid fue en Peridis la conquista de una ilusi¨®n, una conquista de aprendizaje en la que se implic¨® por bien de su propia vida y con la generosidad con que siempre se ha entregado a los dem¨¢s.
Este Peridis de hoy se fue fraguando en residencias de fuerte disciplina y en empleos modestos, donde a veces hizo de chico para todo, y a trav¨¦s de los cuales se describe con acierto y sin pretensiones el Madrid de la ¨¦poca, con sus dificultades; un Madrid en el que se desarrolla la plural sensibilidad art¨ªstica del autor de estas memorias, sus propias vicisitudes y las de los personajes que va conociendo y en los que se apoya o de los que va aprendiendo y admira: tan arquitecto y caricaturista como activista social. Pero no incurre nunca en el defecto de describir con mirada de hoy lo que pas¨® ayer, ni entra en ajustes de cuentas con lo m¨¢s sombr¨ªo de sus experiencias. No se ahorra el entusiasmo por la vida que le es tan propio y a trav¨¦s de su propia experiencia consigue, entre otras cosas, un buen retrato de esta ciudad que en todo tiempo ha acogido los sue?os de los que llegan a ella.
No es ¨¦ste el ¨²nico valor de El cabo caricaturas, libro en el que Peridis despliega la misma capacidad descriptiva y de amenidad que le he admirado siempre en la radio, pero con el ejemplo de su vida madrile?a que se extiende hasta d¨ªas recientes hace justicia a esta realidad compleja e ilusionante que siempre ha sido Madrid.
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