Las barbas del muerto
La declaraci¨®n de un potencial suicida ayuda a reconstruir el perfil radical de El Egipcio
La c¨¢mara de la sala se detiene en El Egipcio. Sus ojos verdes est¨¢n clavados en la pantalla de televisi¨®n; su brazo izquierdo, apoyado en la espalda que le ofrece un joven preso. La tecnolog¨ªa -tan limpia, tan silenciosa, tan eficaz- est¨¢ retratando sin quererlo un tri¨¢ngulo sobrecogedor.
La c¨¢mara de la sala se detiene en El Egipcio. Sus ojos verdes est¨¢n clavados en la pantalla de televisi¨®n; su brazo izquierdo, apoyado en la espalda que le ofrece un joven preso dentro de la pecera de acusados. La tecnolog¨ªa -tan limpia, tan silenciosa, tan eficaz- est¨¢ retratando sin quererlo un tri¨¢ngulo sobrecogedor. Dos de esos tres hombres, el que aparece en la pantalla declarando desde B¨¦lgica y el que ofrece sumiso su espalda a El Egipcio, deber¨ªan estar ya muertos. El de B¨¦lgica, un tal Mourad Chabarou, lleg¨® a hacer su testamento antes de emprender un viaje a Inglaterra que ¨¦l pens¨® definitivo. El de Espa?a, Abdelmajid Bouchar, es el joven atl¨¦tico que escap¨® del piso de Legan¨¦s justo antes de que los otros siete ocupantes se suicidaran. En medio de sus dos destinos cruzados est¨¢ El Egipcio.
- Que la paz sea contigo.
- ?C¨®mo est¨¢s?
- Bien, bien, tu voz y tu imagen me siguen a todas partes. Te echo de menos.
- Gracias a Dios.
- Tengo los cascos puestos. Estoy escuchando la cita de Takaffa Shahid (la lecci¨®n del m¨¢rtir) y estoy pensando en ti. Te juro que oigo la cita y pienso en ti. Est¨¢s en mi pensamiento, que Dios te bendiga.
El que escucha las palabras de los m¨¢rtires es El Egipcio. Quien se muestra agradecido por haber sido designado para tan noble fin, Mourad Chabarou. El Egipcio est¨¢ en Italia. Mourad, en B¨¦lgica. En alg¨²n lugar entre ellos la polic¨ªa escucha, primero, y detiene despu¨¦s.
Tras 30 sesiones, el juicio del 11-M empieza a acercarse ya -cada vez m¨¢s orilladas las interferencias conspirativas- al origen de los atentados.
La fiscal Olga S¨¢nchez interroga a Mourad, preso en B¨¦lgica. Da la impresi¨®n de ser un joven espabilado, muy preocupado por no perjudicar con sus palabras a sus amigos espa?oles. Llama la atenci¨®n su larga barba negra, su porte de islamista sin complejos, tan distinto al muy estudiado aspecto occidental que lucen d¨ªa tras d¨ªa los ocupantes de la habitaci¨®n de cristal blindado: Zouhier con sus camisas imposibles, Almalah encarg¨¢ndole corbatas a su abogado...
Quien m¨¢s pendiente est¨¢ de lo que dice Mourad es El Egipcio. De hecho, en un momento determinado, su tensi¨®n estalla y en un segundo hace a?icos su bien trabajada imagen de hombre calmado. Se levanta, gesticula, protesta por una traducci¨®n que perjudica a sus intereses. El Egipcio era hasta ahora un hombre sin paisaje, pero ayer la fiscal le fue construyendo uno lleno de libros, v¨ªdeos y m¨²sicas muy comprometedoras, de amigos aparentemente sin dinero que, sin embargo, viajan y se encuentran en los lugares m¨¢s calientes de Europa. El abogado Gonzalo Boy¨¦ completa el trabajo de la fiscal. Intenta demostrar el papel de cintas y v¨ªdeos en el adoctrinamiento de los terroristas. Mourad, desde B¨¦lgica, abandona su rictus serio para tratar de ridiculizar la relevancia de "los cantos de los m¨¢rtires".
-No tienen ninguna importancia. Yo me divierto con esa m¨²sica.
La sesi¨®n de la ma?ana, muy densa, deja la sensaci¨®n en la sala de que el juicio ha abandonado ya lo accesorio para centrarse por fin en buscar la condena de los acusados. No hay ninguna pregunta estridente ni fuera de lugar, lo que no deja de ser noticia. Pero llega la tarde y regresa el sainete. El juez Javier G¨®mez Berm¨²dez ordena a dos agentes de uniforme que le quiten los grilletes a Abdelkrim Bensmail y lo sienten en la silla azul.
- Comparece usted en condici¨®n de testigo.
- Vale.
Tiene la palabra el abogado Emilio Murcia, de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo (AVT). Ante ¨¦l est¨¢ un tipo peligroso, un terrorista en prisi¨®n desde hace 10 a?os justos, detenido en abril de 1997 por pertenecer a una c¨¦lula comandada por Allekema Lamari, quien, transcurrido el tiempo, se convertir¨ªa en el s¨¦ptimo suicida de Legan¨¦s.
Los funcionarios de prisiones conocen bien el talante de Bensmail. Cuatro de los 10 a?os que ha permanecido en prisi¨®n lo ha hecho en celdas de aislamiento. Su comportamiento y sus ideas son cada vez m¨¢s radicales. En los rezos, tambi¨¦n en la comida. En la prisi¨®n de Alicante, donde fue trasladado recientemente desde Villabona, ha emprendido la guerra del cordero. Se niega a comerlo mientras los funcionarios no le garanticen fehacientemente que ha sido sacrificado seg¨²n el rito musulm¨¢n. Lo que m¨¢s preocupa en la prisi¨®n es su capacidad creciente de embaucar al m¨¢s calmado. Emilio Murcia empieza su interrogatorio.
- Se?or Bensmail, ?qu¨¦ relaci¨®n tiene con Jorge Garc¨ªa Sertucha?
- Ninguna.
- ?Con Fernando Irakua Albizu?
- Tampoco.
- ?Con Henri Parot?
- No
- ?Con Gurruchaga Harriet?
- No...
Por el juicio del 11-M han pasado ya decenas de musulmanes, pero ninguno de ellos como Abdelkrim Bensmail. Su vestimenta de talib¨¢n de reglamento provoc¨® una exclamaci¨®n de sorpresa general al entrar en la sala. Tuvo que ser el presunto amigo de Henri Parot y no otro quien se presentara en el juicio de semejante guisa. Ya es mala suerte.
LA VISTA AL D?A
Los agentes italianos que detuvieron a El Egipcio declaran tras el puente de mayo
El juicio del 11-M no se reanudar¨¢ hasta el pr¨®ximo 3 de mayo. Ese d¨ªa, polic¨ªas italianos que intervinieron en el seguimiento y detenci¨®n de Rabei Osman, El Egipcio, procesado por los atentados de los trenes, se explicar¨¢n ante el tribunal.
LA NOTA HALLADA EN EL BOLSILLO DEL ISLAMISTA
Abdelkrim Bensmail, terrorista islamista preso, declar¨® ayer en el juicio en relaci¨®n con una nota manuscrita que supuestamente ¨¦l pose¨ªa y en la que aparec¨ªa la direcci¨®n del etarra Henri Parot: "Esas notas no son m¨ªas, a m¨ª no me han cogido nada, he mandado cartas a otros presos musulmanes amigos m¨ªos, pero ¨¦stas no son m¨ªas", dijo
El islamista admiti¨® que Allekema Lamari, uno de los terroristas del 11-M que se suicid¨® en Legan¨¦s, era amigo suyo y le enviaba peri¨®dicamente giros postales con 100 euros
Bensmail reconoci¨® que un militante socialista, Fernando Huarte, presidente de una asociaci¨®n de amigos de Palestina, le visit¨® en la c¨¢rcel en varias ocasiones, le consigui¨® un permiso para visitar a un dentista y le ayudo econ¨®micamente a pagar esos gastos m¨¦dicos
Mourad Chabarou, preso en B¨¦lgica, es amigo de Rabei Osman, El Egipcio. Ayer declar¨®: "En abril de 2004, Rabei me llam¨®. Me pregunt¨® si conoc¨ªa a Serhane [El Tunecino, suicida de Legan¨¦s y presunto autor del 11-M] y le dije que no. Me cont¨® que hab¨ªa fallecido y dijo: 'Que Dios le recompense con el para¨ªso'. Yo contest¨¦ como cualquier musulm¨¢n ante la muerte de una persona: 'Que Dios se apiade de ¨¦l"
El Egipcio, seg¨²n Chabarou, le dijo que ten¨ªa muchas cosas que contarle pero que era mejor no hablar por tel¨¦fono. Nunca supo qu¨¦ quer¨ªa contarle su amigo porque fue detenido poco despu¨¦s, el 8 de junio de 2004
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