La hora del ba?o
El se?alamiento en el campo ha acabado con el baile de camiones
Antonio Pulido, uno de los presidentes de la plaza de toros de Sevilla, afirma con rotundidad que el se?alamiento en el campo de los toros que se van a lidiar en la Maestranza, previsto en el actual reglamento, es un ¨¦xito total, y que con esta nueva pr¨¢ctica se han acabado los bailes de camiones cargados de reses rechazadas camino de la dehesa.
Dentro de los dos meses anteriores a la fecha del espect¨¢culo, los equipos gubernativos visitan las distintas ganader¨ªas anunciadas, reconocen diez o doce toros preparados por el ganadero y elaboran un dictamen en el que se se?alan los toros que se descartan -s¨®lo esta decisi¨®n tiene car¨¢cter vinculante-, los que se aprueban a la espera del reconocimiento definitivo en la plaza y las reses que deben ser objeto de seguimiento en el campo.
Mientras el presidente anota, los vaqueros intentan que el animal se mueva
S¨®lo el criterio un¨¢nime del equipo veterinario tendr¨¢ car¨¢cter vinculante
Pulido asegura que este trabajo se realiza sin presi¨®n alguna por parte del ganadero o de la empresa, agiliza el reconocimiento de los toros y evita las largas sesiones en los corrales de la plaza que se produc¨ªan hasta la entrada en vigor del reglamento andaluz. "Recuerdo que un d¨ªa de feria estuvimos viendo toros desde las doce del mediod¨ªa hasta las dos de la madrugada, y, afortunadamente, podemos decir que eso ha pasado a la historia", dice el presidente sevillano.
Estos comentarios los hac¨ªa Pulido el pasado domingo, tras el reconocimiento de nueve toros de la ganader¨ªa de N¨²?ez del Cuvillo. La ceremonia se celebr¨® por la noche porque los alrededores de la Maestranza estuvieron ocupados por la ma?ana por los coches de caballos que participaron en una exhibici¨®n.
Unos potentes focos de luz blanca iluminan un corral cuadrado de cortas dimensiones, bordeado por largos burladeros de cemento. Los toros pasan, uno a uno, desde el cami¨®n a la b¨¢scula, y de ¨¦sta al corral. Abajo, est¨¢n Eduardo Canorea, uno de los dos gerentes de la empresa, el delegado gubernativo y dos veterinarios; arriba, en una balconada, el presidente; Ram¨®n Valencia, el otro gerente, un tercer veterinario, representantes del ganadero y de las cuadrillas y un reducido grupo de aficionados.
Si pide absoluto silencio. Y una voz en off que surge del interior da la noticia: ?Toro va! Y sale el animal, impresionante visto desde arriba, sorprendido y desafiante, quiz¨¢ asustado del espacio y la luz. Y antes de que levante la cabeza nota en su testuz el agua refrescante de una manguera que le recorre el cuerpo y que el toro acepta con agrado; o eso es, al menos, lo que parece.
Mientras el presidente anota sus impresiones en una libreta, los vaqueros intentan que el animal se mueva, y comienza as¨ª un rito verbal curioso y ancestral, basado en sonidos guturales de imposible transcripci¨®n pero, por lo visto, de f¨¢cil comprensi¨®n para los toros, porque, antes o despu¨¦s, consegu¨ªan el efecto deseado. Los llaman desde los burladeros, y procuran que no derroten para evitar lesiones en los pitones.
El primer toro queda lustroso, pero se niega a abandonar el corral. Salen ocho cabestros temerosos que dan vueltas alrededor de ¨¦l, hasta que huyen despavoridos; sale a cuerpo limpio el cabestrero, provisto s¨®lo de una vara, y le ordenan que no se la juegue. Ante la terquedad manifiesta del animal, optan por que le acompa?e un segundo toro. Parece que se reconocen y se saludan con cordial animalidad. Agua y limpieza para el visitante, y juntos, fresquitos y limpios, deciden abandonar el recinto.
As¨ª, uno tras otro, hasta los nueve previstos. Tras el reconocimiento, reuni¨®n por separado de las distintas partes, y encuentro posterior entre todos para la exposici¨®n de pareceres. S¨®lo el criterio un¨¢nime del equipo veterinario sobre la edad, el peso y las condiciones sanitarias de las reses tendr¨¢ car¨¢cter vinculante para el presidente. ?ste escuchar¨¢ las opiniones del empresario, el ganadero y los representantes de los espadas y resolver¨¢ lo que considere sobre la idoneidad de los toros.
Elaborado el preceptivo informe, los toros quedan bajo la absoluta responsabilidad del ganadero. Para ello, el mayoral se instala en unas dependencias acondicionadas con literas y cuarto de ba?o. ?l velar¨¢ por la integridad de sus toros hasta el inicio del espect¨¢culo.
El presidente Antonio Pulido insiste en que las negociaciones con las empresas son muy fluidas, y que el se?alamiento en el campo ha evitado las tradiciones discusiones que protagonizan anta?o el reconocimiento en la plaza.
Limpios y aprobados, los toros salieron al ruedo. Y Morante y Talavante triunfaron. En ambos casos, Pulido sac¨® los dos pa?uelos blancos -indicativos de que conced¨ªa las dos orejas- al mismo tiempo. "Lo ten¨ªa muy claro", dice, "s¨¦ que ha habido desacuerdos, pero la decisi¨®n estaba tomada".
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