Silencios, recuerdos y Sarkozy
Hechas ya las reflexiones oportunas sobre el Sal¨®n del C¨®mic de Barcelona, toca enfrentarse a la dura realidad de una pila de tebeos que alcanza una altura ciertamente amenazante. Determinar por d¨®nde se comienza no es decisi¨®n balad¨ª, al contrario. Una mala elecci¨®n puede suponer una decepci¨®n que arruine las ganas de seguir leyendo o, peor, que se origine un derrumbe fatal de la monta?a de novedades, con el peligro de quedar asfixiados bajo toneladas de tebeos. Fallecimiento feliz para un vicioso de la historieta, todo sea dicho, pero que no deja de formar parte de las maneras m¨¢s est¨²pidas de encontrarse con la guada?a.
- Primero. Estudiados los aspectos f¨ªsicos del problema y a?adiendo que la mejor opci¨®n es siempre aquello conocido, la lectura empieza por la cuarta entrega de Lupus, de Frederick Peeters (Astiberri), final de una de esas historias que demuestran que el g¨¦nero es tan s¨®lo una gran herramienta, un instrumento que depende totalmente de las intenciones de quien lo utiliza. Es posible que Peeters sorprendiera a muchos cuando cambi¨® el relato intimista de P¨ªldoras azules por esta historia de ciencia-ficci¨®n que narra la huida de los j¨®venes Lupus y Sanaa, pero, a poco que nos adentremos en sus p¨¢ginas, encontraremos precisamente ese af¨¢n por estudiar la relaci¨®n humana que exist¨ªa en sus anteriores relatos.
La soledad del espacio se convierte aqu¨ª en un perfecto veh¨ªculo para poder centrarse en los sentimientos de sus protagonistas, transmitidos al lector a trav¨¦s de miradas y gestos, demostrando la sensibilidad innata de este autor para plasmar emociones, apenas esbozadas con un par de vi?etas sabiamente intercaladas y, sobre todo, dosificando los silencios, consiguiendo que ¨¦stos sean los que marquen el ritmo de la narraci¨®n. Es dif¨ªcil cerrar las p¨¢ginas de Lupus y resistir la tentaci¨®n de volver a leer un pasaje, de deleitarse de nuevo con alguna de sus bell¨ªsimas p¨¢ginas.
- Segundo. Para seguir manteniendo el nivel, pasemos de la seguridad de la serie a la que da el nombre reconocido de un autor, en este caso el del italiano Gipi, que ya epat¨® con Exterior noche y maravill¨® con la espl¨¦ndida Apuntes para una historia de guerra. A priori, tras dos tebeos con un nivel tan elevado, la raz¨®n dicta que es mejor rebajar las expectativas, por aquello de los posibles chascos que uno se pega cuando son demasiado altas. Pero el coraz¨®n sigue esperando que la cosa contin¨²e, as¨ª que nos obliga a lanzarnos en tromba a la lectura de S. (Ediciones Sins Entido), con manos temblorosas a la espera de lo que ocurrir¨¢. Y, contra todo pron¨®stico, Coraz¨®n 1, Raz¨®n 0. Gipi lo vuelve a hacer y consigue de nuevo una obra majestuosa, en la que explora la vida de un desconocido S. a trav¨¦s de los recuerdos de su hijo. Ya sean remembranzas rigurosas, inconexas o contradictorias, la memoria va reconstruyendo la personalidad como un rompecabezas del que no tenemos gu¨ªa, componiendo un retrato que participa de sensaciones, realidades e imaginaci¨®n a partes iguales. Conmovedora a momentos, divertida otros, reflexiva siempre, S. lanza al lector el dif¨ªcil reto de volver al pasado s¨®lo como ejercicio de la memoria.
- Postre. Despu¨¦s de dos platos tan potentes, nada mejor que algo chispeante, como la demoledora La cara oculta de Sarkozy, de Philippe Cohen, Richard Malka y Riss (Gl¨¦nat). Un sarc¨¢stico y vitri¨®lico retrato del candidato de la derecha a la presidencia francesa, que intenta desentramar la compleja personalidad de este pol¨ªtico. La historieta y el humor se alzan, como siempre que se unen, en el ariete m¨¢s contundente y acero m¨¢s afilado, para temor de los pol¨ªticos.
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