La participaci¨®n de los salarios en la riqueza nacional cae a m¨ªnimos hist¨®ricos
La inmigraci¨®n y la baja dotaci¨®n de capital explican el retroceso frente a las rentas empresariales
Ser asalariado en Espa?a significa llevarse una raci¨®n cada vez m¨¢s peque?a de la riqueza nacional. Los salarios han perdido terreno hasta situarse en m¨ªnimos hist¨®ricos (46,4% del PIB en 2006), mientras que las rentas de las empresas ganan unas d¨¦cimas. Es un fen¨®meno mundial, fruto de la globalizaci¨®n, que se ha acentuado en Espa?a en los ¨²ltimos a?os por la incorporaci¨®n de inmigrantes al mercado laboral en los estratos menos cualificados y peor remunerados. La consecuencia es una baja productividad, derivada tambi¨¦n de la reducida inversi¨®n en capital tecnol¨®gico por parte de las empresas.
Nunca en Espa?a la tarta ha sido tan grande (este a?o, un bill¨®n de euros) y nunca, desde que se elabora la estad¨ªstica, los asalariados ha tenido menos parte en ella. Seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), las rentas salariales representaron a finales de 2006 el 46,4% del PIB, 3,2 puntos menos que hace 10 a?os. El excedente bruto de explotaci¨®n supone el 42,1%, tres d¨¦cimas m¨¢s. Los impuestos que pagan los bienes producidos o importados (IVA y especiales), se llevan el 11,5%, 2,9 puntos m¨¢s.
"?ste es un producto claro de la globalizaci¨®n", se?ala ?ngel Laborda, del Servicio de Estudios de las Cajas de Ahorros, "que provoca un exceso de oferta de trabajo y, en consecuencia, su abaratamiento". Organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisi¨®n Europea han alertado recientemente sobre el fen¨®meno a nivel global. El riesgo es, coinciden, el sostenimiento futuro del Estado del bienestar.
En Espa?a, los efectos de la globalizaci¨®n han sido m¨¢s intensos por la incorporaci¨®n masiva de inmigrantes "en los tramos salariales m¨¢s bajos y menos cualificados", a?ade Laborda. Esa incorporaci¨®n se ha producido con salarios un 30% m¨¢s bajos y ello explicar¨ªa en parte la p¨¦rdida de peso de las rentas del trabajo en el conjunto. "El crecimiento del empleo en los ¨²ltimos a?os se ha producido en un 70% en actividades por debajo del salario medio", asegura Toni Ferrer, secretario de Acci¨®n Sindical de UGT.
En el otro lado de la balanza est¨¢n las rentas empresariales, m¨¢s beneficiadas que las salariales de estos a?os de bonanza econ¨®mica. ?Est¨¢ resucitando el fantasma del capitalismo salvaje? Juan Iranzo, director del Instituto de Estudios Econ¨®micos, ligado a la CEOE, se pregunta si es bueno que las empresas tengan m¨¢s beneficios y no le cabe duda de que s¨ª. A?ade, como explicaci¨®n, el creciente n¨²mero de aut¨®nomos o no asalariados, tres millones en la actualidad, medio mill¨®n m¨¢s que hace un a?o.
D¨¦ficit de inversi¨®n
Jos¨¦ Antonio Herce, socio de Analistas Financieros Internacionales, tira directamente a dar: "Si el asunto fuera grave, hace ya 15 a?os que los sindicatos habr¨ªan puesto el grito en el cielo, y no ha sido as¨ª". Ferrer contraataca y plantea si ese incremento de los beneficios empresariales ha ido a parar a la inversi¨®n productiva y responde que no. "Se han repartido sobre todo en dividendos a los accionistas y en los sueldos de los altos ejecutivos, que suponen 280 veces el salario medio espa?ol", critica el dirigente de UGT.
Un aspecto en el que existe coincidencia es en que la inversi¨®n en capital tecnol¨®gico explica tambi¨¦n la p¨¦rdida de terreno de los salarios. "Hay que hacer m¨¢s esfuerzos en esta ¨¢rea", se?ala Iranzo. Laborda apunta que "como el coste del factor trabajo se ha abaratado tanto en Espa?a, el sistema productivo espa?ol se ha hecho bajo en intensidad de uso de capital y ello afecta negativamente a la productividad". Es decir, que sale m¨¢s barato emplear a m¨¢s gente que invertir en una buena m¨¢quina.
Para Juan Iranzo ¨¦sta no es una situaci¨®n negativa. "El nuevo modelo espa?ol es capaz de crear empleo y esto es lo m¨¢s social que conozco. Primero, por la satisfacci¨®n personal que produce, y luego, porque es lo que contribuye al sostenimiento del Estado del bienestar". Toni Ferrer no lo ve tan de color de rosa. "Es un problema de modelo de crecimiento, basado en el ladrillo y en los servicios", explica. Son sectores con m¨¢s autoempleo, no sujetos a la negociaci¨®n colectiva, donde, asegura el dirigente sindical, s¨ª se han producido mejoras de poder adquisitivo.
La negociaci¨®n colectiva se desarrolla en Espa?a con unos baremos que perjudican a las rentas salariales, le contradice en parte Laborda. El criterio es la inflaci¨®n prevista o pasada, en lugar de aplicar el deflactor del PIB. La diferencia entre uno y otro es que el ¨ªndice de precios al consumo (IPC) mide todos los precios, incluidos los de los de la importaci¨®n, mientras que el deflactor s¨®lo mide los nacionales, incluida, por ejemplo, la compra de vivienda. Y el segundo indicador ha sido superior al primero desde 2001.
SALARIOS Y BENEFICIOS, UN REPARTO DESIGUAL
Los beneficios netos de las grandes empresas no financieras han aumentado un 13,4% el pasado a?o, mientras que el gasto por trabajador se elev¨® el 2,8%, seg¨²n la central de balances del Banco de Espa?a.
El empleo en la construcci¨®n ha aumentado el 9,4% en el primer trimestre del a?o, mientras que en la industria ha ca¨ªdo el 0,3%.
Casi dos millones de trabajadores inmigrantes se han incorporado como cotizantes a la Seguridad Social en los ¨²ltimos a?os, el 10,1% del total.
En Espa?a hay en la actualidad 3,55 millones de no asalariados, frente a 16,51 millones de asalariados
El stock de capital productivo por persona ocupada ha aumentado un 1,3% el pasado a?o. El gasto en I+D+I apenas supera el 1% del PIB
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.