Inspirados por el aire de Par¨ªs
El Centro Pompidou muestra, en su 30? aniversario y a trav¨¦s de 76 artistas, un panoramade la creatividad de la capital francesa, bajo la advocaci¨®n de Marcel Duchamp
?Los aires de Par¨ªs son distintos de los de Nueva York, Los ?ngeles, Berl¨ªn, Tokio o Sidney? ?sa es la pregunta impl¨ªcita que plantea la gran exposici¨®n que acaba de presentar el Centro Georges Pompidou y que estar¨¢ abierta hasta el pr¨®ximo 15 de agosto. Su t¨ªtulo, Airs de Paris, hace referencia a ese peque?o frasco de cristal, vaciado de su l¨ªquido y sellado de nuevo, que Marcel Duchamp envi¨® a sus amigos coleccionistas Louise y Walter Arensberg, un matrimonio neoyorquino, con una inscripci¨®n que les garantizaba que el contenido del mismo era genuino "aire de Par¨ªs".
Parad¨®jicamente, la parte "futurista" de la exposici¨®n es la que parece m¨¢s envejecida
La exposici¨®n actual sirve para celebrar el 30? aniversario de la inauguraci¨®n del Centro Pompidou, pero tambi¨¦n para levantar acta de la creatividad actual de la capital francesa. 76 artistas, dise?adores, paisajistas y arquitectos que viven o han vivido recientemente en Par¨ªs han sido seleccionados para ofrecer ese panorama sobre qu¨¦ hay de nuevo a la vera del Sena.
El resultado es una exposici¨®n de muy buen nivel, pero que resulta muy dif¨ªcil verla enraizada en la ciudad, es decir, pensar que debiera ser sustancialmente diferente de organizarse en otro lugar. ?Por qu¨¦? Hay explicaciones varias. De entrada, porque el arte, la creaci¨®n o, mejor dicho, el coleccionismo, se ha "mundializado". Las mismas obras y los mismos nombres los encontramos en los cuatro puntos cardinales. Luego, porque la noci¨®n misma de capitalidad cultural se ha modificado y se ha visto reemplazada por una red con varios centros. Por fin, porque la vieja concepci¨®n de la cultura ligada a una realidad f¨ªsica e hist¨®rica ha sido reemplazada por un mito, el de la multiculturalidad, que permite potenciar los efectos positivos de la circulaci¨®n de ideas y ocultar los efectos negativos de una uniformizaci¨®n.
Airs de Paris se organiza a partir de 14 salas tem¨¢ticas: una de car¨¢cter introductorio, que tiende puentes con la historia, para abrirse a continuaci¨®n a los nuevos lenguajes y tecnolog¨ªas, las modificaciones arquitect¨®nicas y urbanas, la condici¨®n de individuo en medio de una red global o el nuevo sentido de las nociones de identidad y comunidad. La circulaci¨®n de una sala a otra es un tanto confusa, como lo son algunas de las fronteras tem¨¢ticas.
Los nombres presentes van de figuras internacionalmente reconocidas, como Louise Bourgeois -convocada para ilustrar un discurso sobre "intimidad y vida urbana"-, Nan Goldin -firma una instalaci¨®n m¨®rbida de sus fantasmas- o la arquitecta iran¨ª Zaha Hadid -que muestra el aparcamiento que realiz¨® a las afueras de Estrasburgo- a personajes muy prometedores como Djamel Tatah, que pinta retratos de desconocidos porque considera que "vivir en esta sociedad es heroico y el h¨¦roe es an¨®nimo, actuando a su escala sin esperar la gloria, s¨ªmbolo de una soledad virtuosa contraria a la vanidad".
En el terreno de la fotograf¨ªa, son excelentes las im¨¢genes de Alain Bublex, que reelabora la geograf¨ªa urbana para introducir en ella unos pocos elementos de futuro que, antes de convertirse en realidad y ser adoptados, muestran con toda claridad su car¨¢cter siniestro. Daniel Buren o Jacques Villegl¨¦ se muestran fieles a s¨ª mismos y atentos a los cambios que se producen en el mundo; Bertrand Lavier utiliza de manera brillant¨ªsima el "despintado" -la cristalera de un escaparate provisionalmente cubierta de trazos de blanco de Espa?a- para ofrecernos su versi¨®n ir¨®nica del expresionismo abstracto; Gabriel Orozco, que somete a una especial jibarizaci¨®n un coche m¨ªtico como el Citro?n DS que pasa a tener un solo asiento y otro detr¨¢s, tambi¨¦n sabe ser ir¨®nico a la vez que potente en el terreno de la pl¨¢stica estricta, mientras que Adel Abdessamed es radicalmente cr¨ªtico con la evoluci¨®n de la sociedad, pero lo expresa utilizando sarcasmo y un m¨ªnimo de recursos.
La inevitable Sophie Calle evoca una performance: una noche en blanco, vivida en lo alto de la torre Eiffel y con una persona distinta cada cinco minutos cont¨¢ndole una historia. El chino-parisiense Huang Yong Ping y el germano-parisiense Thomas Hirschom juegan con el globo terrestre, en los dos casos gravemente enfermo.
La parte abiertamente futurista de la exposici¨®n, la que recoge proyectos de aviones suborbitales o bases de observaciones oceanogr¨¢ficas concebidas por Jacques Rougerie es, curiosamente, la que parece al mismo tiempo m¨¢s realista y m¨¢s envejecida. ?Malos tiempos para las utop¨ªas!
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