Peque?os descubrimientos
Lo que tiene Barcelona de sorprendente es que uno puede hacer peque?os descubrimientos gracias a los inmigrantes de primera generaci¨®n que conservan su lengua y costumbres de manera intacta. Mire usted, caminaba por la calle de Ferlandina y decid¨ª entrar a un colmado filipino para comprar verdura. Ah¨ª estaban bien ordenadas las naranjas, los pl¨¢tanos, los tomates, los calabacines... Y, de pronto, los ojos se me dilataron como melones cuando reconoc¨ª entre la estanter¨ªa el chayote, una hortaliza mexicana casi imposible de conseguir en Europa. Con mucha suerte se encuentra a veces en un local latinoamericano de la Boqueria y tan s¨®lo hace una d¨¦cada que se consigue en el barrio de Barb¨¦s en Par¨ªs, debido a la inmigraci¨®n afroantillana que la ha importado.
En Barcelona se pueden hacer peque?os descubrimientos gracias a los inmigrantes de primera generaci¨®n
Lo que me dej¨® maravillada, adem¨¢s de haber descubierto en tierras catalanas la verdura, fue que el joven filipino la conociera con su nombre original en lengua n¨¢huatl, la lengua del imperio azteca y una de las 52 lenguas ind¨ªgenas que a¨²n se hablan en M¨¦xico.
-?Es chayote?, pregunt¨¦.
-S¨ª. Sayote, me contest¨® con una suave ese, cuya sonorizaci¨®n es m¨¢s parecida al n¨¢huatl que la che con que los mexicanos castellanizamos la pronunciaci¨®n.
El vendedor filipino desconoc¨ªa el origen de la verdura y yo ignoraba que ¨¦sta formara parte de su gastronom¨ªa y, por tanto, del l¨¦xico tagalo. Cierto es que nuestra historia com¨²n se remonta a m¨¢s de 400 a?os, cuando los conquistadores espa?oles crearon una ruta de navegaci¨®n entre Filipinas y M¨¦xico para hacer realidad el comercio entre Europa y Asia, en el cual se utilizaba como puente a la Nueva Espa?a. Desde 1565 hasta 1815 llegaban a Manila o Acapulco embarcaciones cargadas de productos y tesoros que se conoc¨ªan como la Nao de China o Gale¨®n de Manila. Este intercambio permiti¨® el pr¨¦stamo de diversas palabras entre las dos culturas, pero fue particularmente labor de los frailes que, al evangelizar las Filipinas, despu¨¦s de haber permanecido en la Nueva Espa?a, introdujeron diversos nahuatlismos en la colonia asi¨¢tica, e incluso, crearon diccionarios que enlistaban estos mexicanismos.
Son bien conocidos en el mundo los productos originarios de Am¨¦rica que conservan su derivaci¨®n de la lengua n¨¢huatl y sin los cuales no se podr¨ªa concebir la gastronom¨ªa internacional, tales como el aguacate (ahu¨¢catl), el tomate (tomatl), el cacao (cacaoalt), el chocolate (xocolatl) y el guajolote (huexolotl), llamado tambi¨¦n pavo, entre los m¨¢s comunes. Sin embargo, existen muchos nahuatlismos que se hablan en las islas del Pac¨ªfico y se desconocen en Espa?a, muy probablemente porque frutos como el chayote no sedujeron el paladar de los conquistadores y, por tanto, no fueron llevados al viejo mundo. Es verdad que el chayote no conquista a la primera; su nombre original, hitzayotli, quiere decir 'calabaza espinosa'. Es de color verde, tiene espinas y su sabor es indescriptible, una mezcla entre mel¨®n y patata.
Por mera curiosidad, busqu¨¦ en las cr¨®nicas de frailes y en algunos trabajos publicados por ling¨¹istas e historiadores sobre otros nahuatlismos identificados en el vocabulario tagalo y sal¨ª a la calle a preguntarle al azar, para hacerme una idea de si la inmigraci¨®n filipina que vive en Barcelona a¨²n los conoce: tianguis (' mercado'), achuete o axiote ('especia'), camote ('boniato'), atole ('bebida de ma¨ªz'), zacate ('estropajo vegetal'), zapote ('fruto') y calachuche ('flor olorosa'), entre otros.
Cuando los nombraba, se re¨ªan, repet¨ªan la palabra y asent¨ªan con la cabeza. A veces con unas peque?as variantes, pero en todos los casos los conoc¨ªan, incluso en las generaciones m¨¢s j¨®venes, cuyos padres contin¨²an habl¨¢ndoles a sus hijos en tagalo.
-?Achuete? ?C¨®mo t¨² conoces achuete?, me preguntaban.
-?Camote? ?T¨² tambi¨¦n dices camote?, preguntaba otro.
Y ah¨ª est¨¢bamos, dos desconocidos descubriendo nuestra historia com¨²n gracias a un encuentro casual que no hubiera sido posible si no convergi¨¦ramos en una ciudad como Barcelona.
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