La perdici¨®n de la Pantoja
La tonadillera tendr¨¢ que explicar al juez Torres de d¨®nde sali¨® el dinero con el que compr¨® 300 reses, un apartamento y un chal¨¦
El c¨¦sped, ante el edificio de los juzgados viejos de Marbella, tardar¨¢ en recuperarse. El jueves pasado, decenas de periodistas acamparon sobre el peque?o cuadril¨¢tero verde m¨¢s de ocho horas, acompa?ados por una multitud de curiosos. Todos apretujados, aplastando las ra¨ªces de los ficus, en espera de la gran hora: la salida entre dos guardias de Isabel Pantoja, ¨²ltima reina de la copla, detenida la noche anterior por su conexi¨®n con la Operaci¨®n Malaya. No todos los d¨ªas se puede ver en directo el destrone de una reina. "Como tonadillera, chap¨®", sentenciaba una se?ora de Ja¨¦n, roja de ira, "pero si ha robado, que pague".
La artista que lleg¨® a Marbella en 2002, reci¨¦n recibida la Medalla de Andaluc¨ªa, con su melena gitana al viento, sus abalorios y sus chal¨¦s, dispuesta a convertirse en imagen de la ciudad, abandonaba los juzgados destrozada, despu¨¦s de haber depositado una fianza de 90.000 euros, y haber pasado una larga noche entre rejas. Una parte del p¨²blico, de su p¨²blico, corr¨ªa tras el Audi azul oscuro grit¨¢ndole "ladrona" a la cara.
"Como tonadillera, chap¨®", dice una vecina de Ja¨¦n, "pero si ha robado, que pague"
Se recalificaban terrenos y, para poder cobrar m¨¢s comisiones, se dejaba levantar m¨¢s pisos
Con la mayor¨ªa de la corporaci¨®n municipal procesada en la Operaci¨®n Malaya y los asuntos ciudadanos en manos de una gestora, la imagen de Marbella est¨¢, parad¨®jicamente, mucho m¨¢s ligada que nunca a la de la cantante, en estos momentos de zozobra. Mucho m¨¢s que en los buenos tiempos, cuando la Pantoja, seducida de inmediato por las atenciones del entonces alcalde, Juli¨¢n Mu?oz, se convirti¨® en 2003 en primera dama local. "Juli¨¢n era un tipo normal, mujeriego, juerguista, aunque muy madrugador. A las siete de la ma?ana se lo encontraba uno desayun¨¢ndose un caf¨¦ en la cafeter¨ªa Marbella", dice un periodista local. Un tipo normal con una debilidad por el dinero f¨¢cil, que en Marbella ha corrido a espuertas durante d¨¦cadas, y una antigua admiraci¨®n por la Pantoja.
Apenas se vio con el cetro municipal -al sustituir a Jes¨²s Gil, inhabilitado para el cargo por problemas judiciales en la primavera de 2002-, Mu?oz se las ingeni¨® para traer a la tonadillera a Marbella. "A ¨¦l le gustaba de siempre, y a ella, acostumbrada a correr con los gastos de sus anteriores novios, ?c¨®mo no la iba a seducir un tipo que le pagaba todo?", comenta el mismo periodista. As¨ª comenzaron los meses triunfales. Ferias y festejos, inauguraciones oficiales, paseos por la ciudad seguidos por la multitud, viajes a bordo del Rolls Royce de la corporaci¨®n, con ch¨®fer y con escoltas municipales. Luego, en agosto de 2003, Mu?oz perdi¨® la alcald¨ªa, y tras una turbulenta etapa de ex alcalde, en julio del a?o pasado fue detenido como uno de los principales implicados en la Operaci¨®n Malaya. Nueve meses despu¨¦s la onda expansiva de la investigaci¨®n, ha alcanzado a su amada.
Pero en Marbella -120.000 habitantes censados, medio mill¨®n en temporada alta, probablemente la ciudad con m¨¢s inmobiliarias por metro cuadrado de Europa, frente a dos ¨²nicas librer¨ªas (si se excluye el Fnac del centro comercial La Ca?ada)- , la gente de a pie no deja de hacerse la misma pregunta: "?C¨®mo se ha podido meter en este berenjenal una artista que gana tanto dinero con sus discos y con sus galas?"
Isabel Pantoja, hija de Juan Pantoja Chiquetete, artista gitano, y de la bailaora Ana Mart¨ªn, nacida el 2 de agosto de 1956 en el barrio sevillano de El Tard¨®n, pegado con el de Triana, est¨¢ lejos de ser una ingenua. Lleva en los escenarios desde los siete a?os. Protagonista de pel¨ªculas taquilleras en los noventa, sabe lo que es la fama desde antes de su fulgurante enamoramiento y multitudinaria boda con el torero Francisco Rivera Paquirri, en 1983. Y el inter¨¦s no ha deca¨ªdo desde que el diestro muriese corneado por un toro en Pozoblanco, en septiembre de 1984.
Pantoja tiene fama de persona de trato dif¨ªcil, exigente y hasta un poco d¨¦spota cuando las cosas no van como ella quiere. "Pero ha sabido mantener las relaciones con su gente. Tiene sus amigas de toda la vida, su maquillador, Juan Pedro, la chica que la peina, y siempre sale a escena con los trajes que le confecciona Lina, una dise?adora sevillana", cuenta una admiradora que la conoce bien.
En Marbella, la Pantoja es un mito. Y es f¨¢cil tropezarse con alba?iles que aseguran haber hecho alguna chapuza en su chal¨¦ de Nueva Andaluc¨ªa, o taxistas que recuerdan haber recorrido los videoclubs de la ciudad, llevando a bordo a una empleada dom¨¦stica colombiana de la folcl¨®rica, en busca de una determinada pel¨ªcula. Dormir hasta entrado el d¨ªa, conducir de noche, ver pel¨ªculas en su casa, y fumar, son los ¨²nicos vicios conocidos de una diva que cuenta con clubes de fans por media Espa?a y Latinoam¨¦rica.
"Les ha perdido la ambici¨®n", dice Manuel, nacido en Ceuta, ch¨®fer municipal con la corporaci¨®n defenestrada. Los marbellenses de pura cepa, minor¨ªa en esta ca¨®tica babel donde convive gente de 130 pa¨ªses, no parecen sorprendidos. Aqu¨ª se han visto muchas cosas. El triunfo y el ocaso de famosos con pedigr¨ª, jeques ¨¢rabes, gunillas, hohenholes... "Desde la llegada de Jes¨²s Gil esto fue la locura. Se recalificaban terrenos y por cobrar m¨¢s comisiones, incluso se empujaba a los constructores a levantar m¨¢s pisos", dice Javier de Luis, miembro de Ecologistas en Acci¨®n, y de la gestora de Marbella. El resultado est¨¢ a la vista. Veintisiete kil¨®metros de costa, 114 kil¨®metros cuadrados de superficie, donde no cabe un edificio, una urbanizaci¨®n, un hotel de lujo m¨¢s. Donde se yuxtaponen en estratos distintos los desmanes de Gil y los de las corporaciones anteriores.
La ciudad -parte de una gigantesca conurbaci¨®n sin pies ni cabeza-, ya era as¨ª cuando Isabel Pantoja y Juli¨¢n Mu?oz comenzaron su historia, en 2002, primero secreta, luego, en 2003, ya p¨²blica. La artista hab¨ªa pisado Marbella muchas otras veces. Ven¨ªa a cantar, a alguna fiesta medi¨¢tica, y aprovechaba para alojarse en el hotel Torrequebrada, aficionada como era a jugar en el casino. De sus a?os de soltera, la Pantoja ten¨ªa adem¨¢s un apartamento cerca, en Fuengirola. Y en los tiempos de su amistad con Encarna S¨¢nchez, pasaba temporadas en la finca marbell¨ª La Gaviota, propiedad entonces de la fallecida periodista. Fue en una de sus galas, en agosto de 1990, cuando se produjo el primer encuentro de la pareja destinada a vivir un romance que los pantoj¨®logos dan por terminado. "Mu?oz me pidi¨® que le invitara a la actuaci¨®n de la Pantoja. ?l regentaba con su mujer de entonces, Maite Zald¨ªvar, un restaurante en Puerto Ban¨²s", rememora el socialista Jos¨¦ Pern¨ªa, due?o de la televisi¨®n local y concejal de Fiestas de Marbella entre 1983 y 1991. "Cuando acab¨® la actuaci¨®n, y antes de que me diera cuenta, Juli¨¢n estaba en el escenario, entreg¨¢ndole el ramo de flores a la artista".
Claro que entonces, Juli¨¢n Mu?oz, nacido en ?vila, en noviembre de 1947, acababa de hacerse socialista, con carn¨¦, y empezaba a barruntar las oportunidades que ofrec¨ªa la pol¨ªtica. Antes de que en el PSOE local lo advirtiera, su nombre figuraba ya en las listas del GIL (el partido del magnate inmobiliario Jes¨²s Gil), que arrasaron en las elecciones municipales de 1991.
Doce a?os despu¨¦s, Mu?oz se convert¨ªa en alcalde sustituto de la ciudad, y, seg¨²n algunos, gracias a la popularidad de sus amores con la Pantoja, consegu¨ªa una s¨®lida victoria en las elecciones de 2003. Pero la alcald¨ªa le dur¨® poco. En agosto de ese a?o, una moci¨®n de censura de su propio partido le arrebat¨® el cetro. Era el principio del fin, no s¨®lo del GIL, sino de una forma de hacer pol¨ªtica. El ex alcalde encaj¨® el golpe, y sigui¨® paseando del brazo de su artista. Hasta julio pasado, cuando el juez Miguel ?ngel Torres orden¨® su detenci¨®n y encarcelamiento.
Desde entonces, la Pantoja no sale apenas del chal¨¦ Mi Gitana, de la urbanizaci¨®n La Pera. Dentro de su fortaleza circundada de palmeras, asediada estos d¨ªas por una decena de furgonetas con antenas parab¨®licas y sus correspondientes periodistas, la ¨²ltima reina de la copla habr¨¢ tenido tiempo de meditar en sus errores. Ante los tribunales tendr¨¢ que demostrar que gan¨® con su sudor de artista el dinero con el que compr¨® Mi Gitana, un apartamento en el lujoso hotel Guadalp¨ªn, y 300 reses bravas para su finca La Cantora, adem¨¢s de una suma superior al mill¨®n de euros en una cuenta de sus sociedades. Todo eso en los ¨²ltimos cinco a?os. Mientras lo piensa y re¨²ne los papeles que lo demuestren, tendr¨¢ que presentarse los d¨ªas uno y quince en los juzgados de Marbella. El c¨¦sped y los ficus de la entrada tienen todav¨ªa un calvario por delante.
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