El hada y su ceremonia
Una cantautora virtuosa del arpa y con apenas dos discos: sin embargo, pocas actuaciones habr¨¢n arrastrado tanto halo previo. Y no sin motivo. La presentaci¨®n de Joanna Newsom en Madrid confirm¨® su incipiente etiqueta de artista ¨²nica. Result¨® una ceremonia casi sacramental, con reglas expl¨ªcitas. Nada de humo ni tel¨¦fonos encendidos, tampoco cristal en las copas: s¨®lo silencio para paladear sutilezas. Las de su voz indescifrable, entre aguda y rasgada, las de su inhabitual instrumento y la del tr¨ªo ac¨²stico (viol¨ªn, guitarra y percusi¨®n) que la acompa?aba, The Ys Street Band.
El gui?o a Bruce Springsteen en el nombre del grupo da una pista sobre la personalidad compleja de la californiana: cierto humor tras su timidez aparente en escena y una ambici¨®n f¨¦rrea. Con ella fue capaz de atraer a figurones del estudio de grabaci¨®n como Jim O'Rourke, Steve Albini o, sobre todo, Van Dyke Parks, para colaborar en su segundo trabajo, Ys. Ese ¨¢lbum result¨® quiz¨¢ el m¨¢s impactante de 2006: una arrebatadora fusi¨®n de clasicismo y vanguardia, casi una hora de m¨²sica dividida en cinco canciones. Tres de ellas sonaron en el Neu!Club madrile?o, piezas que rondaban los diez minutos sin siquiera rozar el hast¨ªo. Todo lo contrario: el tejido formado por la arpista, sus letras torrenciales y el apoyo tanto vocal como instrumental de los m¨²sicos hipnotizaba necesariamente. Y el p¨²blico s¨®lo iba del recogimiento a la ovaci¨®n escandalosa cada vez que Newsom conclu¨ªa sus fr¨¢giles exorcismos con una sonrisa, p¨¢smense, propia de las travesuras.
Joanna Newsom
Neu!Club. Madrid, 5 de mayo.
Ni se echaron de menos los arreglos orquestales que Parks pari¨® durante ocho meses para el disco de la Newsom, ni chirriaron las continuas apelaciones de la cantante a su t¨¦cnico de sonido. Nada quebr¨® el embrujo. El repertorio, completado con temas del primer ¨¢lbum de la veintea?era, m¨¢s breves pero provistos de igual delicadeza, termin¨® con una deferencia: Alasdair Roberts, el cantautor de Glasgow que hab¨ªa abierto la noche, se uni¨® en el bis para entonar una canci¨®n escocesa. Despu¨¦s ya s¨®lo qued¨® el vac¨ªo de no poder prorrogar algo fuera de lo com¨²n.
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