Crimen y castigo
Los viejos no aprenden, mira si no lo que tardan en morirse pese a las putadas que les hacemos. En Espa?a tenemos m¨¢s de siete millones con edades superiores a los 65 a?os y los hay que sobrepasan los 80 y los 90. Me lo dijo un d¨ªa el endocrino:
-Mira, Juanjo, vamos a vivir 90 a?os, y no te hagas ilusiones porque no te van a dejar morirte antes.
Sal¨ª de la consulta hecho polvo. De un lado, porque no sab¨ªa c¨®mo dar la mala noticia en casa; de otro, porque ese horizonte me colocaba frente a la obligaci¨®n moral de escribir una obra maestra. O de intentarlo. No dije nada a mis hijos, ni a mi mujer, para evitarles preocupaciones, y esa misma noche me puse a escribir Guerra y Paz, pero creo que no me sali¨®.
Durante los d¨ªas siguientes, como la embarazada que s¨®lo ve embarazadas, yo no ve¨ªa m¨¢s que ancianos por la calle. Y era verdad, viv¨ªan mucho los condenados. Observ¨¦ a uno que estuvo cuatro horas dando vueltas a la manzana, conmigo detr¨¢s, sin morirse, pero tambi¨¦n sin consumir, maldita sea. No compr¨® ni el peri¨®dico, aunque ley¨® las primeras p¨¢ginas de todas las cabeceras y de todas las revistas (incluidas las pornogr¨¢ficas) en el quiosco de la esquina. Me pregunt¨¦ por qu¨¦ no consum¨ªa y escuch¨¦ la voz de una estad¨ªstica seg¨²n la cual uno de cada cuatro ancianos tiene problemas para llegar a fin de mes. Si no pod¨ªa llegar a fin de mes, dir¨¢n algunos, tampoco deber¨ªa poder llegar a la calle. Y as¨ª es: hay muchos que no llegan a la calle porque viven en un cuarto piso sin ascensor o en un bajo, pero sin silla de ruedas. Algunas ancianas de 89 a?os tienen que cuidar a su marido, de 90, aquejados de demencia senil, o de par¨¢lisis, y as¨ª sucesivamente.
Quiere decirse que hay una grieta absurda entre la muerte civil y la biol¨®gica. Se ha conseguido retrasar la segunda, s¨ª, pero qu¨¦ pasa con la primera. Empieza a fallar antes la tarjeta de cr¨¦dito que la pr¨®stata y eso no es. Vale que es un ¨¦xito de la medicina el hecho de que se alcancen los noventa, pero es un fracaso de la econom¨ªa que llegues pobre como una rata. Que los economistas y los bi¨®logos se pongan de acuerdo para evitar el espect¨¢culo de los ancianos que mueren solos en su piso. Entre enero y abril del pasado a?o, fallecieron 33 en tales circunstancias. Se podr¨ªa escribir una antolog¨ªa de relatos de terror (quiz¨¢ una obra maestra, tomo nota), pues hay casos para todos los gustos. El m¨¢s llamativo es el de la se?ora que fallece frente a la tele encendida y est¨¢ cuatro meses muerta sin cambiar de canal, hasta que el administrador llama a su puerta. Pero hay casos para todos los gustos (y para todos los disgustos).
Ahora bien, que el morbo no nos impida se?alar el trabajo que llevan a cabo algunas ONG. El se?or de la foto, que pertenece a Solidarios, vivi¨® 7 meses con la se?ora que busca apoyo en su cuerpo. ?l se llama Enrique Rodr¨ªguez y ella Esperanza Hernando. La cosa empieza por un intercambio de servicios (yo te doy una habitaci¨®n y t¨² me haces la compra) y acaba por un tr¨¢fico de afectos (yo te hago un postre rico y t¨² me cuentas una historia). De todos modos, con ser emocionante, no deja de ser un parche (incluso un parche emocional). Por cierto, que he abandonado Guerra y Paz y ahora estoy escribiendo Crimen y Castigo, pero tampoco me sale, maldici¨®n.
![Enrique Rodr¨ªguez y Esperanza Hernando, miembros de un proyecto de vivienda compartida entre ancianos y estudiantes.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GJIDM4RH66LQ5JV66LSQA5USBY.jpg?auth=22bbde171f961aac03654f1073489d2bba09661edfe80f8e99ba1c918beb80c1&width=414)
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![Juan Jos¨¦ Mill¨¢s](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fea967556-8767-4b47-8dfb-f1cf582d4f9c.png?auth=af40f9fdaff853e65f3aa200f24bbe5d955c1b6f78bf691891df8a017b17b3f1&width=100&height=100&smart=true)