Bagdad arriba, Europa abajo
Un periodista de guerra recorre en taxi la M-30 el d¨ªa de su ¨²ltima inauguraci¨®n
![Ram¨®n Lobo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F12940c80-6f03-48a7-bb70-f642eaefea15.png?auth=5044ccb4584723a2e07d68faf216fe275ff200fb9ea8f4bc60b49349b3964acf&width=100&height=100&smart=true)
Hay una parte de Madrid que parece un teatro al rev¨¦s. En sus tripas esconde el escenario m¨¢s elegante -25 kil¨®metros de modernos y hermosos t¨²neles (aunque a¨²n quedan operarios puliendo la posinauguraci¨®n)-; y en la superficie muestra lo m¨¢s feo, lo que se acumula detr¨¢s del decorado: m¨¢quinas, andamiajes y tramoyistas.
En la superficie hay otro mundo: un espacio en guerra, un frente de lucha sobre un r¨ªo-v¨ªctima
En las veras de lo que debi¨® de ser el r¨ªo Manzanares, hoy un hilillo de agua pardusca en espera de una resurrecci¨®n, no hay p¨¢jaros -huyeron de los traqueteos, como los de Valencia escaparon de las cadenas de los carros de combate en el 23-F-, ni multitud de carteles de se vende colgados de los balcones de las viviendas (quiz¨¢ en espera de un pelotazo inmobiliario despu¨¦s de tanta paciencia).
Ignacio, un taxista de 61 a?os que no escucha la COPE, recorre los nuevos t¨²neles de la M-30 -que toda ella se ha mudado al poco po¨¦tico nombre de Calle 30- descodificando se?ales y carteles repletos de cifras y nombres: Badajoz, A-5; Toledo, A-42. "Hay que estar muy atento porque te pierdes con facilidad. El otro d¨ªa me equivoqu¨¦ con una se?ora y acabamos en la carretera de Valencia", dice el taxista. "Despu¨¦s, ella me coment¨®: '?Esto ha quedado muy bien y despu¨¦s se meten ustedes con Gallard¨®n!".
Los letreros luminosos (la mayor¨ªa de los del tramo inaugurado ayer estaban apagados) marcan 70 de l¨ªmite de velocidad. Ignacio es el ¨²nico que no lo supera. Le adelantan coches, camiones y hasta una apresurada patrulla de la polic¨ªa municipal. "Cuando pongan los radares se van a forrar. S¨®lo con las multas podr¨¢n pagar todo esto en dos d¨ªas".
La obra es fara¨®nica. Dos, tres y cuatro carriles y una buena iluminaci¨®n (excesiva en algunas incorporaciones, como la de Marqu¨¦s de Vadillo). El ruido de los extractores de aire (?o se llaman purificadores?) es constante. Ni todo ese runr¨²n mec¨¢nico puede con la radio a todo volumen de un horterilla que viaja con la ventana baja y m¨²sica m¨¢quina a bordo. En los lados de los t¨²neles se suceden las salidas de emergencia y hay zonas para que estacionen los veh¨ªculos averiados. Pese a ello, angustia pensar en un gran atasco.
El asfalto del llamado bypass sur (?qui¨¦n diablos eligi¨® el nombre?) est¨¢ bastante sucio: regado de pegotes de tierra y manchas de aceite o gasolina. En algunas entradas se acumula un polvillo peligroso. La M-30 enterrada (dentro funciona el tel¨¦fono m¨®vil aunque dicen que no el GPS; Ignacio, el taxista sin COPE, no lo usa) tiene un punto negro en direcci¨®n Este. El cartel indica el desv¨ªo de la calle O'Donnell, pero la maniobra hacia la derecha resulta arriesgada por la cantidad de carriles a cruzar y la prisa de los conductores. "Hay que ser un poco suicida para conseguirlo", se queja el taxista que fracasa en el primer intento y termina por dar la vuelta delante del tanatorio, junto a la mezquita blanca.
Encima de los modernos t¨²neles, de esa Europa subterr¨¢nea y modern¨ªsima, hay otro mundo: una superficie en guerra, un frente de lucha sobre un r¨ªo-v¨ªctima. Una zona desangelada y polvorienta. Una especie de Bagdad en reconstrucci¨®n fren¨¦tica. All¨ª, detr¨¢s del escenario que est¨¢ a la vista trabajan cientos de personas con un v¨ªnculo com¨²n: son inmigrantes. Una babel de lenguas y acentos latinoamericanos (prima el de Ecuador) y de subcontratas que mudan de logo y de uniforme cada pocos metros. "El ¨²nico espa?ol es el que lleva las manos en los bolsillos y grita mucho. Es el jefe", dice Manuel, que vive en el 69 de la avenida de Portugal.
En la glorieta de Pir¨¢mides, un tipo sentado en un Smart de la concejal¨ªa de Medio Ambiente se encarga de medir los ruidos. Del techo brota un tubo-antena que lo capta todo. El hombre resuelve ensimismado un sudoku y escucha m¨²sica por los auriculares del MP3 en espera de que el trabajo lo haga el ordenador. "No me encargo del ruido de las obras, sino el del tr¨¢fico", explica. En el paseo de Yeser¨ªas, una caseta de Urbanismo se anuncia como Punto de Atenci¨®n al Ciudadano. Un rumano que vigila la obra comenta: "Es un punto de desinformaci¨®n. Lleva tres semanas cerrado".
![El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, pasea por el <b><i>bypass</b></i> sur, ¨²ltimo t¨²nel de la M-30 en ser inaugurado.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2KTCUHBHFAIXYCCISK76IUBMYI.jpg?auth=47c1fca5e34744a04e8747515ef9b1cf3618543e25523e03ff6632d952cc2317&width=414)
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