La Comunidad de Madrid ofreci¨® parches para detectar estupefacientes en adolescentes en 2001
La idea de que los padres puedan saber si sus hijos consumen alg¨²n tipo de estupefaciente no es nueva. Al poco tiempo de empezar a comercializarse los sistemas de detecci¨®n caseros, en 2000, la Comunidad de Madrid, con el Gobierno del PP, ofreci¨® a los progenitores que quisieran participar en un ensayo de uno de estos dispositivos, un parche que recog¨ªa los restos de cannabis o ¨¦xtasis en el sudor.
El ensayo fue muy criticado en su momento. Las ONG de lucha contra la drogadicci¨®n y la oposici¨®n, entonces tambi¨¦n formada por el PSOE e IU, criticaron el car¨¢cter "policial" del plan.
El proyecto tuvo escaso ¨¦xito. En octubre de 2000, la Agencia Antidroga de la Comunidad restringi¨® su uso a algunos casos, y siempre despu¨¦s de que padres, hijos y expertos hubieran mantenido al menos una reuni¨®n de informaci¨®n sobre el asunto. Al final, s¨®lo cinco padres apuntaron a sus hijos para la prueba. Sus cinco hijos recibieron un parche, y el experimento dur¨®, al menos de febrero a mayo de 2001. "El resultado no debi¨® de ser muy bueno, porque se abandon¨®", dijo ayer un portavoz de la Agencia madrile?a. "Si la prevenci¨®n debe basarse en la confianza y el di¨¢logo, no parece un sistema adecuado", indicaron. Tambi¨¦n hubo algunos presos que participaron en un ensayo, sin que los resultados aconsejaran extender el sistema.
El m¨¦todo de 2000, sin embargo, era diferente del que se quiere implantar en Mil¨¢n. El parche serv¨ªa, sobre todo, para recoger los restos de droga presentes en el sudor, pero luego hab¨ªa que mandarlo a analizar. Ten¨ªa la ventaja de que una vez implantado -en el brazo, por ejemplo- no se pod¨ªa despegar sin que se notara. Los modernos m¨¦todos se parecen m¨¢s a un an¨¢lisis de embarazo con un dispositivo que cambia de color en contacto con orina o saliva de una persona que ha consumido estupefacientes.
Una portavoz del Plan Nacional sobre Drogas no quiso comentar ayer la iniciativa milanesa, pero apunt¨® que, a priori, le ve¨ªa el problema de la falta de confidencialidad de la prueba y de la p¨¦rdida de la confianza entre padres e hijos.
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