"Tras la ca¨ªda del muro, empez¨® lo m¨¢s dif¨ªcil"
?Qu¨¦ puede haber sucedido para que el joven mao¨ªsta, que celebraba con entusiasmo la revuelta juvenil de Mayo del 68, haya defendido 40 a?os despu¨¦s la candidatura a las presidenciales francesas del l¨ªder de la derecha? Andr¨¦ Glucksmann (Boulogne, Francia, 1937) lo explica as¨ª: "He apoyado a Sarkozy porque soy un hombre de izquierdas".
La reciente traducci¨®n en Espa?a de Una rabieta infantil (Taurus), su libro autobiogr¨¢fico, invita a sumergirse en las experiencias familiares, la trayectoria filos¨®fica y los afanes pol¨ªticos de un pensador heterodoxo que reclama su derecho a no ser de una sola pieza. En esta entrevista, realizada la pasada semana en Madrid, repasa algunos momentos esenciales de 70 a?os de vida y escritura.
- El final de la II Guerra Mundial. "Al terminar la guerra, los mayores quer¨ªan pasar p¨¢gina, olvidar lo que hab¨ªa ocurrido. Pero a un ni?o de siete a?os no se le puede decir que lo que ha vivido no cuenta porque hay que dejar atr¨¢s el horror. Me rebel¨¦ contra ese olvido y fui de esa manera el portavoz de todos los ni?os del mundo que se negaban a que se borraran las cosas terribles que hab¨ªan vivido. Recuerdo la imagen de los vencedores -De Gaulle, Roosevelt, Churchill, Stalin, Chiang Kai-chek-: los mayores estaban convencidos de que todos iban a entenderse y de que se volver¨ªa a un tiempo de paz".
- Los existencialistas. "S¨®lo un grupo de intelectuales, entre los que estaban Sartre, Merleau-Ponty o Raymond Aron, mostr¨® un poco m¨¢s de lucidez y no comparti¨® esa ceguera optimista. Supieron ver que las heridas que hab¨ªan abierto Auschwitz o Hiroshima no iban a cicatrizar tan f¨¢cilmente. Creo que ese momento de lucidez es esencial, que fue la verdadera revoluci¨®n cultural de la segunda mitad del siglo XX. Poco despu¨¦s, con la guerra fr¨ªa muchos intelectuales se inclinaron a abrazar las utop¨ªas optimistas".
- La insurrecci¨®n de Budapest. "Era ni?o, jud¨ªo, extranjero y hab¨ªa vivido de cerca la lucha de la Resistencia, y por eso sab¨ªa que la izquierda pod¨ªa equivocarse, que los comunistas pod¨ªan equivocarse. Pese a todo ello, yo era maniqueo, como lo fueron todos entonces, y cre¨ªa que hab¨ªa una diferencia tajante entre buenos y malos. No tard¨¦ mucho en descubrir que los buenos pod¨ªan no ser tan buenos aunque los malos siguieran siendo malos. Fue en 1956 cuando los tanques sovi¨¦ticos reprimieron la insurrecci¨®n de Budapest".
- Mayo del 68. "Fue un gran acontecimiento y una fiesta, aun cuando el movimiento tuviera contradicciones. Lo m¨¢s importante: que fue un momento de liberaci¨®n, de liberaci¨®n mental. Se dijeron algunas estupideces, como la de identificar a la polic¨ªa francesa con la Gestapo (CRS = SS), pero fue una cr¨ªtica radical al comunismo y a todo tipo de totalitarismos. Lo malo es que Mayo del 68 se ha convertido en un fetiche y todo el mundo se cuelga medallas y termina por aburrir con un discurso nost¨¢lgico sobre aquello. Es lo que han critica-do Sarkozy y muchos estudiantes".
- La herencia de los poetas. "Lo que muchos fil¨®sofos hicieron a lo largo del siglo XIX en Alemania, lo hicieron entonces en Francia los poetas. En la defensa de los derechos humanos, Victor Hugo es irreemplazable. La idea de que el mundo puede pudrirse, que se ha convertido en un estereotipo de la posfilosof¨ªa, Baudelaire lo expres¨® de una manera mucho m¨¢s sutil. Y Mallarm¨¦ ya hab¨ªa revelado que no hay providencia alguna, y anunciaba as¨ª la posibilidad del horror que luego Auschwitz e Hiroshima confirmaron".
- La ca¨ªda del muro. "Cuando el muro cay¨®, ya llevaba yo 20 a?os apoyando en los pa¨ªses del Este los movimientos disidentes y hab¨ªa trabajado en Praga con los sectores antitotalitarios que se expresaron en la Carta 77. El d¨ªa 10 de septiembre de 1989, ya estaba en Berl¨ªn para celebrar el fin de aquel sistema totalitario, aunque no compartiera el optimismo de tantos que ya daban por hecho que la paz iba a reinar en el mundo, que la historia hab¨ªa terminado. Sab¨ªa que acababa de empezar lo verdaderamente dif¨ªcil. En algunos casos, como en el de Havel, hubo una evoluci¨®n democr¨¢tica. En otros, como con Milosevic, lo que surgi¨® fue un r¨¦gimen autoritario, desp¨®tico y sangriento".
- Chechenia. "Como estoy en Espa?a, me gustar¨ªa referirme al Guernica. Picasso no s¨®lo acusaba a la Legi¨®n C¨®ndor. Lo que denunci¨® en su cuadro, y que s¨®lo se entendi¨® despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, fue el silencio del mundo entero que permaneci¨® impasible ante las bombas que asesinaron a miles de civiles que acud¨ªan al mercado. Es lo que ha pasado con Chechenia, donde han muerto entre 200.000 y 250.000 habitantes y donde otros 200.000 son refugiados, y nadie ha dicho nada. Se ha perdido la oportunidad de frenar una masacre que ha generado unos efectos demoledores. Ha acabado con la libertad de prensa en Rusia y la vida destrozada en el interior de Chechenia ha servido, adem¨¢s, de pretexto para el terrorismo suicida. Los errores cometidos por los rusos all¨ª tienen muchos paralelismos con los que se cometieron en Afganist¨¢n. Durante diez a?os destruyeron las estructuras mentales de la poblaci¨®n afgana y sobre sus ruinas se instalaron los g¨¢nsteres y los fan¨¢ticos musulmanes. Si se sigue la secuencia, hay un hilo que surge en Afganist¨¢n y termina en Manhattan, en los atentados del 11-S. Y, en el caso de los chechenos, en la toma del teatro moscovita y en el horror de la escuela de Beslan. Para entender lo que pasa all¨ª hay que ponerse simult¨¢neamente en el lugar de los 40.000 ni?os que los rusos han asesinado en la guerra de Chechenia y en de los que murieron en esa escuela de Besl¨¢n cuando las fuerzas rusas fueron a liberarlos".
- Nicolas Sarkozy. "He apoyado a Sarkozy en las ¨²ltimas elecciones francesas porque ha vuelto a poner la bandera de los derechos humanos en la pol¨ªtica exterior francesa (Chechenia, Darfur, las enfermeras b¨²lgaras condenadas en Libia), porque ha decidido recuperar la iniciativa en Europa con propuestas pragm¨¢ticas y no con grandes discursos y porque se enfrenta, por primera vez, despu¨¦s de 30 a?os de gobiernos de izquierdas y derechas, al problema fundamental que padece hoy Francia: el paro y la falta de crecimiento. Soy un hombre de izquierdas y por eso, aunque suene parad¨®jico, apoyo a Sarkozy. Es el ¨²nico que considera que el problema central es el de enfrentarse al peor de los males de una sociedad moderna: la falta de trabajo".
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