Poes¨ªa argentina y rock de la R¨ªa

Hace 10 a?os Fito Cabrales se col¨® en el camerino de Los Rodr¨ªguez "en plan fan". Fue en un garito de Vitoria. Andr¨¦s Calamaro no lo recuerda.

-Soy tan desalmado, o estar¨ªa tan ciego... ?Fuimos atentos?

-Mucho -dice Fito- y eso que eran otros tiempos en los que era dif¨ªcil ser atento. Ni siquiera estar atento.

Los m¨²sicos se encuentran ahora, cuarentones y atentos, en un hotel de lujo presentando su gira conjunta 2 son multitud. Cuatro conciertos, los cuatro s¨¢bados de julio, en Getafe (Madrid), Benidorm, Santiago de Compostela y Barcelona. Ser¨¢n como "peque?os festivales en recintos muy amplios, con muchos servicios de hosteler¨ªa y mercadillos", seg¨²n la promotora. Se versionear¨¢n el uno al otro, tocar¨¢n por separado y volver¨¢n a juntarse para los bises. En total, entre tres horas y media y cuatro de m¨²sica. "Ser¨¢ una fiesta reivindicativa del rock en castellano", dice Fito. Calamaro: "A la altura del guiri m¨¢s importante que venga a tocar a Espa?a. Tenemos legiones de gente que nos quiere como a hermanos. Vamos a competir con los Rolling Stones... ?y con Coti!".

Por separado, ambos cuelgan carteles de no hay entradas. Juntos quieren colocar 200.000 localidades de 50 euros en cuatro d¨ªas. La idea del ba?o de masas conjunto fue del manager de Fito y tiene el respaldo de una compa?¨ªa de m¨®viles. Seg¨²n Calamaro, las dimensiones del show las marca el mercado: "Cuando volv¨ª a tocar en Madrid, tras cinco temporadas retirado, como C¨¦sar Rinc¨®n (que el otro d¨ªa cort¨® dos orejas), llenamos el Palacio de Deportes con m¨¢s entradas vendidas que The Who. Menos que Coldplay, pero mucha gente. Fito hizo dos de ¨¦sos. El rock siempre se vivi¨® en bares, nadie me va a convencer de que tocar en La Iguana de Vigo es menos importante que tocar en un estadio, pero es lo que la realidad impone. Adem¨¢s, tengo que pagarle Harvard a mi hija".

Calamaro y Fito comparten m¨²sicos, productor, discogr¨¢fica y canciones. El argentino incluso le regal¨® al de Bilbao el t¨ªtulo de Vivo... para contarlo, pero no son amigos ¨ªntimos, no saben si el otro hizo la mili, no conocen a sus respectivos hijos. No tienen ni idea de c¨®mo funcionar¨¢n entre bambalinas. "Nos conformamos con que no se parezca demasiado a Spinal Tap", dice Calamaro refiri¨¦ndose a un hilarante falso documental sobre la gira de una banda de viejas glorias del heavy.

De momento, sienten mutua admiraci¨®n profesional mezclada con una leve intuici¨®n de qui¨¦n hay detr¨¢s de las canciones. "La gen¨¦tica canalla, la calidad discogr¨¢fica y el momento consagratorio de Fito contrastan con su humildad", dice Calamaro, "no hace falta convivir con ¨¦l para darse cuenta; su p¨²blico lo sabe, a Fito la gente no s¨®lo lo quiere escuchar, lo quiere a secas". "A m¨ª me sigue dando corte subirme a un escenario con Calamaro", dice Fito. "Conozco m¨¢s su obra que su persona, pero un gran artista nunca es un gilipollas, es alguien que tiene cosas que decir".

Calamaro es conciso resumiendo lo que tienen en com¨²n: "Hacemos buenas canciones, buenas letras y somos ex drogadictos". Fito matiza: "Regresados". Si la droga une, ?une tambi¨¦n haberse quitado? "La droga une, pero destruye", dice Calamaro. "Ahora nos vamos a privar de esas monstruosas conversaciones absurdas despu¨¦s de los conciertos para arreglar el mundo". Fito asiente: "S¨ª, pero... no eran tan importantes; mi sensaci¨®n al estar fuera es que me doy m¨¢s cuenta de todo". "Es que el estr¨¦s de la vida marginal es superior al de cualquier oficinista", dice Calamaro, "cada 20 minutos tienes que resolver una situaci¨®n de vida o muerte, de desesperaci¨®n o alivio. Aun as¨ª, hay que estar orgulloso de la experiencia de cada uno". ?Y en qu¨¦ no se parecen? "Sobre todo, en el peinado", dice Calamaro. A su ingenio no se le pasa una, su discurso atrapa pero est¨¢ harto de su propio mito, quiere otro. "No me pongas de genial charlat¨¢n, pon que soy como un Bogart taciturno y misterioso", dice al final de la entrevista, haciendo un abanico con los dedos frente a los ojos. Fito es elocuente y simp¨¢tico, pero m¨¢s parco en palabras. "Nos turnamos en las entrevistas", explica Calamaro, "¨¦ste tiene mucha m¨¢s labia que yo; si no, no escribir¨ªa esas letras".

"En el escenario tampoco tenemos que ser todos iguales", dice Fito, que se lamenta de su falta de ego: "Hay que comerse el escenario cada vez, pero a veces la cabeza no te deja". "Lo de los m¨²sicos y el ego", interrumpe Calamaro, "es un insulto al psicoan¨¢lisis. Se mezcla la ignorancia popular con la astrolog¨ªa... ?Mick Jagger es Leo! Bah, este oficio es un atentado permanente al ego de patio de colegio. Desde el escenario, los aplausos ni se oyen. Y a nosotros el ¨¦xito no nos llega en nuestra primera juventud. Llevamos 20 a?os, pero somos los mismos si hace falta subimos el amplificador vomitado para tocar en un bar".

Lejos del v¨®mito, la extra?a pareja se sienta en un sill¨®n del hotel de lujo para la foto. Calamaro hojea una revista de moda.

-Los bolsos de marca son el nuevo objeto del deseo, si quieres quedar como un duque, hay que regalar un Chloe, un Givenchy... Mira qu¨¦ bonito, 1.500 euros.

-?1.500? ?Lleno de qu¨¦? -pregunta Fito. Calamaro le mira confundido.

-?Ni entend¨ª la pregunta! -salta de pronto- ?Lleno de nada, hombre!, eso cuesta.

-?Pero qu¨¦ tiene?

-Pues es como el bolso de toda la vida, pero de 1.500 euros.