La guerra de Gaza

En Oriente Pr¨®ximo lo ¨²nico irreversible es el desastre. Tres actores libran en Gaza una guerra multidireccional. Fatah, el poder supuestamente moderado de la presidencia palestina que encarna Mahmud Abbas, y Ham¨¢s, el indudablemente componente terrorista del Gobierno de Ismael Haniya, se enfrentan desde hace dos semanas en una batalla, punteada por sucesivas treguas, donde ha habido ya m¨¢s de 50 muertos. Pero, al mismo tiempo, Ham¨¢s reanudaba el s¨¢bado pasado el lanzamiento de cohetes contra poblaciones israel¨ªes, y en su esperada respuesta el Estado sionista bombardeaba posiciones, que se dicen de Ham¨¢s, pero al que le toca le toca, con otra veintena de muertos palestinos. El ej¨¦rcito israel¨ª tambi¨¦n ayer apostaba sus blindados en la divisoria con Gaza, y, mientras se decretaba el estado de emergencia en todo el sur del pa¨ªs, el primer ministro Ehud Olmert advert¨ªa de las m¨¢s graves consecuencias si no cesaba la coheter¨ªa terrorista.

Cabe que ¨¦ste no sea un episodio m¨¢s en la guerra intrapalestina, sino la batalla decisiva para acabar con Ham¨¢s, que gan¨® democr¨¢ticamente las elecciones legislativas de enero de 2006. El movimiento islamista as¨ª lo da por descontado y acusa a Estados Unidos, la UE, Egipto, Jordania y Arabia Saud¨ª de respaldar la operaci¨®n, que, de tener ¨¦xito, se supone que permitir¨ªa a Abbas negociar con Israel. Pero de la voluntad de Olmert de hacerlo no hay muestra fehaciente a la fecha. Y as¨ª el derramamiento de sangre -palestina- seguir¨¢ indefinida e irreversiblemente.

El convencimiento de Ham¨¢s de que el gran aquelarre para el exterminio ha comenzado explica su empe?o en ampliar la guerra lanzando en unos d¨ªas m¨¢s de 100 cohetes sobre Israel, a pesar de que los da?os materiales que causan son insignificantes; el da?o a la poblaci¨®n civil, muy limitado, y a la maquinaria de guerra israel¨ª, nulo. Se trata, por el contrario, de hacer que Fatah cese en el combate, porque la opini¨®n palestina no entender¨ªa que no uniera fuerzas con Ham¨¢s contra el enemigo com¨²n. Eso se llama buscar desesperadamente un respiro por parte de los islamistas. Pero todo es una locura que no conduce a ninguna clase de paz. No pueden ser coincidencia los enfrentamientos de ayer en L¨ªbano entre ej¨¦rcito y terroristas emparentados con Al Qaeda en los que hubo decenas de muertos por ambas partes. Adem¨¢s de recordar al mundo que Siria no permanecer¨¢ de brazos cruzados si se pretende procesarla p¨²blicamente por el asesinato del primer ministro liban¨¦s Rafik Hariri en 2005, la apertura de ese nuevo frente a la iraqu¨ª pone de relieve la capacidad de contagio de las organizaciones del islamismo terrorista.

Se equivoca, por ello, Ham¨¢s neg¨¢ndose a negociar el reconocimiento de Israel; se equivoca Abbas creyendo que cabe una victoria militar sobre su adversario; se equivoca Israel apostando al cuanto peor, mejor; y se equivoca Occidente, si es verdad que hay una colusi¨®n general contra el movimiento islamista, queriendo negociar s¨®lo con Abbas. Y la suma de esa monumental cadena de errores se llama Oriente Pr¨®ximo, donde s¨®lo el desastre es siempre irreversible.