No, jam¨¢s, de ninguna manera

Ellos dicen que no, que jam¨¢s, que de ninguna manera, pero ¨¦l no les cree.

-Y ustedes, ?qu¨¦ experiencia tienen?- les pregunta el abogado a los cinco polic¨ªas sentados ante el juez G¨®mez Berm¨²dez.

-Pues 25 a?os luchando contra ETA, toda mi vida- le responde el m¨¢s veterano. -Al principio, en la brigada de informaci¨®n de Bilbao. Luego...

-Pero... ?Les han dado alg¨²n tipo de curso?- insiste el abogado. -?Han recibido alg¨²n tipo de formaci¨®n para este peritaje?

-Pues cursos de inteligencia, de informaci¨®n, de prospectiva... Algunos de ellos impartidos por el Gobierno de Estados Unidos...

El abogado, tal vez pensando que ha contestado el listillo mientras los dem¨¢s permanecen h¨¢bilmente callados, inquiere por la experiencia del resto. Le responde una voz de mujer. Dice que lleva 12 a?os en la Unidad Central de Inteligencia, todos ellos luchando contra ETA. Ella no lo dice -por pudor o por prudencia o sencillamente porque no viene al caso-, pero su trabajo ha consistido en los ¨²ltimos a?os en poner contra las cuerdas al entorno de la banda terrorista. Se trata de una de las analistas de la Polic¨ªa cuyos datos le sirvieron al juez Baltasar Garz¨®n para armar el macroproceso contra las organizaciones sat¨¦lites de ETA, el sumario 18/98. Da igual. A tenor de lo visto, nada hubiera cambiado. De hecho, hay un momento de la tarde en que G¨®mez Berm¨²dez advierte con severidad al abogado:

-Los expertos son estos se?ores, no usted, se?or letrado...

El abogado en cuesti¨®n se llama Juan Carlos Rodr¨ªguez Segura, representa a la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo y est¨¢ obsesionado con meter a ETA en el 11-M. Los lectores pueden pensar que ya han le¨ªdo esta cr¨®nica. Y puede que tengan raz¨®n. Los que asistieron ayer al juicio tambi¨¦n tuvieron la sensaci¨®n de estar sufriendo un d¨¦j¨¤ vu, de estar viviendo algo que ya hab¨ªan vivido antes. Pero en esta ocasi¨®n no una, ni dos, ni tres veces, sino muchas m¨¢s desde que, hace 39 sesiones, se inici¨® el juicio del 11-M. Un abogado de la acusaci¨®n que no acusa. Un polic¨ªa convertido en sospechoso. Un experto antiterrorista -el caso de los cuatro que se sentaron ayer en el sill¨®n de los peritos- cuyo testimonio contra ETA sirvi¨® a acusaciones, fiscales y jueces para meter en chirona a muchos terroristas, pero cuyo testimonio ahora no le sirve al abogado Rodr¨ªguez Segura porque dice lo contrario a lo que a ¨¦l le gustar¨ªa escuchar: que s¨ª, que lleva usted raz¨®n, que esos 100.000 folios de sumario son una novela barata, que esos tres a?os de trabajo no valen, que los acusados son unos angelitos, que el juez Del Olmo y la fiscal S¨¢nchez, unos incautos o algo tal vez peor.

El abogado contin¨²a con su interrogatorio a uno de los polic¨ªas:

-Entonces usted lo que me est¨¢ diciendo...

Interviene G¨®mez Berm¨²dez, cada vez m¨¢s enfadado:

-No, se?or letrado, no le est¨¢ diciendo eso...

La explicaci¨®n es muy sencilla. Lo que los polic¨ªas realmente dicen es que ETA nunca compr¨® explosivos a otros delincuentes, que siempre le ha bastado con el Titadyn que roba en Francia o con la cloratita, el amonal o el amosal que fabrican sus terroristas. Que nunca -y ahora tampoco- ha colaborado con grupos islamistas. Que ning¨²n terrorista de ETA tuvo ninguna relaci¨®n con un integrista, salvo las superficiales o de afinidad personal que se pueden producir en el patio de una prisi¨®n. Y que, aun en el caso de que el atentado se hubiera cometido con Titadyn, tampoco eso querr¨ªa decir que ETA estuvo metida en el 11-M. Que no, que nunca, que de ninguna manera... Pero, todo eso que los polic¨ªas realmente dicen, al abogado Rodr¨ªguez Segura no le convence. Tonter¨ªas, pamplinas, qu¨¦ sabr¨¢n ellos.

Hubiera sido estupendo haber podido escribir otra cosa. Que la sesi¨®n 39 sirvi¨® para algo. Que los acusadores hicieron su trabajo.