La ruptura americana de Sarkozy
La primera vez que o¨ªmos el eslogan de la ruptura en boca del actual presidente de la Rep¨²blica francesa, cre¨ªmos que se trataba de una finta o de una provocaci¨®n. Luego, bastantes, yo entre ellos, pensamos que obedec¨ªa al prop¨®sito de sacudirse el polvo de los lodos y fracasos de diez a?os de chiraquismo, de los que Sarkozy hab¨ªa sido actor principal; sin advertir que su ambici¨®n ¨²ltima era la de poner fin, m¨¢s all¨¢ de la secuencia de reg¨ªmenes y Gobiernos, a la dominaci¨®n pol¨ªtica y sobre todo emblem¨¢tica del gaullismo, de sus valores, de sus modos y de sus pr¨¢cticas. Esta operaci¨®n de desmantelamiento la concibe y efect¨²a sirvi¨¦ndose del instrumento que es hoy su expresi¨®n pol¨ªtica por antonomasia, el UMP, cuya presidencia ha ocupado y que ha convertido en su arma de guerra. Pero s¨®lo se destruye lo que se sustituye y Sarkozy necesita instalar el universo de la modernidad capitalista triunfante en el espacio que ha venido ocupando la Francia eterna, esa Francia que va desde Carlomagno a De Gaulle y que es el trasunto simb¨®lico pol¨ªtico de la Francia de siempre, tan reacia al cambio, tan pegada a sus tradiciones transmitidas casi sagradamente de padres a hijos, esa Francia a la que el hijo de emigrantes h¨²ngaros de la segunda generaci¨®n, "ese peque?o franc¨¦s de sangre mezclada", por mucho que lo pretenda no podr¨¢ pertenecer nunca del todo y en la que dif¨ªcilmente dejar¨¢ de ser un advenedizo. Ese mundo de la Francia profunda, de costumbres irrenunciables y de historia fundadora que no quiere abandonar el escenario y que siempre encuentra valedores, el ¨²ltimo de ellos Dominique de Villepin, que Chirac le ha preferido como jefe de Gobierno y que no s¨®lo es franc¨¦s de siempre, arist¨®crata, culto, pol¨ªglota e internacionalmente m¨¢s brillante que ¨¦l, sino que adem¨¢s, lo que no es balad¨ª en nuestro personaje, tiene mucho m¨¢s porte y estatura que ¨¦l.
Pero s¨®lo se destruye lo que se sustituye y el modelo se lo ofrece la Am¨¦rica tejana con la estructura ideol¨®gica reagano-bushiana y el incondicional alineamiento con los neoconservadores que han hecho de la riqueza y del ¨¦xito su columna vertebral. La glorificaci¨®n del dinero Get rich or die trying que cantan los raperos es el lema fundamental de la doctrina sarkozista que se declinar¨¢ en una serie de usos y de posiciones. Entre los primeros, los m¨¢s significativos son "todos ricos", de facto o de aspiraci¨®n, y "viva la opulencia": s¨®lo grandes restaurantes, s¨®lo grandes hoteles, jets p¨²blicos para su uso personal -desde 2002, la casi totalidad de sus desplazamientos los ha hecho en aviones del Estado-, yates de lujo de sus amigos grandes empresarios -el de Martin Bouygues para sus vacaciones en Cerde?a en 2005, el de Vincent Bollor¨¦ despu¨¦s del triunfo "para encontrarse consigo mismo"-, reloj s¨®lo Breitling, gafas de sol s¨®lo Rayban o fabricadas para ¨¦l, que le empujan al comportamiento que proclama el JR del serial Dallas. Todo lo cual le sit¨²a en las ant¨ªpodas de un De Gaulle que cuando invitaba los domingos a su familia a comer con ¨¦l en el El¨ªseo abonaba el forfait que hab¨ªa establecido a ese efecto. Las reducciones fiscales tan en l¨ªnea con el credo econ¨®mico de los neoconservadores se asegura que representar¨¢n m¨¢s de 15.000 millones de euros, a los que habr¨¢ que a?adir las exoneraciones de los derechos de sucesi¨®n, de las que se beneficiar¨¢n m¨¢s del 95 % de los franceses y, en particular, los de niveles de patrimonio y renta m¨¢s elevados. Esta revolucionaria pol¨ªtica fiscal tiene como objetivo hacer que vuelvan los ricos que han abandonado el pa¨ªs para evitar "la insoportable presi¨®n del fisco" o que sigan abandon¨¢ndolo otros multimillonarios.
Su ¨ªntima amistad con Johnny Hallyday, el emigrado fiscal por excelencia, parece haber sido un coadyuvante importante. Por lo dem¨¢s, su grupo de amigos culturales Enrico Macias, Faudel, Jean Marie Bigard, Mireille Mathieu, Jean Reno, Christian Clavier, tan acompasados con los entornos de Ronald Reagan o Bush, nada bueno auguran para la hegemon¨ªa cultural francesa. Con todo, lo m¨¢s grave para su pa¨ªs y para Europa es su profesada adicci¨®n euroatl¨¢ntica, que parece haber sido la responsable del nombramiento del humanitario medi¨¢tico Kouchner como ministro de Asuntos Exteriores. En efecto, la conocida incondicionalidad de este ¨²ltimo con el Estado de Israel, y en consecuencia su desconfianza para con el mundo ¨¢rabe, y sobre todo su militancia en favor de la guerra de Irak frente a Chirac y Villepin hacen prever un seguidismo total respecto de la pol¨ªtica de Estados Unidos y la voluntad de confinar a Europa en su papel de espacio econ¨®mico para las multinacionales.
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