San Pablo y el gato
Un elevador permite ver de cerca una de la joyas vallisoletanas
Cuando alguien se dio cuenta de que entre ¨¢ngeles trompeteros, crester¨ªas, pin¨¢culos y evangelistas se hab¨ªa instalado un gato, las autoridades decidieron que el asunto hab¨ªa llegado demasiado lejos. Hab¨ªa que restaurar la fachada y desalojar palomas, vencejos, avispas y todos los dem¨¢s animales, gato incluido, y devolver a San Pablo todo su brillo. El problema, claro, era el de la visibilidad. Si se volv¨ªa a cubrir San Pablo con el inevitable andamio, entonces la fachada portentosa, que fue varias veces portada de carteles y panfletos tur¨ªsticos en los a?os del desarrollismo, quedar¨ªa fuera de la vista del p¨²blico, y Valladolid, sin una de sus obras m¨¢s espectaculares. Hubo una idea.
Pero vayamos por partes. San Pablo de Valladolid es una fundaci¨®n real de do?a Violante, la esposa de Alfonso X, que patrocin¨® su construcci¨®n en 1276. Hoy s¨®lo podemos admirar la iglesia, no la del primer convento, sino la que mand¨® construir a mediados del siglo XIV Torquemada. Lo dem¨¢s se perdi¨® con la desamortizaci¨®n.
La fachada actual, que es lo que aqu¨ª interesa, se levant¨® en dos fases. La primera se debe al patronazgo del obispo fray Alonso de Burgos (a finales del siglo XV), que posiblemente se la encarg¨® al arquitecto Sim¨®n de Colonia. Este obispo es el que aparece de rodillas, orante, y con casulla de flores de lis -su emblema-, contemplando la coronaci¨®n de la Virgen por Dios padre y Jesucristo. A los lados, dos grupos de ¨¢ngeles m¨²sicos, varios santos y blasones forman parte de la decoraci¨®n.
De entre las decenas de figuras que hay en esta parte de la fachada-retablo, los m¨¢s laboriosos y los mejor instalados parecen ser los cuatro evangelistas, sentados cada uno en un estudio, escribiendo cartas, evangelios y apocalipsis. Por encima se encuentra el roset¨®n con dos grandes escudos a los lados, y ya la ¨²ltima l¨ªnea de imposta de la construcci¨®n g¨®tica, de la que asoman dos g¨¢rgolas.
En este punto estaba el front¨®n que se desmantel¨® a comienzos del siglo XVII para elevar la altura de la fachada y convertir San Pablo, que se encontraba en la misma plaza del palacio Real, en capilla para el uso de los reyes. La idea provino del duque de Lerma, valido de Felipe III y promotor del traslado de la Corte a Valladolid en 1601, una operaci¨®n inmobiliaria digna de nuestros poceros y palomos de hoy. Cuando se retir¨® de la pol¨ªtica, la copla dijo: Para no morir ahorcado, / el mayor ladr¨®n de Espa?a / se visti¨® de colorado (logr¨® que le hicieran cardenal).
Los escudos del valido
El valido hizo levantar otros tres cuerpos de cinco calles cada uno y montar por encima el front¨®n g¨®tico de la fachada original. Para llenar los pa?os de la nueva ret¨ªcula clasicista se ech¨® mano de algunas estatuas y grupos escult¨®ricos del claustro y del p¨²lpito del convento, todav¨ªa g¨®ticos. En los dos primeros cuerpos se tallaron estrellas, hendidas y en relieve -emblema del duque de Lerma-, y en dos de las calles laterales del tercero figuran los escudos del valido rodeados por guirnaldas.
Por fin, el front¨®n volvi¨® a instalarse en lo m¨¢s alto. En ¨¦l aparecen las armas de los Reyes Cat¨®licos, custodiadas por leones rampantes con yugo y flechas en las garras, y el ¨¢guila de san Juan por encima de la corona. Es el ¨²nico escudo que el duque de Lerma no se atrevi¨® a retirar de la fachada. Los del obispo fray Alonso mand¨® picarlos y sustituirlos por los suyos, de manera que su programa her¨¢ldico dej¨® un total de 15 blasones.
De entre los cientos de piedras talladas que forman este espect¨¢culo, hay algunos elementos y detalles que merece la pena observar. Por ejemplo, en el primer cuerpo, las sillas, las mesas y los recados de escribir -tintero, pluma y papel- de los evangelistas, y en la calle central del ¨²ltimo, donde se encuentran la Virgen con el ni?o y dos santos dominicos, los festones con plantas, animales y ni?os contorsionistas. Intenten encontrar al que est¨¢ doblado sobre s¨ª, con la cabeza entre las piernas y mostr¨¢ndonos el trasero.
Todo esto puede verse a una distancia de s¨®lo dos metros desde la plataforma elevadora que se ha instalado junto a los andamios de los restauradores. Gracias a este artilugio, quien desee apreciar la fachada hasta las mismas espada?as -la vista de Valladolid desde arriba merece la pena- podr¨¢ hacerlo a lo largo de todo un a?o. Eso s¨ª, tendr¨¢ que calarse un casco, pagar tres euros (1,50 los mayores de 65 a?os) y disfrutar del ascenso (a seis metros por segundo, para que nadie se asuste). Si ven al gato, no le den de comer.
Fernando Castanedo es autor de Triunfo y muerte del general Castillo (Pre-Textos)
GU?A PR?CTICA
La visita- La restauraci¨®n de la fachada de la iglesia de San Pablo est¨¢ a cargo de la Junta de Castilla y Le¨®n (www.turismocastillayleon.com) y de la Fundaci¨®n Caja Madrid (www.fundacioncajamadrid.es). Visitas, de martes a s¨¢bado, de 10.30 a 14.00 y de 16.30 a 19.00; domingos, de 10.30 a 14.00. Precio: 3 euros. Reservas: 983 35 13 66.Informaci¨®n- Oficina de turismo de Valladolid (983 21 93 10; 983 21 94 38; www.valladolidturismo.com).- www.ava.es.
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