Entre las confesiones, carreras
Aunque nadie se lo crea, entre medias de la ceremonia de la confesi¨®n que ha convertido las ¨²ltimas semanas al ciclismo en el deporte del morbo -una competici¨®n por no ser el ¨²ltimo en subirse al confesionario p¨²blico y vomitar como si fuera un pecado insoportable para el est¨®mago lo que se hizo hace a?os sin peor conciencia que la que pueda sentir un conductor circulando a 180 por una autopista- ha seguido habiendo carreras, ha habido aficionados en las cunetas disfrutando como ni?os, ha habido ciclistas sufriendo sobre una bicicleta. Falta poco m¨¢s de un mes para el Tour y ya hay gente haciendo listas; la negra, para apuntar a todos aquellos que estar¨¢n ausentes por confesiones, sanciones y sospechas varias; la blanca, con los nombres de aquellos que esperan que les emocionen y les alegren las tardes de julio.
Dif¨ªcilmente, sin embargo, los nombres para la segunda, la importante, saldr¨¢n del Giro, carrera de y para italianos, dada la insularidad del ciclismo transalpino. Las figuras que ayer, por ejemplo, desafiaron a lo grande la dureza incre¨ªble de las Tres Cimas de Lavaredo -el jovencito Ricc¨°, que se impuso tras una fuga de 100 kil¨®metros y cuatro puertos junto a su veterano compa?ero Piepoli, el rosa Di Lucca, el tremendo Mazzoleni- consideran ya su temporada terminada llegado junio. Ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil dar con la gente de julio entre los que tambi¨¦n ayer terminaron en el traicionero Tibidabo la Volta a Catalunya. Gente del Este, sobre todo. Veteranos como el kazajo Vinok¨²rov, el ganador de la Vuelta que se qued¨® fuera del Tour 2006 con la expulsi¨®n del Astan¨¢, o el ruso Denis Menchov, habitual entre los mejores del Tour. U otro ruso, un poco m¨¢s joven, llamado Vlad¨ªmir Karpets, que fue el ganador final de una Volta cuyo futuro est¨¢ en el aire por problemas de patrocinio: los ¨²ltimos a?os a la carrera m¨¢s antigua de Espa?a le
ha salvado la publicidad de la Comunidad de Castilla y Le¨®n, ya que las instituciones catalanas no consideraron necesario financiarla.
Tampoco es que estos problemas -una de las consecuencias de la mala fama que amasa el ciclismo en los despachos en que se deciden las inversiones publicitarias- le preocupen especialmente a Karpets. Estos problemas y muchos m¨¢s. Karpets, de 27 a?os, nacido en San Petersburgo, residente en Pamplona desde hace a?os, desde que fich¨® por el equipo de Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, tiene el don de aparentar un m¨ªnimo desgarro emocional ante cualquier hecho que le afecte. Buenos y malos. Ya puede ser, como hace tres a?os, conseguir el preciado maillot blanco de mejor joven del Tour; ya sea, como en 2006, echar por tierra sus buenas expectativas en la primera etapa de monta?a tambi¨¦n del Tour. Nada. El mismo rostro inexpresivo, ojos hundidos, largas y anchas patillas coronando su interminable cuerpo, la misma expresi¨®n de indolencia. Si a ello se le une un hermetismo, m¨¢s que filos¨®fico, patol¨®gico, se obtendr¨¢ la imagen de la contradicci¨®n.
Siempre ha sido as¨ª con Karpets, excelente contrarrelojista que se defiende en la monta?a cada vez mejor. Hace tres a?os tambi¨¦n estuvo a punto de ganar la Volta, pero en la cronoescalada de Andorra sufri¨® la ley del incre¨ªble Mart¨ªn Perdiguero, un sprinter que durante una semana lo fue todo, escalador, rodador, contrarrelojista, y que ahora, retirado, se ha metido en pol¨ªtica dentro del PP. Este a?o, Karpets, a quien, aunque no lo parezca, la experiencia le afecta positivamente, logr¨® precisamente en la misma contrarreloj, en la que termin¨® segundo tras su amigo Menchov, otro ruso de Pamplona, asegurar su maillot de l¨ªder despu¨¦s de haber sufrido la v¨ªspera en la etapa monta?osa ganada por Sevilla. Lo hizo Karpets, quien antes de vivir en Pamplona estuvo unos a?os en el campamento-escuela que el ciclismo ruso ha organizado en Tortosa (Tarragona), haciendo lo contrario de hace tres a?os. Entonces se vaci¨® en la primera parte de la cronoescalada, la m¨¢s llana; este a?o regul¨® y termin¨® muy fuerte.
Lo que tampoco supera el t¨ªmido gigante rubio de San Petersburgo es su declarada alergia a las novedades t¨¦cnico-mec¨¢nicas de la bicicleta. Con las orejas bat¨ªa palmas su compa?ero ?scar Pereiro el d¨ªa de la cronoescalada cuando le llevaron un cuadro superligero de carbono nuevo. Lo estren¨® encantado. No as¨ª Karpets, quien, cuando se lo ense?aron, dijo lac¨®nicamente "no". Subi¨® con su bicicleta de siempre, 700 gramos m¨¢s pesada, con lo que necesit¨® alg¨²n vatio m¨¢s para lograr la misma velocidad.
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