Una independencia sin dinero
Kosovo, provincia serbia de mayor¨ªa albanesa, vive de la ayuda de los organismos internacionales mientras espera la soberan¨ªa
En Kosovo no hay kosovares, s¨®lo personas que se identifican con una etnia. El 90% de los casi dos millones de habitantes de este territorio del tama?o de Asturias se considera alban¨¦s; el 6%, serbio, y el resto, de otras minor¨ªas como bosniacos o gitanos. Este mosaico de identidades, lenguas, razas y religiones, producto de siglos de invasiones, guerras y movimientos de poblaci¨®n, que a¨²n siente miedo y odio acumulados por a?os o siglos de injusticias y matanzas, se dispone a ensayar, esta vez bajo vigilancia internacional, una nueva convivencia.
El plan Martti Ahtisaari -presentado por el ex presidente finland¨¦s que da nombre a esta propuesta tras 14 meses de reuniones con representantes de Kosovo y Serbia- propone como ¨²nica soluci¨®n viable la independencia tutelada de la provincia (a¨²n formalmente de soberan¨ªa serbia bajo administraci¨®n de la ONU), establece normas para su funcionamiento y ga-rantiza la protecci¨®n de las minor¨ªas. Su entrada en vigor depende del Consejo de Seguridad, donde se negocia un borrador de resoluci¨®n, y de Rusia, que rechaza la secesi¨®n de lo que su aliada Serbia considera propio e irrenunciable.
"Kosovo es una pieza de una partida mayor entre EE UU y Rusia", dice un analista
"Algo sucedi¨® en la reuni¨®n [del 15 de mayo en Mosc¨²] entre Condoleezza Rice y Vlad¨ªmir Putin. Desde entonces, Washington no tiene tanta prisa en aprobar nuestra independencia", asegura Lulzim Peci, director del Instituto Kosovar para la Investigaci¨®n y Desarrollo Pol¨ªtico. "Kosovo es ahora una pieza de una partida mayor entre EE UU y Rusia. Si Washington y la UE muestran firmeza, Rusia ceder¨¢. S¨®lo pretende demostrar que es alguien en la esfera internacional. Pero si Mosc¨² percibe divisiones, el proceso se retrasar¨¢ durante meses".
El primer ministro de Kosovo, Agim ?eku, no quiere entrar en el juego de las adivinanzas (err¨® varios pron¨®sticos sobre la fecha) ni amenazar con la proclamaci¨®n unilateral de independencia (posibilidad que se esgrimi¨® desde Washington antes de la reuni¨®n Rice-Putin). "El tiempo es importante, pero lo es m¨¢s el resultado y para nosotros lo mejor es una resoluci¨®n pactada y adoptada por el Consejo de Seguridad".
Veton Surroi, pol¨ªtico de la oposici¨®n y due?o de un peque?o imperio medi¨¢tico en Kosovo, asegura que el problema de Serbia es la ausencia de un De Gaulle, un hombre con el coraje de decir la verdad a su pueblo. "Despu¨¦s de la independencia de Kosovo, los dirigentes serbios no tendr¨¢n m¨¢s ¨¢rboles donde esconderse. Y es posible que tampoco los haya para los de Kosovo", asegura. El estatus, eufemismo con el que los albaneses se refieren al plan Ahtisaari, ocupa todo el espacio pol¨ªtico y vital. Es el ¨¢rbol que tapa la grave situaci¨®n econ¨®mica y social de Kosovo, una realidad que pone en riesgo la viabilidad del futuro Estado. Tres datos significativos: entre un 35% y un 50% de la poblaci¨®n est¨¢ en paro, cada a?o ingresan en el mercado laboral 30.000 j¨®venes y m¨¢s del 15% de la poblaci¨®n vive con menos de un euro al d¨ªa, es decir en la extrema pobreza. "Estamos en un c¨ªrculo vicioso: desempleo muy alto, un crecimiento econ¨®mico insuficiente y un gran d¨¦ficit comercial. Es la botella medio vac¨ªa. Pero despu¨¦s de ocho a?os de presencia internacional podemos decir que se han sentado las bases y que se han producido enormes avances. Es la botella medio llena", afirma Joachim R¨¹cker, representante especial del secretario general de la ONU en Kosovo, que asegura que la comunidad internacional ha aprendido de los errores de Bosnia y que el caso de Kosovo no es comparable: "Aqu¨ª tenemos una robusta presencia de la OTAN".
El primer ministro ?eku recuerda que la econom¨ªa fue desvastada por la guerra y que la ausencia de estatus bloquea las inversiones extranjeras e impide solicitar cr¨¦ditos a entidades internacionales. "Tenemos un gran potencial de desarrollo en miner¨ªa y agricultura. Es cierto que el debate pol¨ªtico ocupa todo el espacio, pero el estatus es el instrumento que necesitamos para solucionar los problemas y avanzar hacia la UE".
Kosovo est¨¢ subvencionado por la presencia internacional y por las remesas enviadas por los albaneses de la di¨¢spora: 380 millones de euros al a?o, la mitad del presupuesto nacional. "Al principio se dio un gran impulso a la reconstrucci¨®n
[entre 1999 y 2003 se gastaron 2.340 millones de euros], pero desde hace tres o cuatro a?os estamos parados, no hay inversiones en desarrollo. Hemos perdido mucho tiempo", denuncia Peci.
En Kosovo, donde conviven el euro y los sueldos irrisorios (la pensi¨®n media que abona la misi¨®n de Naciones Unidas en Kosovo es de 40 euros), el problema no es s¨®lo de viabilidad econ¨®mica, sino pol¨ªtica. Una independencia consensuada, con el apoyo o, al menos, sin el veto de Rusia en el Consejo de Seguridad, no garantiza una aplicaci¨®n sin sobresaltos del plan de Ahtisaari. Los serbios de Mitrovica y de las tres municipalidades cercanas a la frontera amenazan con no reconocer la independencia.
"Somos testigos de un destino nuestro que deciden fuera", asegura el periodista Miguen Kelmendi. "Es una sociedad acostumbrada a que otros tomen la iniciativa, una herencia de la estructura de clanes y del comunismo. Somos una sociedad inacabada". Preguntado por los s¨ªmbolos y el nombre del pa¨ªs (los serbios dicen Kosovo y los albaneses Kosova), Kelmendi sugiere una soluci¨®n ingeniosa: "Seamos un pa¨ªs del siglo XXI, de la era de Internet y escribamos Kosov@".
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