El coche que puso a Espa?a sobre ruedas

1957. Un c¨¢ncer se lleva al imperturbable Humphrey Bogart a la galer¨ªa de los mitos universales. En M¨®naco, otra estrella de Hollywood, la bell¨ªsima Grace Kelly, da a luz a la princesa Carolina. Ese mismo a?o, la firma del Tratado de Roma alumbra la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE) cuando la extinta URSS deja a todos boquiabiertos al poner en ¨®rbita el Sp¨²tnik, el primer sat¨¦lite terrestre. Y en Espa?a, antes de inaugurarse el Camp Nou, aparece el Seat 600, el coche que impuls¨® la motorizaci¨®n de Espa?a. El gran s¨ªmbolo del desarrollismo espa?ol, lo que permiti¨® a los espa?oles "alejarse de su pasado e iniciar una excursi¨®n de fin de semana de la que a¨²n no han vuelto", escribi¨® Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n; el "secreto b¨¢sico y pr¨¢cticamente ¨²nico de la estabilizaci¨®n econ¨®mica espa?ola", seg¨²n atribuye Fabi¨¢n Estap¨¦ al economista Joan Sard¨¤ Dexeus, principal inspirador del Plan de Estabilizaci¨®n de 1959.

La primera gran revoluci¨®n del 600 fue poner Espa?a sobre cuatro ruedas. Literalmente. El parque automovil¨ªstico apenas superaba las 100.000 unidades cuando Seat inici¨® su andadura, en 1950. El ¨ªndice de motorizaci¨®n en Espa?a era de 3,1 veh¨ªculos por cada 1.000 habitantes. En 1953, el desfase de matriculaciones con Italia, el pa¨ªs m¨¢s cercano en cuanto a estructura econ¨®mica y nivel de vida, era de 11 a?os. La aparici¨®n del 600 cambi¨® radicalmente el paisaje automovil¨ªstico, cuando lo ¨²nico que se pod¨ªa ver por las carreteras espa?olas eran veh¨ªculos anteriores a la Guerra Civil o los microcoches -Biscuter, PTV, Isetta-, motocarros y motocicletas. Aunque modesto, el 600 era por fin un autom¨®vil digno de tal nombre, con puertas met¨¢licas, ventanillas que sub¨ªan y bajaban, asientos para cuatro personas, calefacci¨®n e incluso radio, aunque hubiera que pagarla aparte.

M¨¢s all¨¢ de la motorizaci¨®n del pa¨ªs, el Seat 600 "es el protagonista del gran cambio social, el paso de la Espa?a rural, a la Espa?a de la industria y los servicios", proclama el octogenario Silvio del Arco , ingeniero y jefe de compras de Seat en 1957, la "¨²ltima reliquia de la vieja guardia", se autodefine con orgullo. "Significa la introducci¨®n en Espa?a del modelo fordista o taylorista de organizaci¨®n del trabajo", analiza el hist¨®rico sindicalista Carles Vallejo, de 57 a?os, que lleva en Seat desde 1969.

"Me dijeron: 'olv¨ªdese de los precios, su misi¨®n es garantizar el suministro de materiales que re¨²nan las condiciones que establecen las normas internacionales'. Como no ten¨ªamos divisas, no pod¨ªamos importar componentes de fuera del pa¨ªs, de Italia, y dentro no ten¨ªamos una industria -fundici¨®n, forja, chapa y dem¨¢s componentes- que reuniera las requisitos para fabricar un modelo en masa. Ese fue el gran reto, aprovechar lo poco que hab¨ªa", relata Del Arco.

La hoja de ruta del reci¨¦n estrenado Gobierno de tecn¨®cratas, integrado por canteranos del Opus Dei, marcaba la modernizaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs -esto es, desarrollar el sistema capitalista sin liberalizar el sistema pol¨ªtico- y Seat fue uno de sus motores.

El ¨²nico atisbo democratizador de entonces reside en Seat, y fue poner el autom¨®vil al alcance de todos los espa?oles. O casi todos, como se encarg¨® de recordar un jugoso art¨ªculo de Pueblo de octubre de 1964. Bajo el t¨ªtulo No es un lujo, el diario madrile?o dice: "El que se obstina en considerar un lujo el Seat 600 es nuestro r¨¦gimen fiscal, que carga sobre ¨¦l nada menos que un 16% del precio de venta".

El 600 sali¨® a la venta en junio de 1957, fruto de un acuerdo de fabricaci¨®n con Fiat, a un precio de 71.400 pesetas (65.000 m¨¢s otras 6.400 de impuesto). al alcance de los que no llegaban para la berlina Seat 1.400 (costaba 144.600 pesetas con impuestos incluidos), pero les sobraba para una Vespa. Tres veces y media m¨¢s que la renta per c¨¢pita de entonces: 18.472 pesetas. Lo que en euros de hoy rondar¨ªa los 17.900.

Pese a ello, el ¨¦xito del 600 fue inmediato y rotundo. En enero de 1957 comienza a comentarse la aparici¨®n del segundo modelo Seat, Se sabe que es una r¨¦plica del Fiat 600, dise?ado por Dante Giacosa a partir de la experiencia del Topolino (Fiat 500), lanzado en Italia dos a?os antes.

Las solicitudes de compra alcanzaron cifras impensables: en marzo, la cartera de pedidos super¨® las 100.000 unidades y hubo que cerrar la admisi¨®n. En 1958, su producci¨®n se multiplica casi por cinco, al pasar de casi 2.600 a m¨¢s 12.000 unidades.

El nuevo modelo de Seat es causa y consecuencia a la vez de una espectacular transformaci¨®n sociol¨®gica y econ¨®mica. Los espa?oles se lanzan a descubrir el turismo y se disponen en familia a explorar todos los rincones peninsulares, al ritmo de "adelante hombre del 600, la carretera nacional es tuya", canci¨®n que populariz¨® a?os despu¨¦s Moncho Alpuente.

"Nos permiti¨® salir de 'pic-nic' los fines de semana. Mi padre compr¨® un 600 en 1960, antes que televisor. Pudimos ir a Tremp, a visitar a la familia de mi madre, y a Madrid, la ciudad natal de mi padre, que abandon¨® en 1939. Lo recuerdo perfectamente, era el verano de 1961, parec¨ªamos la Familia Ulises", relata con nostalgia Francesc Prieto.

Prieto es casi coet¨¢neo del 600. Naci¨® dos a?os antes dentro de la factor¨ªa de Seta de la Zona Franca. "Mi padre era t¨¦cnico electricista y por la noche era el responsable de la seguridad. Viv¨ªamos dentro de la f¨¢brica, nac¨ª all¨ª", explica.

El 600 tambi¨¦n represent¨® el gran salto de plantilla en Seat (v¨¦ase cuadro), lo que permiti¨® "aligerar el control" y despert¨® la "conciencia de clase" y a la entrada de c¨¦lulas antifranquistas en Seat, coinciden Vallejo y Prieto. En la f¨¢brica se empezaban a suceder varias quejas relacionadas con la higiene y la comida, y en 1958 tuvo lugar la primera huelga, en solidaridad con los 15.000 mineros asturianos que dejaron de acudir a los pozos durante tres semanas. La protesta se sald¨® con el despido inmediato de los huelguistas. La pol¨ªtica de salarios altos el sueldo de un trabajador de Seat doblaba la renta per c¨¢pita media se fue imponiendo para garantizar la paz social, acompa?ada -eso s¨ª- de un aumento de la productividad sin precedentes.