Escombros
Esto era lo que hab¨ªa y lo que hay: no era cierto que fu¨¦semos una reserva de la derecha. Ni antes ni ahora. En Galicia el voto de la izquierda pr¨¢cticamente siempre fue m¨¢s que el de la derecha, otra cosa es que no se ajuste al bipartidismo que reina en las Castillas, Valencia, Extremadura, Andaluc¨ªa y Madrid. Por eso la izquierda y el nacionalismo gallego en conjunto han ganado las elecciones locales y la derecha ha cedido tanto poder territorial. Sin entusiasmo y sin dramatismo. El resultado de las auton¨®micas no fue azar sino una decisi¨®n firme de probar otro gobierno.
El Partido Popular celebra seguir contando con fuerte apoyo electoral, pero tendr¨¢ que afrontar que ya no es la fuerza hegem¨®nica, sino un partido m¨¢s y ahora casi desprovisto de poder. La derecha en Galicia tiene por delante unos a?os de resistir hasta que vengan tiempos propicios, hasta que fracasen los nuevos gobernantes. Eso s¨ª, N¨²?ez Feijoo gan¨® la direcci¨®n del partido. Perdido el poder auton¨®mico que mantuvo unidos los feudos territoriales, uni¨® el haz de alcald¨ªas dispersas y parece que ha salido de la campa?a como un l¨ªder hacia fuera y hacia dentro de su partido. La normalidad democr¨¢tica precisa que haya juego, que exista oposici¨®n efectiva y razonable.
Y no hay lugar a soberbias por parte de los que han ganado. Los socialistas han recibido triunfos que tambi¨¦n inclu¨ªan un recordatorio de la debida humildad democr¨¢tica en A Coru?a, Lugo o Santiago. Y los nacionalistas tendr¨¢n que pensar lo que les ha dicho Vigo de modo destacado, pero en general toda la Galicia urbana. La victoria evidente de las dos fuerzas de la Xunta bipartita contiene tambi¨¦n un aviso: su avance fue consecuencia directa de ocupar el poder, un avance mec¨¢nico, sociol¨®gico. Pero se ha expresado una reticencia de forma clara, la abstenci¨®n de los sectores sociales m¨¢s cercanos ideol¨®gicamente. La opini¨®n que impuls¨® el cambio pol¨ªtico no sigue incondicionalmente a esta Xunta, aunque la prefiera a la anterior es cr¨ªtica con ella. La derecha espa?ola es ac¨¦rrima pero la izquierda, como le es natural, es cr¨ªtica con la sociedad y con la derecha, pero tambi¨¦n con la propia izquierda. Y hay que ganar su apoyo porque con su abstenci¨®n se acaba perdiendo la mayor¨ªa para gobernar, pero sobre todo porque si falta ese apoyo es porque el proyecto pol¨ªtico se ha malogrado, se ha pervertido o evaporado y s¨®lo se busca perpetuarse en el poder.
?Qu¨¦ reticencias ha expresado el electorado progresista en estas elecciones? Aparte de l¨®gicos desacuerdos en temas concretos locales o parciales, ha habido una reprobaci¨®n por gobernar sobre bases demasiado semejantes a las del fraguismo. El ver a una nueva Administraci¨®n enred¨¢ndose en la misma telara?a de compromisos que ahog¨® a la sociedad tantos a?os, bajo los mismos chantajes, similares ataduras, las mismas complicidades. El nuevo Gobierno puede dejar de ser nuevo y acabar tropezando y siendo aplastado por los escombros que nos dej¨® el anterior.
?No es eso el modo tan decepcionante y equivocado en que se est¨¢ conduciendo el problema de Reganosa? Porque Reganosa es un problema. Galicia necesita todo tipo de infraestructuras. En s¨ª misma, una planta de gas licuado conectada en red es algo necesario y que no debemos dejar pasar, pero el modo en que pact¨® el anterior presidente de la Xunta la instalaci¨®n de la planta en un lugar imposible transform¨® lo que era un beneficio en un problema. El fondo de esa r¨ªa tan habitada, adonde deben llegar enormes barcos cargados de gas por un canal que s¨®lo existe en la pleamar fue un disparate terrible. Lo sigue siendo. Las protestas de vecinos y mariscadores son totalmente justificadas, son las v¨ªctimas de una decisi¨®n pol¨ªtica culpable.
Como otras patatas calientes que el fraguismo dej¨®, es un problema complejo pero la ¨²nica salida posible pasa por la legalidad y el di¨¢logo, no uno sin lo otro. ?Y es legal dejar entrar en la r¨ªa a barco tan peligroso hasta una factor¨ªa que no cumple el preceptivo plan de evacuaci¨®n para funcionar? Si no es legal, no se puede permitir. ?Y es l¨®gico que la polic¨ªa golpee a las v¨ªctimas de tal barbaridad en vez de a los culpables, que se lavan las manos? No alegra ver a esta Xunta haci¨¦ndole el trabajo sucio a la anterior, cargando con sus escombros.
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