Memoria de futuro
Han pasado las elecciones municipales y en el medio de la vor¨¢gine de la resaca "politoman¨ªaca" a uno se le ocurre que quien realmente ha ganado en t¨¦rminos absolutos es la TVG con ese 43% de audiencia en la noche electoral. He invocado varias veces la necesidad de una agenda propia para la vida social y pol¨ªtica de Galicia y ese hecho medi¨¢tico viene a reforzar la constataci¨®n de una tendencia al alza respaldada por la ciudadan¨ªa. Es cierto que la propia materia y cobertura informativa tan "territorial" del evento est¨¢n en la base de ese dato de audiencia. Pero, en todo caso, hab¨ªa que lograrlo con una buena programaci¨®n y en un contexto en el que parece que a todos nos tiene que interesar de igual modo la confrontaci¨®n por la pol¨ªtica antiterrorista, la llamada batalla de Madrid, entre el PSOE y el PP o entre Aguirre y Gallard¨®n, como si a estas alturas siguiese siendo relevante el valor simb¨®lico de tener el poder local en la capital del reino o, fruto de la misma perversi¨®n, transcendental para la mayor¨ªa el futuro admininistrativo de Navarra.
Por mucho que ahora se discuta sobre la ley electoral a prop¨®sito de la lista m¨¢s votada en cada localidad o se peleen los acuerdos de pacto o coalici¨®n, lo cierto es que en Galicia se refuerza y refrenda una mayor¨ªa social que es m¨¢s de izquierdas que de derechas y que eso, ahora s¨ª, va a tener una cristalizaci¨®n en las estructuras locales de poder como ya lo tiene en la Xunta porque Galicia, se pongan como se pongan unos y otros, es un pa¨ªs plural. Deber¨¢n el PSOE y el BNG reflexionar en una cultura de la coalici¨®n que los va a unir irremisiblemente en los pr¨®ximos a?os y deber¨¢ el PP reconocer donde est¨¢n sus limitaciones.
Pero no quiero yo extenderme por esa v¨ªa discursiva para no asumir un papel de polit¨®logo que no me corresponde y que malamente desempe?ar¨ªa. En las ¨²ltimas semanas la agenda propia de Galicia tiene otro referente terco y desconcertante que es la R¨ªa de Ferrol, Reganosa y las protestas y represi¨®n que las primeras operaciones de la planta de gas han suscitado. Recomiendo la lectura de un libro que ha publicado la asociaci¨®n Fuco Bux¨¢n, Muros de Silencio y que firman Carmelo Teixeiro, Enrique Barrera y Manuel Angel Rodr¨ªguez. El libro argumenta la posici¨®n bien conocida contra la instalaci¨®n de la planta en Mugardos del Comit¨¦ Ciudadano de Emergencia. Se pueden tener mantener posiciones diversas sobre el desarrollo sostenible (los autores, por ejemplo, no se oponen a la existencia de la planta, sino que defienden su instalaci¨®n en el futuro puerto exterior) o tambi¨¦n opiniones distintas sobre las movilizaciones, pero el libro revela de forma inapelable el intrincado y dudoso itimerario legal y pol¨ªtico del proyecto y, sobre todo, la ausencia de medidas y protocolos de seguridad para prevenir accidentes.
Si a ello sumamos el laconismo frustrante que se transmite desde la Xunta -tanto el presidente como el conselleiro de Industria reconocen que no es la ubicaci¨®n deseable, pero que la planta ya est¨¢ construida-, no se nos est¨¢ transfiriendo un mensaje de transformaci¨®n y progreso por mucha sensatez y pragmatismo que pueda iluminar su actitud. Para el com¨²n de los mortales no es f¨¢cil entender a primera vista el valor estrat¨¦gico que la planta pueda tener para nuestro desarrollo industrial y energ¨¦tico, que lo tendr¨¢. Pero, desde el punto de vista de la seguridad, parece indudable el riesgo, dada la proximidad de la poblaci¨®n civil y de la maniobrabilidad de buques que s¨®lo pueden entrar y salir con la marea alta en una r¨ªa que hace unos a?os vio como un barco derrumbaba el puente de As P¨ªas y que construye en su embocadura un puerto exterior.
En los ¨²ltimos a?os, mal que bien, hemos avanzado en la recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica, pero habr¨ªa que abrir un proceso de "memoria de futuro" para desenmascarar y neutralizar las barbaridades de 16 a?os de gobierno de la derecha. Y es que la planta de gas de Ferrol no es como la Cidade da Cultura, un desastre que se puede reconducir con austeridad y planificaci¨®n econ¨®mica y cultural, sino que estamos ante una muy posible temeridad que pone en riesgo vidas humanas y ecosistemas.
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