Frente a ETA: lealtad junto al Gobierno espa?ol
El comunicado de la banda terrorista ETA rompiendo, como si no lo hubiera hecho ya tras el atentado de la T-4, la tregua que ella misma hab¨ªa anunciado debe actuar como un elemento absolutamente relevante a tener en cuenta en este momento preciso, es decir, meses antes de las elecciones generales.
Lo primero que quiero resaltar es que la responsabilidad es exclusivamente de los terroristas. Es ETA quien dice romper la tregua y, al parecer, se propone amenazar de nuevo la vida, la libertad y la convivencia democr¨¢tica de los espa?oles. ETA s¨®lo, ella sola, nadie m¨¢s. En segundo lugar, parece evidente que, en este momento de nuestro presente, se deber¨ªa imponer la raz¨®n colectiva, la decencia democr¨¢tica y la altura de miras pol¨ªtica; es decir, la defensa sin ambages ni componendas varias del principio de legalidad, el Estado de derecho y la democracia espa?ola. Quisiera recordar a este respecto el t¨ªtulo del ¨²ltimo art¨ªculo publicado en EL PA?S, antes de su asesinato por los terroristas, por Francisco Tom¨¢s y Valiente (ETA: ?qu¨¦ hacer?), en el que el insigne jurista reflexionaba sobre que la existencia de ETA era el ¨²ltimo problema, el ¨²nico grave problema que segu¨ªa sobrevolando sobre la democracia y las libertades de los espa?oles. Ten¨ªa entonces raz¨®n, la sigue teniendo hoy.
Todas las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas del arco parlamentario espa?ol tienen la obligaci¨®n moral, democr¨¢tica y pol¨ªtica de apoyar sin reservas de ning¨²n tipo al Gobierno leg¨ªtimo de Espa?a en este momento.
Es lo que suceder¨ªa, sin lugar a dudas, en cualquier pa¨ªs de nuestro entorno de la Uni¨®n Europea -Francia, Alemania, Inglaterra, etc¨¦tera- y es lo que debe suceder en Espa?a.
Es evidente que, tras el anuncio etarra, nadie puede seguir diciendo -y si lo hacen los espa?oles tomar¨¢n a buen seguro nota de ese desprop¨®sito- que el presidente del Gobierno ha pilotado un proceso de "rendici¨®n" frente a ETA. No es verdad. Si as¨ª hubiese sido, el comunicado de ruptura de la tregua no tendr¨ªa sentido, ni siquiera desde la supuesta l¨®gica del terror. No se puede seguir diciendo que Zapatero ha sucumbido a la amenaza terrorista, que ha llevado al pa¨ªs al caos, que ha cedido Navarra o que pensaba hacerlo, en secretas conversaciones que filtraba oportunamente ¨®rgano tan "imparcial " y "democr¨¢tico" como Gara.
Tampoco se puede seguir esgrimiendo la aplicaci¨®n inmediata y acr¨ªtica del Pacto Antiterrorista, que votamos en el Congreso, felizmente unidos, Partido Popular y Partido Socialista y que en este momento necesita, cuando menos, una revisi¨®n urgente: el fiel mantenimiento de sus principios, pero su apertura institucional a todas las formaciones pol¨ªticas democr¨¢ticas que deseen suscribirlo. Y s¨ª, estoy hablando de modo muy especial del Partido Nacionalista Vasco, sin el cual el problema de la violencia y el terrorismo en el Pa¨ªs Vasco no tiene ni tendr¨¢ posible remedio. Naturalmente, mi deseo es que esa apertura del pacto se haga extensible a todas las fuerzas democr¨¢ticas, a todas, las que lo deseen, y ojal¨¢, hoy mismo, ya, fuesen todas las que conforman el arco parlamentario del Congreso y del Senado; o sea, de la representaci¨®n de las Cortes Generales, donde radica la soberan¨ªa del pueblo espa?ol.
Sin duda alguna, le corresponde al Gobierno el esfuerzo mayor para alcanzar ese pleno acuerdo frente a la amenaza etarra. Pero si eso es cierto, no lo es menos que a la oposici¨®n mayoritaria, es decir, al Partido Popular, y muy concretamente a su l¨ªder Mariano Rajoy, le corresponde apoyar de modo decidido, pleno, consciente, leal y eficaz al Gobierno de Espa?a en esta hora. Y apoyar de un modo concreto y singular al presidente del Gobierno, hayan sido cuales hayan sido las discrepancias que hayan podido separarles en un inmediato anteayer. Los espa?oles, estoy convencido, es lo que leg¨ªtimamente desean, y es lo que la raz¨®n del Estado y el sentido com¨²n exigen en democracia.
Los espa?oles, todos, tenemos derecho a seguir diciendo que es m¨¢s importante, infinitamente m¨¢s, cultivar los valores que nos unen que las diferencias que nos separan. Como bien escribiera Francisco Tom¨¢s y Valiente, s¨®lo sobra ETA; seguimos siendo "nosotros", los dem¨®cratas todos, nacionalistas catalanes y vascos incluidos, frente a "ellos". Y ese nosotros es la plasmaci¨®n de la conciencia libre y la voluntad constitucional que representa el Estado constitucional.
Por tanto, frente al terrorismo asesino de ETA, nadie puede separar por m¨¢s tiempo a los espa?oles (aunque se piense equivocadamente que esa pol¨ªtica puede dar r¨¦ditos electorales mediatos, cosa que por otro lado no es cierta). Ninguna separaci¨®n de los espa?oles frente al terrorismo es leg¨ªtima en democracia. Y el Gobierno tiene la legitimidad de las urnas y la confianza democr¨¢tica de la mayor¨ªa.
Los dem¨®cratas no tienen otra pol¨ªtica democr¨¢tica frente a ETA que apoyar decididamente y con lealtad la acci¨®n antiterrorista del Gobierno y colaborar para imaginar, de nuevo y en este preciso momento hist¨®rico de Espa?a, los instrumentos mejores para que todas las fuerzas democr¨¢ticas puedan estar de acuerdo en los m¨ªnimos imprescindibles que restauren la imprescindible unidad de los dem¨®cratas frente al terrorismo. Ciertamente que para que ello ocurra se precisa el concurso de una vieja virtud: la finura de esp¨ªritu.
O sea, aquella que reclamara Manuel Aza?a en La velada de Benicarl¨®, cuando escrib¨ªa: "Pienso en la zona templada del esp¨ªritu, donde no se aclimatan la m¨ªstica ni el fanatismo pol¨ªtico, de donde est¨¢ excluida toda aspiraci¨®n a lo absoluto. En esa zona, donde la raz¨®n y la experiencia incuban la sabidur¨ªa". Desde ah¨ª, desde los basamentos del moderno sentido del Estado, no es posible sustentar, en este asunto, otra posici¨®n que el leal apoyo al Gobierno de la naci¨®n.
A no ser, claro est¨¢, que, al carecer por completo de dicho sentido pol¨ªtico esencial para la acci¨®n p¨²blica democr¨¢tica, recaigan algunos, citando de nuevo al mejor Aza?a, en lo de aquel pat¨¢n del Jard¨ªn de los frailes "que por serlo (...) carece de memoria colectiva. Nadie se contempla m¨¢s independiente: en su persona comienza el mundo y se acaba. No suscribe el pacto social".
Ello, no suscribir el pacto social, es la exacta posici¨®n arriscada de la escasamente leal oposici¨®n cuando no decide cumplir su principal y m¨¢s elemental sentido democr¨¢tico: ser leal con el Estado. Ser Estado. Ser parte del Estado, que no es sino la plasmaci¨®n institucional de la libertad democr¨¢tica y la Constituci¨®n de todos los espa?oles.
As¨ª que finura, raz¨®n y experiencia hist¨®rica.
Joaqu¨ªn Calomarde es diputado al Congreso por Valencia, adscrito al Grupo Mixto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.