Piedras calatravas recuperadas

D¨¦cadas atr¨¢s habr¨ªa sido impensable la recuperaci¨®n de un monumento hist¨®rico para uso tur¨ªstico que no fuera apadrinada por los paradores del Estado. Una empresa privada manchega ha cre¨ªdo en el modelo y, con m¨¢s fe que conocimiento, se ha atrevido a poner en valor el castillo de Manzanares, de tal suerte que hoy muchos viajeros lo prefieren al propio parador de la localidad. Claro, ni la calidad de sus instalaciones, ni la atenci¨®n orientada a bodas, banquetes y convenciones empresariales confundir¨ªa a un incondicional de la red p¨²blica; pero el respeto que imponen estas piedras levantadas por la orden de Calatrava en el siglo XIII no tiene rival en el anodino pintoresquismo del cercano parador. Y eso que el baluarte permaneci¨® invisible a los lugare?os desde la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal, cuando fue destinado a almacenes, talleres, cuadras y dem¨¢s dependencias sin gloria. A su alrededor, la villa hab¨ªa crecido hasta ser una referencia en el horizonte manchego. Un alto obligado en la carretera que une Madrid y Andaluc¨ªa.

B¨®vedas del siglo XVI

Los trabajos de restauraci¨®n han consumido recursos dif¨ªciles de amortizar, con el encanto de sus cinco ¨²nicas habitaciones; de ah¨ª que el hotel promueva diversos eventos y celebraciones colectivas. Un grupo de arque¨®logos, historiadores y arquitectos despejaron de ap¨®sitos residenciales los patios y las rondas almenadas, lo que puso al descubierto la torre del homenaje y desenterr¨® una bodega excavada en el siglo XVI con preciosas b¨®vedas y columnas de piedra, ahora utilizada para salones y comedores de ambiente renacentista, menos remedado de lo que cabr¨ªa esperar.

Las cuadras, los almacenes y los alhol¨ªes (graneros) construidos durante los siglos XVIII y XIX albergan las cocinas del hotel, mientras que los dormitorios ocupan un edificio de nueva planta que recrea sin mucha pompa las c¨¢maras originales. Revoco y piedra a la vista, l¨¢mparas troncopiramidales, armarios de madera con cierto estilo, tapicer¨ªas listadas o estampadas, incluso el cuarto de ba?o abierto procazmente a la alcoba... Nada parece dejado al azar, ni siquiera el toque contempor¨¢neo del mobiliario. Al gusto de la clientela empresarial que persigue el distingo con el parador de turismo. Intactos quedan por a?adidura la capilla y el patio de armas, adem¨¢s de la torre barcinada dicha del Homenaje.

Si el hospedaje obedece a una escapada de fin de semana, el servicio se antojar¨¢ escaso en relaci¨®n con lo que cuesta la habitaci¨®n doble. Amable, pero muy justo en dar abasto. Si la estancia es colectiva, s¨®lo cabe echar de menos una l¨ªnea de aparcamiento m¨¢s larga que la actual y m¨¢s pr¨®xima a la entrada del castillo. ?C¨®mo cuesta acarrear con las maletas por el adoquinado!