Los hijos perdidos de Trilla
La rusa Aurora Trilla tiene 76 a?os y vive en Mosc¨². Alain Lazard tiene 65, es franc¨¦s y reside en California. Ambos tienen los mismos ojos claros, entre azules y grises. Son hermanos, pero no se han visto nunca. Su padre fue el luchador antifranquista Gabriel Le¨®n Trilla, pero no llegaron a conocerle. Criados por sus respectivas madres, sus vidas han discurrido paralelas hasta que el pasado 24 de marzo se fundieron en un prolongado abrazo en la cafeter¨ªa de un c¨¦ntrico hotel de Madrid.
El esperado encuentro se produjo en silencio. Se miraron y no se dijeron nada. S¨®lo se abrazaron. La emoci¨®n dio paso a un j¨²bilo compartido por el resto de los familiares de Gabriel que rodeaban a los hermanos. Alain, con un castellano de urgencia, invit¨® a Aurora a visitar su casa americana. Simulando gestualmente el vaiv¨¦n de las olas le propuso hacer el viaje en barco. Sab¨ªa que su nueva hermana acababa de llegar de Mosc¨² tras 60 horas de tren por su fobia a los aviones. La intensidad se fue relajando en las sonrisas c¨®mplices de los parientes reci¨¦n descubiertos.
Tres ramas familiares, una procedente de la Espa?a natal de Gabriel Le¨®n Trilla, otra de la antigua URSS, y la tercera, de la Francia ocupada, reunidas para conocerse, convivir y recorrer juntos los escenarios a?orados durante su exilio en Francia por el comunista y dirigente antifranquista asesinado en Madrid en 1945.
Mich¨¨le Lazard, hermana de madre de Alain, es la ¨²nica persona del grupo que convivi¨® con ¨¦l, y 60 a?os despu¨¦s guarda intacta una de las frases con las que Gabriel Le¨®n Trilla evocaba su pa¨ªs desde su exilio en Aix-en-Provence: "Una tormenta ha cruzado el cielo de Madrid, dej¨¢ndolo vibrante". Mich¨¨le, de 77 a?os, es una pieza clave en la reconstrucci¨®n de la memoria de Trilla. Tambi¨¦n lo ha sido Jorge Sempr¨²n, que desempe?a un papel protagonista en esta larga y accidentada historia.
En 1977, Sempr¨²n public¨® Autobiograf¨ªa de Federico S¨¢nchez, un libro sobre la vida clandestina y la expulsi¨®n del PCE de este personaje. En ¨¦l contaba el caso de Trilla y explicaba las circunstancias de su muerte, una informaci¨®n que lleg¨® a o¨ªdos de Jeanne Lazard Cangioni, la militante comunista francesa que acogi¨® al luchador antifranquista en su casa tras la Guerra Civil. Jeanne estaba separada de su marido, Lucien Lazard, y ten¨ªa una hija, Mich¨¨le, cuando mantuvo una relaci¨®n sentimental con Gabriel Le¨®n Trilla, fruto de la cual naci¨® Alain.
"Desde que ley¨® el libro", explica Mich¨¨le, "lo ¨²nico que quer¨ªa mi madre era rehabilitar el honor de Gabriel. Escribi¨® a Sempr¨²n y le dijo que ten¨ªa cartas y documentos que le podr¨ªan ayudar. ?l le respondi¨® de inmediato con una carta preciosa. Fue a mi casa en 1979 y desde entonces somos amigos".
La adolescencia de Mich¨¨le estuvo marcada por la presencia de Trilla. "De los 10 a?os a los 14, Gabriel fue quien me educ¨®, me cuid¨®, me hizo re¨ªr, me ense?¨® a amar la literatura, las lenguas, el Museo del Prado, Goya, Vel¨¢zquez, C¨¦zanne? Era muy culto y divertido. Fue la persona que m¨¢s me marc¨® con aquella edad y en aquellos tiempos de guerra", afirma Mich¨¨le. Su padre biol¨®gico, Lucien Lazard, miembro de la Resistencia francesa, hab¨ªa sido apresado por los nazis. Trilla, obsesionado con volver a Espa?a, cruz¨® en 1943 la frontera para luchar contra Franco. Su rastro se perdi¨®. Dej¨® en Francia un hijo de apenas un a?o, Alain, al que Lucien, generosamente, dio su apellido, Lazard. Alain Lazard no supo hasta bien entrados los treinta a?os qui¨¦n era su padre natural.
Hasta aqu¨ª, resumido, el cap¨ªtulo franc¨¦s de la agitada historia personal y pol¨ªtica de Gabriel Le¨®n Trilla. Hay al menos dos cap¨ªtulos m¨¢s que dan cuenta de las ramas familiares de Espa?a y Rusia. Todas presentes en la reuni¨®n de Madrid de finales de marzo. Un encuentro que fue posible gracias a la curiosidad de Julia Pareja, una ex concejal socialista y psic¨®loga de Salamanca; al ansia de conocimiento de un historiador del PCE, Carlos Fern¨¢ndez, y a la existencia de Internet.
Un d¨ªa, Julia Pareja, de 62 a?os, decidi¨® rastrear su ¨¢rbol geneal¨®gico y en alg¨²n momento se pregunt¨®: "?Qu¨¦ fue de mi t¨ªo abuelo Gabriel? S¨®lo sab¨ªamos que era comunista y que lo mataron", explica en el hotel madrile?o, donde todos intervienen con detalles y comentarios en castellano, franc¨¦s, ruso e ingl¨¦s. "Busqu¨¦ su nombre en Google y me salieron centenares de documentos", explica; "en uno de los foros de la memoria, el historiador Carlos Fern¨¢ndez ped¨ªa informaci¨®n sobre Gabriel para su estudio y contact¨¦ con ¨¦l. Era agosto de 2005".
El nombre de Gabriel Le¨®n Trilla, nacido en Valladolid en 1899 y fallecido en Madrid en 1945, hab¨ªa empezado a surcar el ciberespacio. Alain Lazard tambi¨¦n es aficionado a navegar por Internet. "El 25 de diciembre de 2005, el d¨ªa de Navidad", relata Julia, "abro mi correo y veo un mensaje. Era de Alain. Emocionada, me dije: 'Hemos descubierto al hijo de Gabriel'. En uno de los mensajes que intercambiamos, Alain nos habla de la conexi¨®n con Jorge Sempr¨²n y nos dice: 'Por cierto, que mi hermana Mich¨¨le asegura que Gabriel ten¨ªa una hija en Rusia llamada Aurora, de la que hablaba en su exilio en Aix-en-Provence'. Estaba claro: el siguiente paso era buscar a Aurora".
Las piezas empiezan a encajar. La fotograf¨ªa antigua de una guapa mujer que la madre de Julia hab¨ªa guardado pero que nadie sab¨ªa qui¨¦n era recobra protagonismo. "Era mi madre", interrumpe entonces Aurora, la moscovita que entiende "s¨®lo un poco de espa?ol", el que aprendi¨® con el diccionario ruso-espa?ol que se dej¨® su padre en 1932 cuando fue expulsado de la URSS.
Al principio, nadie sab¨ªa que esa fotograf¨ªa correspond¨ªa a la primera mujer de Trilla. Julia mand¨® la imagen de la joven desconocida a Carlos Fern¨¢ndez, y el historiador se dirigi¨® con ella a la segunda mujer de Gabriel, Lydia K¨²per, traductora de origen ruso residente en Espa?a y antigua militante comunista, quien descifr¨® las letras en alfabeto cir¨ªlico escritas en su reverso: Anastasia.
Los hilos de la historia condujeron a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. La joven de la foto era Anastasia Filippovna Barmashova, la esposa con la que Trilla tuvo dos hijas en Mosc¨². La primera Aurora muri¨® a los seis meses. La segunda vio la luz en 1931, con el mismo nombre, y es la misma que acaba de conocer a su hermano franc¨¦s.
El 5 de enero de 2006, Julia mand¨® correos electr¨®nicos a la embajada y al consulado de Espa?a en Mosc¨² preguntando por "la hija del espa?ol Gabriel Le¨®n Trilla, de nombre Aurora". El lunes 9 de enero, el consulado de Espa?a en Mosc¨² comunicaba a Julia que la hab¨ªan localizado. "Habl¨¦ inmediatamente con Alain y decidimos que lo menos violento era que yo le escribiera una carta, sin decirle al principio que ten¨ªa un hermano. As¨ª empezamos a cartearnos".
Aurora, nacida en 1931, habla ruso e intercala palabras sueltas en castellano. Sab¨ªa que su padre, Gabriel, fue miembro del PCE y de la Komintern. Su madre, Anastasia, era una de las secretarias de la Internacional Comunista. "All¨ª se conocieron, se casaron y tuvieron una hija que muri¨®. Al principio, mi madre y mi padre se comunicaban gracias a un diccionario ruso-castellano, que yo conservo", explica. Pero Gabriel tuvo que regresar a Espa?a y cay¨® preso durante el r¨¦gimen de Primo de Rivera. "Cuando volvi¨® a Mosc¨² ya sab¨ªa ruso, lo hab¨ªa aprendido en prisi¨®n. En 1932 lo expulsaron del Partido Comunista y le echaron del pa¨ªs", prosigue Aurora. Fue apartado por pertenecer a una escisi¨®n comunista, aunque m¨¢s tarde fue readmitido. "Mi madre se qued¨® sin marido, y yo, que ten¨ªa a?o y medio, sin padre". Gabriel estaba considerado una persona peligrosa. Anastasia tuvo que quedarse en la URSS al cuidado de su hija, a pesar de los intentos de Gabriel por sacar a su familia.
Son ya los a?os de la Segunda Rep¨²blica espa?ola. Gabriel sigue comunic¨¢ndose con Anastasia, pero a trav¨¦s de la hermana de ¨¦sta, Claudia, para evitar riesgos. Gabriel y Anastasia acaban divorci¨¢ndose, y ¨¦l se vuelve a casar tres a?os despu¨¦s. "Mi madre, que no quer¨ªa saber nada de hombres, se sinti¨® entonces liberada y empez¨® a relacionarse hasta que se volvi¨® a casar en 1938", comenta Aurora. La ¨²ltima carta data de 1939. En ella, Gabriel comunica a sus antiguos familiares rusos que ya no escribir¨¢ m¨¢s porque pasa a la clandestinidad y se va a Francia. Aurora ya no supo nada de su padre, aunque toda su vida ha estado buscando informaci¨®n. Primero, sobre su paradero, y despu¨¦s, sobre las circunstancias de su muerte. Se dirigi¨® al PCUS sovi¨¦tico, a Dolores Ib¨¢rruri? Siempre recib¨ªa la misma respuesta: nadie sab¨ªa nada de la muerte de su padre. Al final, logr¨® entrevistarse con el dirigente del PCE Joaqu¨ªn Balaguer, que en 1956 le dijo: "Cuando seas libre, quiz¨¢ puedas ir a Espa?a y encontrar algo".
Aurora Trilla no desfalleci¨®. En un viaje en autob¨²s por Europa en 1996, pas¨® buena parte de su escala en Madrid buscando en el list¨ªn telef¨®nico los apellidos Trilla para ver si daba con su familia. Todos resultaron pistas falsas. En 2004 escribi¨® al Archivo General de la Guerra Civil, que le remiti¨® al Archivo Hist¨®rico Nacional. Nada. Hasta que a principios de 2006 le lleg¨® la carta de Julia Pareja.
A partir de esa fecha empieza la organizaci¨®n del encuentro en Madrid, con el prop¨®sito principal de que los dos hermanos de padre se conozcan. Hubo obst¨¢culos insospechados. El consulado espa?ol en Mosc¨² no le daba el visado de entrada a Victoria, la acompa?ante de Aurora, que, con 76 a?os, no habr¨ªa podido cruzar Europa en tren sin ayuda f¨ªsica y ling¨¹¨ªstica. Adem¨¢s, se ten¨ªa que justificar el parentesco de Aurora con su progenitor. "Nos hicimos con la documentaci¨®n y la invitaci¨®n que nos exig¨ªan gracias a un notario amigo. Fue una pesadilla. Al final se arregl¨®. Conseguimos contar toda la historia a los del consulado, y creo que tambi¨¦n ellos se emocionaron. Nos tramitaron los papeles en tres d¨ªas, y gratis", resume Julia.
De vuelta al grupo reunido en Madrid, el protagonismo recae en Mich¨¨le Lazard, la ¨²nica de los presentes que vivi¨® con Trilla, durante su exilio franc¨¦s, y que puede compartir sus recuerdos con el resto de familiares. "Hablaba mucho de su hija rusa y tambi¨¦n de su madre, que le marc¨®", rememora Mich¨¨le. Mich¨¨le, ling¨¹ista y profesora jubilada, recuerda con vehemencia y, a veces, intenta ocultar su emoci¨®n para no interrumpir el discurso: "Gabriel era una persona muy alegre y un hombre de gran valor. Le recuerdo siempre elegante, le gustaba much¨ªsimo la pintura, ten¨ªa un gran dominio del franc¨¦s y tambi¨¦n hablaba alem¨¢n y ruso. Era incre¨ªble. Ten¨ªa la obsesi¨®n de volver a Espa?a y luchar contra Franco. ?l me ense?¨® toda la poes¨ªa francesa. Cuando consegu¨ªa algo de dinero, me compraba libros o l¨¢minas del Prado. Me ense?¨® alem¨¢n. Me transmiti¨® el amor de su madre por la ense?anza y la cultura, y tambi¨¦n por ser insolente".
Mich¨¨le contin¨²a desgranando sus vivencias. "Gabriel empez¨® a buscar contactos con dirigentes espa?oles que estaban en Toulouse y en Marsella para pasar a Espa?a. Y los encontr¨®. Se reencontr¨® con Jes¨²s Monz¨®n. Antes se puso a trabajar para la Resistencia, con la que tambi¨¦n colaboraba mi madre. Un dirigente comunista franc¨¦s le dijo a mi madre que pod¨ªan fusilarla por los contactos con esos comunistas espa?oles y por el cobijo que daba a los exiliados espa?oles".
"El 29 de diciembre de 1943 fue la ¨²ltima vez que lo vi. Lo recuerdo como si fuera hoy", dice Mich¨¨le. "Le ped¨ª llorando que no se fuese. Pero ¨¦l mentalmente ya estaba en Espa?a. Era su obsesi¨®n. A mi madre le dijo: 'Nos veremos despu¨¦s de la victoria'. Por cierto, una alegr¨ªa enorme para Gabriel fue el nacimiento de Alain. Le daba de comer, le pesaba, le cantaba, escrib¨ªa canciones para ¨¦l. Le dec¨ªa que iba a ser torero".
Alain no ha sido torero, sino monitor de esqu¨ª. Estudi¨® qu¨ªmicas, pero se dedic¨®, por casualidad, a este deporte y lleg¨® a preparar al equipo ol¨ªmpico franc¨¦s. Luego se traslad¨® a EE UU y all¨ª se qued¨®. Alain desdramatiza y asegura que descubrir qui¨¦n era su aut¨¦ntico padre tampoco le supuso ning¨²n problema. Su curiosidad la canaliz¨® a trav¨¦s de Internet con resultados palpables. Ahora ha contabilizado hasta 140 primos, y encaja con una sonrisa t¨ªmida sus comentarios sobre el gran parecido con su padre, Gabriel.
Mich¨¨le vuelve a sus recuerdos: "Supe que hab¨ªa muerto en 1947, a trav¨¦s de una carta que su hermana, Carmen Le¨®n Trilla, escribi¨® a mi madre. Lleg¨® a casa y, cuando vi el remitente, la le¨ª. Yo ya estaba acostumbrada a esconder las cosas. Me acuerdo de mi madre, leyendo Mundo Obrero y luego escondi¨¦ndolo en el jard¨ªn. Yo hice lo mismo. Escond¨ª la carta en el jard¨ªn y durante a?os fue un secreto que guard¨¦ para no hacer sufrir a mi madre. Ella fue una mujer destacada de la Resistencia; ten¨ªa la Cruz de Guerra; form¨® a grupos de mujeres. Sin embargo, el Partido Comunista Franc¨¦s, a instancias de Carrillo, la acus¨® de llevar una vida disoluta e inmoral. Ser¨ªa a principios de los a?os cincuenta. Le reprochaban haber tenido contactos con exiliados espa?oles d¨ªscolos, como Gabriel o Monz¨®n, que hab¨ªan ca¨ªdo en desgracia para los dirigentes del PCE. Le ense?aron a mi madre un art¨ªculo de Carrillo que hablaba de ambos como si fueran bandoleros, que pon¨ªan en peligro la organizaci¨®n clandestina del partido, descalific¨¢ndolos por completo. Mi madre se qued¨® l¨ªvida. Yo le pregunt¨¦ qu¨¦ le pasaba. Ella me confes¨® que quiz¨¢ se tem¨ªan que tuviera contactos con Gabriel. Yo ya sab¨ªa que Gabriel estaba muerto y entonces se lo dije. Pero no nos enteramos de las circunstancias de su muerte hasta mucho despu¨¦s, hasta leer el libro de Sempr¨²n. ?l le recomend¨® a mi madre que contase toda la verdad sobre su padre biol¨®gico a su hijo Alain. ?Y nosotras que pens¨¢bamos que lo hab¨ªa matado el r¨¦gimen franquista...! No pod¨ªamos imaginar que fue asesinado por orden de la direcci¨®n comunista, de Carrillo. Yo creo que a Gabriel lo mataron porque pensaba por s¨ª mismo".
Gabriel Le¨®n Trilla apareci¨® muerto a pu?aladas en el Campo de las Calaveras de Madrid en 1945. Seg¨²n diversos testimonios de la ¨¦poca y la informaci¨®n recogida por historiadores (como el propio Carlos Fern¨¢ndez), fue asesinado por guerrilleros comunistas, por orden de la direcci¨®n del PCE, dentro de las purgas estalinistas de aquella ¨¦poca especialmente sangrienta. En sus memorias, Carrillo hace referencia al caso Trilla y a la denuncia de Enrique L¨ªster de que ¨¦l y Dolores Ib¨¢rruri dieron la orden de ejecuci¨®n: "(...) En aquellos tiempos no hab¨ªa que dar esas ¨®rdenes; quien se enfrentaba al partido, residiendo en Espa?a, era tratado por la organizaci¨®n como un peligro. Ya he explicado que la dureza de la lucha no dejaba m¨¢rgenes".
En Madrid, la familia carnal y pol¨ªtica recuperada de Trilla visit¨® el cementerio de la Almudena. Quer¨ªan honrar al muerto. Depositar flores en alg¨²n monumento a la memoria republicana, a los combatientes antifascistas. Pero no hallaron ning¨²n lugar para hacerlo. "Es incre¨ªble, no hay ning¨²n memorial as¨ª en el cementerio", explica Julia.
Juntos pasearon por la plaza Mayor, por el palacio de Oriente, por el Museo Reina Sof¨ªa... "La verdad es que nos llevamos muy bien. Todos tenemos una educaci¨®n y una ideolog¨ªa de izquierdas parecidas", apostilla Julia. La visita al Museo del Prado era obligada. All¨ª, Mich¨¨le pudo ver por primera vez los cuadros originales que le ense?¨® Gabriel Le¨®n Trilla durante los a?os de la guerra en los que convivi¨® con ¨¦l y que nunca ha olvidado.
"Muri¨®se", por Jorge Sempr¨²n
La primera vez que o¨ª el nombre de Trilla fue en 1953, en el verano de aquel a?o, poco despu¨¦s de mi primer viaje clandestino a Espa?a. Y fue en Par¨ªs, en una reuni¨®n que presid¨ªa Santiago Carrillo, y cuyo objeto era presentarme a Ricardo Mu?oz Suay. Acababa ¨¦ste de restablecer contacto org¨¢nico con la direcci¨®n del PCE, y desde esa reuni¨®n, Ricardo iba a ser de nuevo un activista pol¨ªtico, discreto trujim¨¢n de tantas iniciativas de la oposici¨®n antifranquista. No hace falta decir nada m¨¢s aqu¨ª y ahora: la experiencia vital de Mu?oz Suay, abundante y compleja, ha sido perfectamente captada y reconstruida en el magn¨ªfico ensayo biogr¨¢fico que le ha consagrado Esteve Riambau.
Pues bien, en el curso de aquella reuni¨®n de 1953, una vez establecidas las perspectivas program¨¢ticas y de organizaci¨®n, llegado el momento de la charla y el recuerdo, hizo de pronto Ricardo una pregunta directa a Carrillo, con ese tono suyo tan caracter¨ªstico, entre ir¨®nico y contundente.
"Puedes decirme, Santiago, ?qu¨¦ se hizo de Gabriel Le¨®n Trilla?".
Carrillo se sobresalt¨®, como si encajara un golpe, torci¨® el gesto, pareci¨® vacilar un segundo, y luego dijo, seca, tajantemente: "Muri¨®se".
Ni una palabra m¨¢s, ni del uno ni del otro.
?Muri¨®se?
En la memoria me quedaron grabados aquel apellido, Trilla, desconocido hasta ese d¨ªa, y aquella exclamaci¨®n.
Luego, a lo largo de los largos a?os de clandestinidad, en las inacabables conversaciones con muchos veteranos militantes, testigos del heroico y sangriento pasado del PCE, fueron surgiendo figuras olvidadas o censuradas, las de Trilla y Monz¨®n, por ejemplo, de otros dirigentes del Partido (as¨ª, con may¨²scula, ?c¨®mo no!).
A fuerza de escuchar y de preguntar, fue constituy¨¦ndose una imagen global, confusa en ciertos casos, dolorosamente precisa y concreta en otros, de una ¨¦poca terrible: entre 1944 y 1948, por lo menos, decenas de cuadros dirigentes fueron entonces eliminados, f¨ªsica y/o pol¨ªticamente liquidados, por la direcci¨®n operativa del PCE ?Dolores Ib¨¢rruri, Vicente Uribe, Santiago Carrillo?, que se hab¨ªa vuelto a hacer con las riendas del poder interno al t¨¦rmino de la II Guerra Mundial.
?Y por qu¨¦ esa voluntad de purga y exterminio?
Cualesquiera que fueran las acusaciones, todas falsas, c¨ªnicamente esgrimidas contra aquellos dirigentes, forzoso es constatar que su ¨²nico "crimen" fue el haberse portado como comunistas; es decir, el haber asumido todos los riesgos para ejercer soberanamente su libertad comunista y combatiente, para reorganizar, en Espa?a y en el exilio franc¨¦s, a miles de militantes abandonados por sus dirigentes oficiales, c¨®modamente instalados en la URSS o en Am¨¦rica Latina despu¨¦s del pacto germano-sovi¨¦tico de 1939.
Por ello, cuando publiqu¨¦ en 1977 ?una vez legalizado el PCE, una vez comenzada la transici¨®n democr¨¢tica? mi Autobiograf¨ªa de Federico S¨¢nchez, dediqu¨¦ algunas p¨¢ginas del libro a analizar algunos problemas del pasado, y concretamente, el caso de Monz¨®n y Trilla.
Dije entonces lo que sab¨ªa, por los testimonios y recuerdos de algunos veteranos; lo que pod¨ªa deducirse de un an¨¢lisis cr¨ªtico de los documentos mismos del PCE. Sin duda, desde aquella fecha de 1977 han ido acumul¨¢ndose los trabajos hist¨®ricos, las fuentes documentales. Tenemos, particularmente, el libro excepcional de Gregorio Mor¨¢n, Miseria y grandeza del Partido Comunista de Espa?a, pieza esencial de una posible reconstrucci¨®n de la verdad hist¨®rica. Libro extra?amente marginado en nuestro pa¨ªs, pero del cual cabe esperar, anhelar incluso, una reedici¨®n puesta al d¨ªa: ser¨ªa necesaria en estos tiempos nuestros de rescate de la memoria.
Sea como sea, cuando se public¨® en Francia la traducci¨®n de la Autobiograf¨ªa, en 1978, recib¨ª muy pronto una carta emocionante. Me escrib¨ªa Jeanne Lazard, que fue la compa?era de Gabriel Le¨®n Trilla en el exilio franc¨¦s. Quer¨ªa verme, me vio. Quer¨ªa contarme, me cont¨®. Quer¨ªa que leyese las cartas que Trilla le hab¨ªa enviado, entre 1943 y 1945, desde la clandestinidad espa?ola, las le¨ª.
E inmediatamente le dije a Jeanne Lazard que hab¨ªa que publicar esas bell¨ªsimas cartas, escritas en franc¨¦s, en una lengua literal y literariamente dominada, aunque fuese extranjera. No era posible, me dijo Jeanne. No era posible desvelar aquel pasado. Por lo menos, no era todav¨ªa posible. Y es que Jeanne hab¨ªa tenido un hijo de Trilla y ese hijo ignoraba qui¨¦n era su padre natural: nada pod¨ªa emprenderse hasta que lo supiera y asumiera.
Han pasado los a?os. Jeanne Lazard ha muerto. Pero su hija, Mich¨¨le Cot-Lazard; su hijo, Alain Lazard, que ya sabe qui¨¦n fue su padre de verdad ?y de lo cual se preocupa y se enorgullece?; su nieta, Sylvie Cot, se han lanzado al descubrimiento y reconquista de los lazos familiares, ramificados en varios continentes. Ellos han organizado esta primera reuni¨®n de Madrid, de la que Ferran Bono nos hace un relato emocionado y emotivo (por cierto, a Ferran lo conoc¨ª en Barcelona, en la presentaci¨®n de la biograf¨ªa de Ricardo Mu?oz Suay, de Esteve Riambau, ¨²ltimo premio Comillas, ?as¨ª se anudan los hilos de esta historia!). Mejor dicho: del primer cap¨ªtulo de esta historia que aqu¨ª comienza a narrarse, y de la cual yo s¨®lo quiero ser escribano, secretario de actas o portavoz fascinado por esta tragedia de una ¨¦poca de sangre y l¨¢grimas y esperanza: la nuestra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.