Sin cr¨®nica
No tengo cr¨®nica. En situaciones as¨ª, los viejos maestros suelen explicar c¨®mo se escribe una cr¨®nica y quedan la mar de bien. Pero como yo no tengo ni idea de c¨®mo se escribe una cr¨®nica, porque escribo cr¨®nicas y cada una es un mundo, les explicar¨¦ por qu¨¦ no tengo cr¨®nica, o por lo menos no la que ten¨ªa prevista. La cr¨®nica que pensaba escribir era sobre Tiempo Latino, un festival de m¨²sica latinoamericana que ha tenido lugar en el F¨®rum durante este fin de semana. En cartel, los mejores especialistas del reggeton y de los ¨²ltimos ritmos del otro lado del Atl¨¢ntico: gente como Ivy Queen, Marc Anthony, Julio Voltio y Fonseca. No se vayan a pensar que yo sab¨ªa algo de estos sujetos antes de la noche del s¨¢bado. Resulta que el cr¨ªtico Luis Hidalgo, que por supuesto s¨ª conoc¨ªa a estos artistas, dej¨® dicho en redacci¨®n que se pod¨ªa hacer cr¨ªtica pero que tambi¨¦n pod¨ªa ser una cr¨®nica curiosa. Los temas de las cr¨®nicas funcionan as¨ª: algunas veces propone la redacci¨®n, otras te las inventas t¨². En mi caso, eso ocurre al 50%. De modo que me voy al F¨®rum.
La actuaci¨®n de Marc Anthony, baladista de relieve y marido de la estrella Jennifer L¨®pez, seg¨²n la chuleta que me hizo llegar el bueno de Luis, estaba prevista para las 23.30 horas. Mira qu¨¦ bien, me dije, tiempo para ver el Bar?a en el Plus, por supuesto con locuci¨®n radiof¨®nica de otro viejo maestro, y zapear con TV-3 para ver c¨®mo iba el Zaragoza-Madrid. La noche se presentaba apretada, as¨ª que por la tarde decid¨ª relajar la musculatura y¨¦ndome al Sal¨®n del Autom¨®vil, que, de hecho, habr¨ªa podido ser otra cr¨®nica para hoy. No sobre el sal¨®n, del que otros ya informan con toda competencia, sino sobre la exposici¨®n de coches salidos de las aventuras de Tint¨ªn que all¨ª pueden verse. Pero descart¨¦ escribir sobre eso, porque recientemente ya me hab¨ªa ocupado del joven reportero belga y los viejos maestros me han ense?ado que uno puede repetirse s¨®lo cuando es un viejo maestro. Adem¨¢s, una media columna sobre la exposici¨®n aparecida en la edici¨®n de ayer y firmada por Manel Garriga demuestra lo ya conocido: que una cr¨®nica, desde el punto de vista informativo, es perfectamente prescindible. Dicho lo cual, tintin¨®filos del mundo, no os perd¨¢is esa exposici¨®n, es fant¨¢stica (?el Lancia Aurelia del se?or Cartoffoli de Mil¨¢n, qu¨¦ gozada!).
Que la noche no pintaba bien deb¨ªa haberlo imaginado por los resultados del f¨²tbol, pero no fue as¨ª. Sal¨ª de casa consol¨¢ndome con el cinismo -con permiso de Kapucinski- de los viejos maestros, de los que aprend¨ª que cuando las cosas van torcidas, informativamente es mucho m¨¢s divertido que cuando van bien (hay m¨¢s navajeo, traiciones, confesiones por lo bajo: nuestro humus). De modo que llegu¨¦ al F¨®rum con buen ¨¢nimo, un poco m¨¢s tarde de lo previsto, sobre la medianoche, pero sin que Marc Anthony hubiera iniciado su actuaci¨®n. "Ahorita mismo dar¨¢ comienso", me susurr¨¦ en mi mejor cadencia caribe?a, pensando en la laxitud caribe?a del concepto "ahorita". Daban las 24.30 horas y nada. Daba la 1.00 y nada. A la 1.30 volaban las primeras latas de cerveza hacia el escenario vac¨ªo y el p¨²blico -escaso, el F¨®rum es muy grande- empezaba a reclamar que le fuera devuelto el dinero, p¨²blico latinoamericano residente en Barcelona en su mayor¨ªa y al que cabe suponerle un esfuerzo nada despreciable para reunir los 74,30 euros que costaba la entrada (el precio para las tres sesiones era de algo m¨¢s de 100). Al cabo la organizaci¨®n informaba de que el importe de las entradas ser¨ªa devuelto en los puntos habituales de venta, se remit¨ªa una "nota oficial" que se divulgar¨ªa m¨¢s tarde para justificar la cancelaci¨®n de Anthony e invitaba a dirigirse al parque de los Auditorios para escuchar a Fonseca. No me interes¨® esa m¨²sica y adem¨¢s soplaba un fr¨ªo viento de mar que invitaba al retiro. As¨ª que no me esper¨¦ a tener la "nota oficial". Ayer llam¨¦ a los chicos que llevaban la prensa de Tiempo Latino, pero no obtuve respuesta.
El caso es que llegu¨¦ a casa muy preocupado: el Bar?a con toda probabilidad perder¨¢ esta liga y yo estaba sin cr¨®nica. Pero me quedaba el domingo. Iba a ser un domingo intenso: por la ma?ana motos en Montmel¨®, a partir de la tarde gran final de Roland Garros entre Nadal y Federer. La verdad es que no fui al circuito por lo mismo, porque ya lo he hecho otras veces y no es plan. Aunque luego me supo mal: la lucha final entre la Ducati de Stoner, la Yamaha de Rossi y la Honda de Pedrosa tuvo una enorme altura ¨¦pica. Cuando asistes a algo as¨ª oliendo a gasolina, la cr¨®nica sale sola. Pero no era el caso. En ese punto me acord¨¦ de otro sabio consejo de los viejos maestros a los peque?os saltamontes: cuando no tienes nada, tira muchas cosas a la olla y conv¨¦ncete de que hierve. Muchacho, la p¨¢gina en blanco no va a salir. De modo que ah¨ª me tienen: echando trozos de cr¨®nicas que habr¨ªan podido ser y que no fueron por distintos motivos y llegando as¨ª a los 5.200 caracteres con espacios. Si hiciera falta alguna l¨ªnea m¨¢s, siempre se podr¨ªa a?adir que, al cierre de esta p¨¢gina, que se cierra antes por ser una cr¨®nica y no informaci¨®n, Nadal va ganando en el cuarto set. (Esto puede suprimirse en caso de que sobre texto.)
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