Irak, EE UU y la larga lucha
Ya no es posible que Washington venza s¨®lo, ni principalmente, con medios militares
Cuando uno cree que ha tocado fondo, de pronto oye que llaman desde m¨¢s abajo. Mientras sigo las informaciones sobre Irak y el debate correspondiente que est¨¢ desarroll¨¢ndose en Estados Unidos, tengo miedo de que lo peor no ha llegado a¨²n.
He aqu¨ª el ¨²ltimo giro de los acontecimientos. En vista de que el aumento de tropas no est¨¢ teniendo los resultados deseados, y en medio de la desesperaci¨®n, el Ej¨¦rcito estadounidense est¨¢ dedic¨¢ndose ahora a armar y sostener a ciertas bandas sun¨ªes para que se enfrenten a otras bandas sun¨ªes vinculadas a Al Qaeda. El enemigo de mi enemigo es mi amigo, aunque hasta ayer fuera mi enemigo y yo asegurase que estaba derrot¨¢ndole. ?Y c¨®mo va a saber el ej¨¦rcito que no est¨¢ financiando a asesinos con las manos manchadas de sangre de soldados estadounidenses? Pues realizando ex¨¢menes biom¨¦tricos -esc¨¢neres de retina y huellas dactilares- a los beneficiarios de la ayuda. Qu¨¦ tranquilizador.
El Ej¨¦rcito de EE UU se dedica ahora a armar y sostener a ciertas bandas sun¨ªes para que luchen contra otras bandas sun¨ªes vinculadas a Al Qaeda
Dos millones de iraqu¨ªes han huido y otros tantos se han desplazado dentro de sus fronteras. Las cosas no pueden empeorar m¨¢s, se dice. Y entonces empeoran
Parece probable que los historiadores consideren que Irak ha sido una derrota tan grave como la de Vietnam, aunque de tipo distinto
En los primeros momentos es posible que esta versi¨®n moderna de una t¨¦cnica colonial brit¨¢nica del siglo XIX s¨ª sirva para vencer a los grupos asociados con Al Qaeda, como, por lo visto, ha ocurrido en la provincia de Anbar. Sin embargo, a medio plazo no tiene m¨¢s remedio que ayudar a alimentar la guerra civil que casi todos los observadores creen que estallar¨¢ con furia cuando se retiren las fuerzas norteamericanas y brit¨¢nicas. Y a eso hay que a?adir las armas que se proporcionan a los componentes del Ej¨¦rcito iraqu¨ª, en gran parte chi¨ªes. De una u otra forma, los estadounidenses est¨¢n dando a los iraqu¨ªes m¨¢s armas con las que matarse unos a otros. Despu¨¦s del ataque del mi¨¦rcoles contra la mezquita de Al Askari, en Samarra, es de prever que se produzca otra oleada de violencia entre sun¨ªes y chi¨ªes.
El aumento de tropas deber¨ªa acabar el pr¨®ximo mes de abril. En noviembre de ese mismo a?o, EE UU elegir¨¢ a un nuevo presidente. ?Qu¨¦ har¨¢ el hombre o la mujer que ocupe el cargo? Empecemos por ella. "Lo que trato de hacer ahora", dijo Hillary Clinton en un debate emitido por la CNN la semana pasada, "es averiguar c¨®mo podemos salir de Irak y c¨®mo podemos salir lo antes posible". Una postura bastante clara. John McCain y Rudy Giuliani emplean un lenguaje muy distinto: hablan de determinaci¨®n, de mantener el rumbo y ganar la lucha. Pero algunos de sus rivales republicanos menos conocidos tienen otras ideas.
El senador Sam Brownback, por ejemplo, propone la partici¨®n en tres Estados: kurdo, chi¨ª y sun¨ª. Tommy Thompson, antiguo ministro de Sanidad y Servicios Humanos, dice que cada uno de los 18 territorios de Irak deber¨ªa elegir a sus propios gobernantes, "y de esa forma los chi¨ªes elegir¨¢n a chi¨ªes; los sun¨ªes, a sun¨ªes; los kurdos, a kurdos. ?Y saben qu¨¦? La gente ir¨¢ a cada territorio concreto y se acabar¨¢ esta guerra intestina". Se acabar¨¢ gracias a la limpieza ¨¦tnica, por supuesto.
Sobre el terreno, en Irak, las ideas brillantes de pol¨ªticos lejanos se pueden escribir con sangre. McCain es consciente de esta posibilidad y advierte sobre ella. "Habr¨ªa que partir dormitorios en Bagdad", dice, "porque los sun¨ªes y los chi¨ªes se casan entre s¨ª". Si EE UU siguiera la propuesta del senador Brownback, "nos retirar¨ªamos a las fronteras y observar¨ªamos desde all¨ª el genocidio en Bagdad". Pero es posible que ocurra, aunque las tropas se retiren s¨®lo a la Zona Verde, y McCain no haya ofrecido ninguna manera convincente de evitarlo. Ya hay cientos de miles de iraqu¨ªes muertos, heridos y desconsolados. Se calcula que dos millones de iraqu¨ªes han huido del pa¨ªs y otros dos millones se han visto desplazados dentro de sus fronteras. Las cosas no pueden empeorar mucho m¨¢s, decimos. Y entonces empeoran.
Deseo de todo coraz¨®n equivocarme, pero parece ya muy probable que los historiadores futuros consideren que Irak ha sido una derrota tan grave para EE UU como la de Vietnam, aunque de distinto tipo. Todav¨ªa no se ha llegado -y quiz¨¢ no se llegue nunca- a la imagen de los helic¨®pteros despegando de la azotea de la Embajada en Bagdad, como ocurri¨® en Saig¨®n, pero s¨ª es ya un hecho hist¨®rico tr¨¢gico y lamentable. El ej¨¦rcito m¨¢s poderoso de la historia de la humanidad, con un presupuesto total que alcanza ya los 500.000 millones de d¨®lares anuales, se ha visto reducido a tener que suministrar armas a los bandoleros locales en un intento desesperado de impedir que sigan propag¨¢ndose la violencia y la anarqu¨ªa. Con lo que ayuda a acumular le?a para m¨¢s violencia y anarqu¨ªa en el futuro.
Esfuerzo central
El nuevo coordinador de los asuntos de Irak y Afganist¨¢n nombrado por el presidente Bush, el teniente general Douglas Lute -que se pronuncia "Lut", seg¨²n la ¨²til explicaci¨®n de un folleto que reparten en la Casa Blanca-, dice que esos dos pa¨ªses "representan lo que en el ej¨¦rcito llamamos el esfuerzo central en la larga guerra". Este concepto de "la larga guerra" se ha convertido en la doctrina oficial, consagrada en los informes del Pent¨¢gono y el discurso del presidente sobre el estado de la Uni¨®n en 2006, y est¨¢ sustituyendo poco a poco a la "guerra contra el terror" vigente desde el 11-S. Pero el propio Lute, al hablar de Irak en sus sesiones de confirmaci¨®n en el Senado, destac¨® tres puntos fundamentales: 1. No existe una soluci¨®n puramente militar. 2. No existe una soluci¨®n puramente estadounidense. 3. La soluci¨®n s¨®lo puede encontrarse en el contexto de la regi¨®n. Nadie mejor que un soldado inteligente para saber hasta d¨®nde llega lo que pueden hacer los soldados.
Poder blando
No obstante, es preciso estirar un poco m¨¢s el razonamiento que utiliza Lute. En vez de hablar de "la larga guerra", deber¨ªamos hablar de "la larga lucha", un t¨¦rmino propuesto por Bruce Berkowitz en un art¨ªculo reciente aparecido en Policy Review. La palabra "lucha", en vez de "guerra", realza el argumento de Lute de que no es posible vencer s¨®lo, ni incluso principalmente, con medios militares. Como dice Berkowitz, "el poder militar ser¨¢ importante, pero el poder blando -la cultura y el comercio internacional de EE UU-, con el tiempo, contribuir¨¢ m¨¢s a derrotar o transformar a nuestros adversarios".
?Contra qui¨¦n est¨¢ dirigida est¨¢ larga lucha? Sobre todo, contra una nueva oleada de terrorismo internacional, muchas veces inspirado por versiones yihadistas extremas del islam, aunque tambi¨¦n por otros agravios, y caracterizado por la facilidad para emplear los atentados suicidas y el aprovechamiento de las posibilidades cada vez mayores de una guerra asim¨¦trica incluso contra el ej¨¦rcito m¨¢s avanzado del mundo. Uno de los aspectos m¨¢s importantes de la guerra y la ocupaci¨®n de Irak es que ha contribuido de m¨²ltiples formas a alimentar las llamas del terrorismo internacional que pretend¨ªa extinguir. El problema exist¨ªa ya mucho antes de Irak: si hay que fijar una fecha de inicio de esta nueva oleada de movimientos terroristas, podr¨ªamos remontarnos a la revoluci¨®n isl¨¢mica de 1979 en Ir¨¢n. Ahora bien, Irak lo ha empeorado. Tal vez no sea el mayor reto que afronte el mundo en los primeros decenios de este siglo -seguramente, el cambio clim¨¢tico y la seguridad de que el "ascenso pac¨ªfico" de China siga siendo pac¨ªfico son mayores-, pero es bastante real y bastante grave.
En esta lucha, ?qu¨¦ es lo que podr¨ªa considerarse como victoria? Ninguna cosa tan clara como una guerra convencional de viejo cu?o. Se parecer¨ªa m¨¢s bien a lo que se logr¨® en otros periodos anteriores de terrorismo, como el anarquista de los primeros a?os del siglo XX, el anticolonial de mediados de siglo o el revolucionario de izquierdas de los a?os setenta. No con un enemigo derrotado en el campo de batalla, sino con la contenci¨®n y el desgaste graduales de una amenaza difusa. La estrategia oficial antiterrorista del Reino Unido define su objetivo con estas palabras: "Reducir el riesgo del terrorismo internacional para que la gente pueda dedicarse a su vida diaria con libertad y confianza". Esta f¨®rmula precavida e incluso prosaica no ser¨ªa un buen final para ninguna pel¨ªcula del Oeste, pero es exactamente lo que necesitamos.
De este an¨¢lisis se extrae otra conclusi¨®n, que hasta el general m¨¢s inteligente se resistir¨ªa a explicar con detalle. Para ganar esta larga lucha, Estados Unidos necesita quitar al ej¨¦rcito un buen pedazo de los 500.000 millones de d¨®lares mencionados para gastarlo en otras cosas. ?Cu¨¢l de los candidatos presidenciales va a atreverse a proponerlo?
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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