Ansias de salvaci¨®n
Qu¨¦ d¨ªas llevamos. Habla uno con cualquiera, escucha conversaciones, inadvertidamente o no, y resulta inevitable. Todo el mundo habla de la salvaci¨®n. Parecemos el Pueblo Elegido obsesionado por el m¨¢s all¨¢. "A ver si nos salvamos", "tenemos que salvarnos", "?c¨®mo no nos vamos a salvar?". Sobre todo en Bilbao. En San Sebasti¨¢n, donde las cosas est¨¢n a¨²n peor, se oye el silencio y, como mucho, "s¨®lo un milagro nos salva", "ya no hay salvaci¨®n", "todav¨ªa podemos salvarnos", el del clavo ardiendo. En Vitoria es otra cosa, porque ellos ya se condenaron el a?o pasado, y observan las ansias de los vecinos algo socarrones, como quien ya sabe qu¨¦ es estar en el infierno, donde ya no se est¨¢ tan expuestos a las vanidades humanas.
Nuestro paso por la historia est¨¢ consagrado a la salvaci¨®n, a salvar cosas para salvarnos a nosotros mismos
Imaginarse al Athletic en Segunda supera la pesadilla m¨¢s siniestra tenida nunca por un bilba¨ªno
Es algo obsesivo. ?Nos salvaremos? Y el vasco en el trance nota una insoportable sensaci¨®n de angustia, un vac¨ªo en el est¨®mago y la mirada se extrav¨ªa. Sobre todo en Bilbao, donde la posibilidad del desastre ha llegado m¨¢s de sopet¨®n, pues la villa no hab¨ªa previsto el drama de la ¨²ltima jornada, ni en su mentalidad cabe el suceso. Imaginarse al Athletic en segunda divisi¨®n supera la pesadilla m¨¢s siniestra habida nunca por un bilba¨ªno, sin distingo de color ni signo. No es una an¨¦cdota urbana ni deportiva, sino acontecimiento crucial en el aciago a?o que arrastramos.
El equipo resulta clave como elemento de identidad local y de orgullo en una ciudad orgullosa de su orgullo. Las cosas pod¨ªan ir mal o peor, pero siempre estaba la seguridad de que, pese a todo, era Bilbao una ciudad de primera, lo que se certificaba domingo tras domingo. Convertido el f¨²tbol en religi¨®n, ha llegado la desaz¨®n, lo impensable: ?y si este a?o no nos salvamos? La ciudad se estremece.
Resulta dif¨ªcil imaginar c¨®mo ser¨ªa despu¨¦s Bilbao, hasta qu¨¦ punto se romper¨ªa la confianza local tras pasar por algo que se entender¨ªa como bochorno y verg¨¹enza. Ya nada ser¨ªa igual, nunca, ni aunque alguna vez se volviese a la gloria. Es lo que tiene descubrirse humano y con las mismas cuitas que los dem¨¢s mortales.
Y luego est¨¢n las palabras de resonancias religiosas. A veces -muy pocas, para no mentar la bicha- se dice "a segunda", "nos vamos a segunda", pero sobre todo se dice "salvarnos", "la salvaci¨®n", "nos salvaremos". Se debe a que este es un concepto clave en el universo mental de los vascos. Nuestra pol¨ªtica la usa con rara frecuencia. "Queremos salvar Euskadi", "tenemos que salvar Euskal Herria", "salvar el euskera", "salvar las razas animales aut¨®ctonas" (los buitres no lo son y por eso pasan hambre), "salvar el txakoli", "salvar la cultura vasca", "salvar el caser¨ªo", "salvar la Escuela P¨²blica", "salvar los instrumentos aut¨®ctonos", "salvar la identidad", "salvar el proceso de paz", "salvar las tradiciones", "salvar el Alarde", "salvar nuestra identidad"...
Nuestro paso por la historia, las pocas d¨¦cadas que nos tocan a cada quisque, est¨¢ consagrado a la salvaci¨®n, a salvar algo, a salvar cosas para salvarnos a nosotros mismos. Como quien salva las ballenas. No exactamente a salvar a los vascos, pues durante tiempo se contempl¨® con parsimonia la liquidaci¨®n f¨ªsica de vascos y no vascos pero por vascos. No, la salvaci¨®n que preocupa es colectiva, impersonal, la salvaci¨®n del pueblo vasco -se entiende que est¨¢ condenado sin el esfuerzo colectivo- y de los que se consideran sus elementos identitarios, que viene a ser lo mismo. El objetivo no es terminar con las discriminaciones ling¨¹¨ªsticas, sino salvar el euskera (no importa si con ello se crean discriminaciones).
Tiene inter¨¦s la omnipresencia del "salvar" en el lenguaje vasco. El sentido en que se emplea no es s¨®lo la primera definici¨®n del Diccionario, "librar de un riesgo o peligro, poner en seguro"; ni el de Wikipedia "librarse de un estado indeseable" (nota: aqu¨ª "estado indeseable" no significa "Espa?a", pero si se lee como sin¨®nimo se entiende el concepto vasco de salvaci¨®n). Comporta adem¨¢s espiritualidad y trascendencia. Es el sentido que el padre Ibero atribu¨ªa hace un siglo al PNV, "un partido fuerte, vigoroso y pujante que ha de ser, si las cosas siguen su estado natural, la salvaci¨®n de Euskadi".
Sabino Arana lo hab¨ªa tenido claro: la misi¨®n del nacionalismo era "despertar y salvar a este desdichado Pueblo nuestro". Entr¨® entonces la idea de la salvaci¨®n como objetivo pol¨ªtico, no s¨®lo espiritual, y ah¨ª se ha quedado, con el cariz religioso que impregna la vida p¨²blica vasca. Es posible rastrear expresiones de este tenor desde la transici¨®n hasta aqu¨ª. Alguna vez el EBB hablaba de "los hombres y mujeres que aman y desean el progreso, la justicia y la misma salvaci¨®n de este Pa¨ªs" (1982), "Euzkadi (...) tiene que salvar el euskera" (1983). "Al precio que resulte necesario, la salvaci¨®n del euskera" (1994). El sentido misional inunda el Pa¨ªs Vasco. La salvaci¨®n que se propone es un imperativo categ¨®rico, un absoluto.
Parecer¨ªa que la salvaci¨®n a que aspiramos en este d¨ªa fatal, la del Athletic y la Real (t¨¢chese lo que no le proceda al lector) es, entre tanta obligaci¨®n patria, una cuesti¨®n menor. ?Seguro? Aqu¨ª hay mucha movilizaci¨®n popular, pero el mayor movimiento de masas conocido nunca -recordado por quienes lo vivieron con precisi¨®n, envidiado por los que no llegaron- fue la ¨²ltima vez que el Athletic gan¨® Liga y Copa, en 1984. Sucede adem¨¢s que, como resulta inevitable en el pa¨ªs de las identidades, el f¨²tbol vasco est¨¢ cargado de s¨ªmbolos de identidad.
Hace 23 a?os las victorias eran los ¨¦xitos de un pueblo que cultiva su identidad hasta en el f¨²tbol. Es lo malo de las met¨¢foras, que las carga el diablo y son traicioneras cuando dan la vuelta, ya me entienden. Hemos acabado por sostener la identidad (s¨®lo vascos o as¨ª) para demostrar al universo mundo, a?o tras a?o, que al final nos salvamos. Que nos salvemos hoy, pues es nuestro objetivo vital, como vascos y vascas, salvar esto, aquello, salvar lo de m¨¢s all¨¢.
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