El largo viaje de sir Salman
De lo indio a lo ingl¨¦s, reflexiona el narrador de Los versos sat¨¢nicos, hay una distancia inconmensurable. Para sir Salman Rushdie, "que recibe con humildad este gran honor" otorgado por la monarca de un pa¨ªs al que, en una ocasi¨®n, compar¨® con "un pescado ahumado, de sabor peculiar y lleno de espinas y huesos", ese viaje ha culminado con el t¨ªtulo de caballero. Habr¨¢ cr¨ªticas y defensas previsiblemente apasionadas. Alguien recordar¨¢ que Benjamin Zephaniah rechaz¨® el t¨ªtulo porque se negaba a entrar a formar parte del "club de los opresores", y los intelectuales de la revista Granta se apresurar¨¢n a ensalzar las virtudes humanas de la literatura y el imperio brit¨¢nicos.
Lo que importa aqu¨ª, en ¨²ltima instancia, no es la "gratitud", a la vez sublime y trivial, de un hombre; ni siquiera qu¨¦ significa, hoy d¨ªa, ser nombrado caballero. Seguramente, a todo el mundo le agrada que se le reconozca desde las alturas, incluso a los menos entusiastas. M¨¢s interesante resulta saber por qu¨¦ este 'honor' llega ahora y lo que el entusiasmo con el que Rushdie lo ha aceptado nos revela sobre la pol¨ªtica y las letras en nuestros d¨ªas, un material digno de sus mejores obras de ficci¨®n.
Resulta interesante saber por qu¨¦ este 'honor' llega ahora y lo que el entusiasmo de Rushdie nos revela sobre la pol¨ªtica y las letras hoy
El escritor anglo-indio ha renunciado a su propia interpretaci¨®n del deber del novelista: "desmentir las verdades oficiales"
Considerar que el t¨ªtulo de caballero es una muestra de apoyo "con retraso" de la clase dirigente brit¨¢nica es no comprender nada. Antes de la horrible condena a muerte proclamada por el ayatol¨¢ Jomeini, e incluso despu¨¦s de ella, Rushdie no habr¨ªa podido recibir jam¨¢s el apoyo de un sistema cuyos cimientos se hab¨ªa dedicado a socavar con su prosa despiadada y su brillante vena sat¨ªrica. Rushdie escrib¨ªa intensos ensayos sobre el racismo institucional, la condescendencia cultural, el thatcherismo, las leyes contra los inmigrantes, la nostalgia del Raj y el falso multiculturalismo en el que "un negro s¨®lo pod¨ªa integrarse cuando empezaba a comportarse como un blanco".
Con esa misma ferocidad criticaba tambi¨¦n a quienes, en los pa¨ªses postcoloniales y las comunidades de minor¨ªas ¨¦tnicas, se reafirmaban mediante el chovinismo, el fundamentalismo, la censura y la obsesi¨®n por la literalidad. Era necesario criticar a las fuerzas de la tiran¨ªa tanto en Occidente como en lo que no era Occidente, dejar claro que estaban hermanadas y maldecir a ambas. Desde la magn¨ªfica Los hijos de la medianoche hasta la fallida pero brillante El ¨²ltimo suspiro del Moro, esta implacable visi¨®n ¨¦tica constituye la base de las mejores novelas de Rushdie.
Por otro lado, sir Salman es, en parte, creaci¨®n de la fetua, un factor en la consolidaci¨®n del "choque de civilizaciones" que se ha ido alimentando a s¨ª mismo y que tan ¨²til ha sido para Bush y Osama Bin Laden. Empujado por el fanatismo a la clandestinidad y la desesperaci¨®n, Rushdie resurgi¨® bajo el sol de Nueva York poco antes de que se derrumbaran las Torres Gemelas. A partir de entonces, esos formidables poderes literarios iban a desplegarse a favor -ya no en contra- de un r¨¦gimen estadounidense que hab¨ªa proclamado su propio monopolio fundamentalista sobre los significados de "libertad" y "liberaci¨®n". El sir Salman reconocido por sus servicios a la literatura no es ning¨²n neocon, por supuesto, pero s¨ª simboliza una tendencia m¨¢s perniciosa: la de los intelectuales progresistas que han aceptado la idea de que los valores humanos, la tolerancia y la libertad son ideas que pertenecen fundamentalmente a Occidente y como tales hay que defenderlas.
Al apoyar ruidosamente las invasiones de Afganist¨¢n e Irak por motivos "humanitarios", condenar las cr¨ªticas a la guerra contra el terrorismo por ser muestras de "antiamericanismo caprichoso" y, sobre todo, alinear la tiran¨ªa y la violencia exclusivamente en el lado del islam, Rushdie ha renunciado a su propia interpretaci¨®n del deber del novelista: "Desmentir las verdades oficiales". Ahora nos recuerda a una creaci¨®n suya, Baal, el brillante poeta que se convierte en un escritorzuelo obligado a atacar a los enemigos de su se?or. No es casualidad que, privada de toda textura y complejidad, su obra de ficci¨®n se haya desvanecido, desde principios de los noventa, en un p¨¢ramo cr¨ªtico. La transformaci¨®n de este escritor tan sonoro y pertinente en un p¨¢lido corista es una tr¨¢gica alegor¨ªa de estos tiempos ignorantes, similar a las que, en otro tiempo, ¨¦l mismo sol¨ªa contar.
a.
Priyamvada Gopal es profesora de la Universidad de Cambridge y autora de Literary radicalism in India. ? Guardian News & Media Ltd 2007 Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapi
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