Jos¨¦ Ram¨®n Germ¨¤. Un optimista frente al c¨¢ncer
Es de una humanidad f¨ªsica y mental desbordante. Despu¨¦s de unas horas de compartir mesa y un paseo por la Rambla de Catalu?a, una tarde de primavera luminosa que invita a ser consciente de lo que vale la vida, es dif¨ªcil que no se contagie su optimismo vital. ?l ve la botella casi llena, pero no de aire, sino de datos comprobables y de esperanza. El c¨¢ncer no es ya una sentencia de muerte, ni siquiera cuando deriva en met¨¢stasis, y aunque es cierto que algunos tumores se resisten, las cosas, globalmente, han cambiado mucho en las tres d¨¦cadas que Jos¨¦ Ram¨®n Germ¨¤ Lluch lleva ejerciendo de onc¨®logo. Eso es lo que quiere transmitir en su libro El c¨¢ncer se cura (editorial Planeta), que ilustra con "50 historias reales de esperanza". Dotado de una capacidad de trabajo que roza lo sobrehumano, ha presidido la Sociedad Espa?ola de Oncolog¨ªa M¨¦dica y la Academia de Ciencias M¨¦dicas de Catalu?a y Baleares, es director del Plan Estrat¨¦gico del Instituto Catal¨¢n de Oncolog¨ªa y jefe de su servicio de Oncolog¨ªa M¨¦dica. Autor de m¨¢s de 150 art¨ªculos cient¨ªficos, su prop¨®sito es ahora, a los 57 a?os, convertir el ICO en un centro especializado, al estilo del Princess Margaret, de Toronto (Canad¨¢), en el que investigaci¨®n y asistencia vayan de la mano.
"Han surgido f¨¢rmacos extraordinarios. Los resultados que se han hecho con Herceptin en c¨¢ncer de mama son espectaculares"
"Hay dos clases de enfermos de c¨¢ncer, los que vienen derrotados y los luchadores. Los que lo afrontan mal, viven peor"
"El de Roc¨ªo Jurado es el prototipo de caso muy mal tratado. Se hizo de su enfermedad un espect¨¢culo lamentable"
Le gusta escribir casi tanto como leer. Pero es un lector absorbente, obsesivo. Se declara seguidor entusiasta del Nobel surafricano J. M. Coetzee, cuyas obras considera "una inyecci¨®n de moral", pese a ser el escritor "m¨¢s duro de estos tiempos". Desde luego, pocos pueden decir que han le¨ªdo 11 veces La edad de hierro, sobre la que Germ¨¤ hizo un ensayo para la sociedad de onc¨®logos inquietos a la que pertenece. "Despu¨¦s de leer a Coetzee, uno se siente bien consigo mismo. No queda lugar para la autocompasi¨®n", dice. Es de los que creen que si te viene la inspiraci¨®n es mejor que te encuentre trabajando, pero el insomnio tambi¨¦n le ayuda a veces a ordenar las ideas y a despejar caminos emboscados. Se le ve de naturaleza inconformista: en su mesa de trabajo, un mosquetero a caballo habla de su manera de andar por la vida. Porque en el fondo es un rom¨¢ntico, pero como tambi¨¦n es un cient¨ªfico, el resultado es una mezcla extra?a de gigante encarado a los molinos con la osad¨ªa del Quijote y el prudente realismo de Sancho.
El libro comienza con un caso espectacular, al estilo 'House': el de una hermosa joven de 25 a?os y ojos verdes que apenas puede respirar porque tiene los pulmones devorados por las met¨¢stasis. Pero su perspicaz nariz 'housiana' descubre que no es el tumor que parece, y la salva. ?No es una cierta concesi¨®n a la espectacularidad?
He de reconocer que me encanta la serie y que incluso en una reciente reuni¨®n cient¨ªfica organic¨¦ un onco-house que tuvo mucho ¨¦xito. Pero es cierto, quer¨ªa dar un golpe de efecto para explicar que a veces ocurren cosas que parecen imposibles: una chica joven, pr¨¢cticamente desahuciada, que te llega a las ocho de la noche por urgencias en una situaci¨®n desesperada, y resulta que no s¨®lo puedes hacer algo por ella, sino que llegas a curarla. Fue un caso ¨²nico que nos impact¨® mucho y que resume muy bien lo que quiero exponer en el libro: que por mal que est¨¦n las cosas, siempre hay que conservar la esperanza.
El c¨¢ncer se cura, pero todav¨ªa muere demasiada gente, ?no cree?
Sin duda. Pero yo he querido romper un mito sobre el c¨¢ncer que no refleja el enorme progreso que se ha hecho en los 30 a?os que llevo de profesi¨®n. No es un libro optimista, es un libro realista, en el que se dice, con datos de enero de 2006, que el 64% de los pacientes diagnosticados se cura. Pues bien, acabo de leer en una revista cient¨ªfica que ahora se cura el 65%. En un a?o hemos ganado un 1%. Puede parecer poco, pero si estamos hablando de 10 millones de personas en el mundo, se han salvado muchos miles de personas. Y si en Espa?a tenemos 160.000 casos, eso quiere decir que se han salvado 1.600 personas m¨¢s que el a?o anterior.
El tumor del que usted es especialista, el de test¨ªculo, es uno de los que han vivido una revoluci¨®n, y todo por un hallazgo casual, ?no es as¨ª?
S¨ª, as¨ª es. A finales de 1978, yo trabajaba en el hospital de Sant Pau y ten¨ªamos siempre dos o tres chicos ingresados en fase terminal por c¨¢ncer de test¨ªculo. Era estremecedor. Pero las cosas hab¨ªan empezado a cambiar 10 a?os antes, en un departamento de f¨ªsica, cuando se investigaba el efecto que ten¨ªa sobre una bacteria la aplicaci¨®n de una corriente el¨¦ctrica alterna. Por una serie de casualidades, ocurri¨® lo imprevisto: los electrodos por los que pasaba la corriente el¨¦ctrica eran de platino, y como el medio en el que operaban conten¨ªa cloro, al pasar la corriente se produjo una hidr¨®lisis especial de la que surgi¨® un producto que imped¨ªa que la bacteria se dividiese. La bacteria se hac¨ªa larga, larga, pero no se divid¨ªa. As¨ª surgi¨® el cis-platino, que ahora es uno de los f¨¢rmacos esenciales en el tratamiento del c¨¢ncer de test¨ªculo y otros tumores.
Pocas veces se han visto cambios tan radicales en el tratamiento de un tumor. ?Le impact¨®?
Desde luego, fue impresionante. Las primeras curaciones con cis-platino se publicaron a finales de 1978. Yo estaba en Inglaterra y los primeros tratamientos que dimos ya tuvieron resultados espectaculares. Pero al volver a Espa?a me encontr¨¦ con que no ten¨ªamos cis-platino, de manera que los enfermos ingresados se iban a morir igual. Habl¨¦ con dos compa?eros, un onc¨®logo y un farmac¨®logo, para ver qu¨¦ pod¨ªamos hacer, porque es muy desesperante saber que hay un remedio y no poder darlo. Pensamos que si era una f¨®rmula del siglo XIX, tal vez pod¨ªamos fabricarla nosotros mismos... Bueno, fue algo incre¨ªble... fueron a una joyer¨ªa, compraron hilo de platino y conseguimos hacer cis-platino en el propio hospital.
?No le parece sobrecogedor que la vida de alguien pueda depender, como en este caso, de que su m¨¦dico sea un inconformista?
As¨ª avanza a veces la medicina. Muy poco despu¨¦s, un laboratorio empez¨® a producirlo y pudimos administrarlo sin problemas. En 1980 presentamos los resultados de los 400 primeros enfermos tratados en Espa?a y ya pudimos constatar un ¨ªndice de curaciones del 80%. La imagen del ciclista Lance Amstrong ganando su s¨¦ptimo Tour de Francia despu¨¦s de haber superado un c¨¢ncer de test¨ªculos con met¨¢stasis es una prueba de que el c¨¢ncer ya no es una sentencia de muerte, ni siquiera cuando se extiende. En estos momentos, el ¨ªndice de curaciones de este tumor en los 70 hospitales espa?oles del Grupo Germinal, que yo coordino, es del 93,5%.
Es una l¨¢stima que los avances no sean m¨¢s homog¨¦neos, porque en el de pulm¨®n, que es de los m¨¢s frecuentes, el ¨ªndice de curaciones no supera el 15%. ?Qu¨¦ podemos esperar en los pr¨®ximos a?os?
Esta carrera se parece mucho a una competici¨®n de marcha: se avanza paso a paso, pero se puede llegar muy lejos. En los ¨²ltimos a?os han aparecido unos cuantos f¨¢rmacos extraordinarios. Los resultados de los ensayos que se han hecho con Herceptin en mujeres con c¨¢ncer de mama positivo a Her2 son espectaculares: ha reducido a la mitad las reca¨ªdas. Lo mismo ha ocurrido con el Glivec en la leucemia mieloide cr¨®nica, que antes ten¨ªa una expectativa de vida de cinco a?os y ahora ya tenemos supervivencias de quince, y todo con una simple pastilla al d¨ªa.
Las asociaciones de enfermos reclaman igualdad de oportunidades para acceder a los tratamientos experimentales. Ahora son una especie de loter¨ªa, pues depende del hospital que toque en suerte. ?Qu¨¦ opina?
Para los pacientes que han agotado las opciones terap¨¦uticas disponibles, existe efectivamente la posibilidad de que reciban tratamientos experimentales por la v¨ªa de participar en ensayos cl¨ªnicos, pero esto se ha de hacer de forma bien reglada, clara, de manera que sirva para ellos, pero tambi¨¦n para todos los que van a venir despu¨¦s. Y para eso es necesario seguir unos protocolos. Nosotros, en el Instituto Catal¨¢n de Oncolog¨ªa tenemos 17 hospitales asociados, que cubren el 40% de toda Catalu?a, y cualquier paciente de estos hospitales tiene las mismas oportunidades, porque los onc¨®logos de los centros comarcales comparten los proyectos con el hospital de referencia y conocen los ensayos cl¨ªnicos que est¨¢n en marcha.
?Esos ensayos no tienen una capacidad de admisi¨®n limitada?
Nosotros tenemos un criterio muy claro: nunca hacemos dos estudios para la misma indicaci¨®n, de manera que establecemos un tiempo de reclutamiento, y en ese periodo, todos los pacientes que cumplan los criterios de inclusi¨®n pueden entrar en el ensayo terap¨¦utico. Nuestra obligaci¨®n como onc¨®logos es buscar ensayos buenos para nuestros pacientes, no pacientes para los ensayos de la industria farmac¨¦utica. La decisi¨®n m¨¢s importante para cualquier centro es qu¨¦ ensayos acepta y cu¨¢les rechaza.
Pero la industria farmac¨¦utica intenta imponer sus reglas.
Es posible, pero mire, el a?o pasado, en el Instituto Catal¨¢n de Oncolog¨ªa de Hospitalet, rechazamos el 62% de los ensayos que nos hab¨ªan propuesto.
?Y qui¨¦n los ha terminado haciendo?
No lo s¨¦.
?Seguro que no lo sabe? ?Por qu¨¦ los rechazaron?
No todos se rechazaron porque fueran malos. En algunos hab¨ªa un estudio alternativo mejor, en otros, la metodolog¨ªa no era adecuada, y otros nos parec¨ªan demasiado comerciales. En todo caso, estamos seguros de que los que hemos aceptado son muy buenos para nuestros pacientes. A veces tendemos a culpar con exceso a la industria farmac¨¦utica de nuestros males, pero tambi¨¦n hay que reconocer que es el motor principal del desarrollo de nuevos f¨¢rmacos.
Para un paciente con diagn¨®stico de c¨¢ncer, el onc¨®logo se convierte en su tabla de salvaci¨®n. ?C¨®mo se defiende emocionalmente de esa presi¨®n?
Yo me implico bastante, no lo puedo remediar. Alguien me dijo en una ocasi¨®n que ten¨ªa que proteger mis fibras mioc¨¢rdicas, pero parece que mis fibras resisten. Lo importante es tener una visi¨®n global: porque es cierto que algunos pacientes se mueren, pero muchos otros se curan. E incluso en los que se mueren, puedes hacer mucho por ellos, entre otras cosas, pedir la ayuda de un compa?ero del equipo de cuidados paliativos. El onc¨®logo se ha de hacer cargo de sus pacientes hasta el final. Esto es important¨ªsimo.
Oy¨¦ndole, nadie dir¨ªa que fue usted a parar a oncolog¨ªa por causalidad.
Pues s¨ª, fue una elecci¨®n totalmente casual. Estaba pensando en convertirme en digest¨®logo, pero alguien me dijo que hab¨ªa unas plazas de oncolog¨ªa en el propio Sant Pau y tuve la inmensa suerte de encontrar a Pau Viladiu, que ha sido mi gran maestro y mi gran amigo. ?l nos inculc¨® no s¨®lo el rigor de una metodolog¨ªa de trabajo, sino la idea de que la medicina tiene que basarse en la humanidad y el respeto por el paciente. Yo era un chico bastante inquieto y encontr¨® una forma curiosa de convencerme. "Si te dedicas al c¨¢ncer, nunca te vas a aburrir", me dijo. Treinta a?os despu¨¦s, cada caso es para m¨ª una nueva experiencia, porque cada caso es diferente.
Y en esas diferencias, ?hasta qu¨¦ punto influyen los factores psicol¨®gicos? ?Pueden llegar a modificar la evoluci¨®n de la enfermedad?
S¨ª, claramente. Hay dos clases de enfermos: los que ya vienen derrotados y no son capaces de reaccionar ante el c¨¢ncer, y los luchadores. Yo no tengo datos que demuestren que ¨¦stos viven m¨¢s que los primeros, para eso tendr¨ªa que hacer un estudio randomizado. Es posible que los que lo afrontan peor vivan menos. En todo caso, viven peor. Yo lo tengo tan claro, que mi prioridad en las dos primeras visitas es hacerle ver al paciente que su actitud es crucial para el futuro que le viene encima.
Hay algo de lo que dice que me inquieta. Se est¨¢ repitiendo tanto que la actitud frente al c¨¢ncer es crucial, que muchos enfermos, cuando se sienten deprimidos, cansados o desanimados, adem¨¢s de sentirse mal, encima se sienten culpables de no ser suficientemente optimistas, de no tener m¨¢s ¨¢nimos. ?Alguien puede asegurar que el estado de ¨¢nimo est¨¢ separado de lo que ocurre en el organismo? ?No podr¨ªa ser una manifestaci¨®n m¨¢s del proceso biol¨®gico? ?No le parece injusto ese mensaje para los que no pueden hacer nada por dejar de estar deprimidos?
Honestamente, he de decir que no hab¨ªa pensado en ello. Hay formas muy diferentes de vivir la enfermedad, y no sabemos qu¨¦ relaci¨®n tienen los factores psicol¨®gicos y los biol¨®gicos, si la actitud puede contribuir o no a su curaci¨®n. Hay algunos estudios que indican que s¨ª, pero no son concluyentes. Desde luego, al onc¨®logo le va mejor que el paciente tenga una actitud positiva. En experimentos con ratones se ha demostrado que en situaciones de estr¨¦s, el tumor produce m¨¢s factores angiog¨¦nicos, es decir, es capaz de crear con m¨¢s facilidad nuevos vasos sangu¨ªneos que le permiten crecer. Tambi¨¦n est¨¢ claro que el estr¨¦s baja la inmunidad, y eso facilita la progresi¨®n del c¨¢ncer. Me costar¨ªa entender que con la cantidad de endorfinas y neurotransmisores que tenemos, dos estados tan diferentes como son tener mucha esperanza o carecer de ella no tuvieran algo que ver con alguna hormona relacionada con el crecimiento celular.
?Y qu¨¦ opina de las remisiones espont¨¢neas?
Que las hay. Aproximadamente, en la misma proporci¨®n que milagros en Lourdes. Yo he vivido dos casos y ahora estoy siguiendo un tercero. Los dos primeros, de c¨¢ncer de ri?¨®n, y este ¨²ltimo, de test¨ªculo. Pero yo creo que existe una explicaci¨®n y est¨¢ en la inmunidad. La mayor¨ªa de los casos descritos se dan en c¨¢ncer de ri?¨®n, de h¨ªgado y de piel, que est¨¢n muy relacionados con la inmunidad. Mi primer caso fue un paciente que lleg¨® ya con met¨¢stasis pulmonares, niveles alt¨ªsimos de calcio y una anemia tremenda. Ten¨ªa un pron¨®stico fatal. Aunque la literatura cient¨ªfica no lo aconsejaba, decidimos extirparle el ri?¨®n. Al cabo de un tiempo, al ver las radiograf¨ªas, pens¨¦ que me hab¨ªa equivocado, porque las met¨¢stasis se hab¨ªan reducido a la mitad. Pero no. A las cuatro semanas hab¨ªan desaparecido.
?Y el segundo?
El paciente era un m¨¦dico radi¨®logo y tambi¨¦n ten¨ªa met¨¢stasis pulmonares. Extirpamos el ri?¨®n y le trat¨¦ con interfer¨®n y una nueva quimioterapia que acababa de salir. Yo estaba muy contento porque funcionaba: las lesiones se iban reduciendo y al final desaparecieron del todo. Al cabo de bastante tiempo, un d¨ªa me dijo: "Jos¨¦ Ram¨®n, tengo que confesarte algo, pero me da mucha verg¨¹enza. ?Sabes?, nunca me tom¨¦ el tratamiento. No me inspiraba ninguna confianza".
?Y qu¨¦ explicaci¨®n le da?
La misma: que la extirpaci¨®n del ri?¨®n produce en algunos pacientes una reacci¨®n inmunitaria cuyos mecanismos desconocemos.
Este tipo de casos y el efecto placebo alimentan muchas veces opciones seudocient¨ªficas. ?Qu¨¦ opina de ellas?
Que pueden ser muy peligrosas, porque los tratamientos que no tienen base cient¨ªfica, no es s¨®lo que no hagan nada, es que pueden tener una enorme toxicidad. ?ste es el caso del tratamiento que promueve Antonio Bru con el factor G-CSF para estimular las colonias de granulocitos: tiene una serie de efectos muy nocivos. Sabemos que hay muertes asociadas a este tratamiento porque produce hiperviscosidad de la sangre.
En cambio, ¨¦l se presenta como una v¨ªctima del sistema m¨¦dico establecido.
Hoy en d¨ªa, nadie riguroso puede decir eso, porque existen todos los medios necesarios para poder demostrar cient¨ªficamente una hip¨®tesis. Pero muchos productos como ¨¦ste no prosperan porque no tienen base cient¨ªfica y adem¨¢s producen mortalidad.
?Hay mucho charlat¨¢n en oncolog¨ªa?
No, son casos excepcionales. Lo que s¨ª que hay son algunos centros en Espa?a, y no voy a dar nombres, que producen falsas expectativas.
?Para ganar dinero?
Dinero, fama, prestigio... Me pregunto, ?no son sin¨®nimos? Pues, saque usted la conclusi¨®n. Son centros privados, obviamente, y ganan mucho dinero.
?Qu¨¦ piensa un onc¨®logo que est¨¢ en primera l¨ªnea de investigaci¨®n cuando ve que pacientes como Roc¨ªo Jurado se van a Houston?
El de Roc¨ªo Jurado es el prototipo de caso muy mal tratado, desde muchos puntos de vista. Se hizo de su enfermedad y su muerte un espect¨¢culo lamentable. Pero ya empezamos a estar acostumbrados a que algunos famosos se vayan fuera, muchas veces para huir de la persecuci¨®n de los medios. Yo defiendo el derecho a una segunda opini¨®n, sea donde sea, aunque aqu¨ª tenemos especialistas suficientemente preparados para darla. Pero si hay alguien con suficiente poder adquisitivo como para cruzar el Atl¨¢ntico cada dos o tres semanas para recibir el mismo tratamiento que podr¨ªa recibir aqu¨ª...
Algunos viajan en busca de tratamientos experimentales.
Es posible que algunos f¨¢rmacos se prueben antes en Estados Unidos que aqu¨ª, pero no olvidemos que son experimentales, y por tanto, pueden tener efectos nocivos. S¨®lo el 7% de los que inician un estudio cl¨ªnico de fase I acaba comercializ¨¢ndose. Eso significa que hay una gran cantidad de f¨¢rmacos que se prueban y fracasan. En estos momentos hay 400 mol¨¦culas en investigaci¨®n, pero muy pocas de ellas acabar¨¢n comercializ¨¢ndose.
Se le nota una gran pasi¨®n por su trabajo. ?Cu¨¢nto tiempo le dedica?
Demasiado. Llego al hospital a las seis y media de la ma?ana y acabo alrededor de las ocho o las nueve de la noche. Pero tambi¨¦n es cierto que a partir de los viernes a las cuatro de la tarde, exceptuando alguna ma?ana de s¨¢bado o domingo que la dedico tambi¨¦n a preparar conferencias, el tiempo que me queda libre lo vuelco en lo que me ha vuelto loco toda mi vida: escribir, fotograf¨ªa, submarinismo, viajes de aventura...
?Qu¨¦ tipo de viajes?
Huy, he hecho cosas muy raras en esta vida. En 2003, por ejemplo, hice la bajada desde los Andes hasta el Atl¨¢ntico, a trav¨¦s del r¨ªo Santa Cruz: 500 kil¨®metros en canoa india. Tambi¨¦n he bajado el r¨ªo Zambeze, el de las cataratas Victoria; me gustan mucho las aguas bravas. Hace cuatro a?os hice la cima del Kilimanjaro, de 6.000 metros, por la ruta m¨¢s dif¨ªcil. Y me promet¨ª a m¨ª mismo hacer al a?o siguiente el pico m¨¢s alto de los Andes, el Aconcagua, pero no me vi en forma y decid¨ª esperar, pero cualquier d¨ªa lo intento.
Y todo esto, ?para compensar qu¨¦?
Pues supongo que me gusta porque genera otro tipo de adrenalina.
No ser¨¢ usted un "cazador de emociones".
Seguramente, s¨ª. No me gusta aburrirme. Intento siempre estar activo y hacer cosas interesantes, y sobre todo me gusta tener proyectos.
?Y sus hijos qu¨¦ dicen de tanta dedicaci¨®n a la profesi¨®n y tanta aventura?
Bueno, mis hijos me han echado en cara m¨¢s de una vez el que haya estado poco para ellos... El mayor tiene 33 a?os, y la peque?a, 24. Ninguno ha querido ser m¨¦dico, todos dicen que si hay que trabajar tanto, no compensa, pero creo que en el fondo me envidian un poco. He de reconocer que disfruto y que he tenido mucha suerte en esta vida, pero tambi¨¦n he trabajado mucho. Hice dos especialidades y en alg¨²n momento he llegado a tener seis empleos a la vez. Durante 11 a?os trabaj¨¦ de onc¨®logo en el hospital y de digest¨®logo en un ambulatorio de Sabadell. Pero no cambiar¨ªa nada de lo que he hecho.
?Y en el ¨¢mbito de las creencias? ?Tiene usted convicciones religiosas?
Yo prefiero hablar de ¨¦tica o de moral. La verdad es que a los 14 a?os estuve a punto de entrar en un seminario. Entonces viv¨ªa en Canarias, y los curas presionaban para que tomara la decisi¨®n, pero fue mi madre ? es muy cat¨®lica y yo siempre le digo que est¨¢ a la derecha de Benedicto XVI? la que dijo que no, que a esa edad no ten¨ªa conocimiento suficiente para decidir.
?Le est¨¢ agradecido?
S¨ª. Mi madre y yo tenemos una relaci¨®n curios¨ªsima. Es un amor competitivo. Mi madre es muy inteligente, siempre discutimos, siempre estamos en pugna. Tiene m¨¢s de ochenta a?os y acaba de salir de una enfermedad, pero es una de esas mujeres que dejan huella. Mi padre es una persona m¨¢s liberal. Vengo de una familia de comerciantes y soy el primer miembro de mi familia que tiene una carrera universitaria, y por supuesto, el primer m¨¦dico. No s¨¦ si tendr¨¢ que ver, que, a los seis a?os, mi madre me regal¨® una bata blanca, un fonendo y una jeringa, para que jugara...
Es que las madres tienen mucha influencia.
Esta m¨ªa, mucha. Voy a explicar algo que creo que ha tenido mucha importancia en mi vida: desde los nueve hasta los quince a?os, cuando viv¨ªamos en Canarias, mi madre me hac¨ªa acostar todos los d¨ªas a las nueve en punto de la noche y me ven¨ªa a levantar a las cinco de la madrugada. ?Todos los d¨ªas!
?Para qu¨¦?
Para que estudiara. Imagine: en bachillerato y con ese r¨¦gimen. Sacaba matr¨ªculas.
?Y no la odiaba por eso?
Je, je. En algunas ocasiones, odiarla no, pero s¨ª que pensaba que se estaba pasando? Ahora pienso que le debo a ella la gran capacidad de esfuerzo que tengo.
?Si es as¨ª, ha aplicado algo similar a sus hijos?
Hubiera sido incapaz. Vivimos en otra ¨¦poca. Creo que con ellos he pecado de un exceso de liberalidad. Mis hijos son m¨¢s inteligentes que yo, alguno de ellos much¨ªsimo m¨¢s, pero yo tengo mucha m¨¢s fuerza de voluntad, m¨¢s disciplina y una metodolog¨ªa de trabajo que no he sabido transmitirles. M¨¢s que fueran brillantes en los estudios, a m¨ª lo que me preocupaba es que mis hijos fueran buenas personas, que tuvieran valores. Pero el mundo hoy es tremendamente competitivo. Yo creo que los j¨®venes est¨¢n sometidos a un estr¨¦s tremendo. Pero tanto mis hijos como yo, le debemos mucho a mi mujer. Llevamos cerca de cuarenta a?os juntos y sin ella no hubiera hecho ni la mitad de lo que he hecho.
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