?Qu¨¦ ricos!
Para tratarse la depresi¨®n, los directivos del Barcelona recurrieron a la f¨®rmula que distingue a los potentados: levantaron la chequera y salieron de compras. Decididos a tirar la caja fuerte por la ventana, devolvieron el cava a la nevera, rescataron a Guardiola, juraron venganza y aprovecharon la confusi¨®n para saturar las jaulas de Can Bar?a con algunas de las piezas m¨¢s cotizadas del zoo internacional. Nunca Begiristain hab¨ªa trabajado tan r¨¢pido; en una semana de v¨¦rtigo, renov¨® el pasaporte, se afil¨® la nariz y atrap¨® a la vieja liebre Thierry Henry y a los lebreles Yaya Tour¨¦ y Eric Abidal sin salirse del mapa.
Mientras tanto, los directivos del Madrid se perd¨ªan en fastos, brindis, audiencias y besamanos. Luego segu¨ªan el protocolo convenido: se reun¨ªan en la sala de juntas, empapelaban a Capello con varios millones de d¨®lares y lanzaban al consigliere Pedja Mijatovic, vestido por alg¨²n sastre siciliano, contra la jaur¨ªa de periodistas locales.
Negro por dentro, el emisario blanco cumpli¨® ¨®rdenes lo mejor que pudo. Se puso el casco de gomina, se concentr¨® en su papel de Gran Gatsby, abri¨® la boca y atipl¨® la voz, do, re, mi, hasta recuperar su genuino acento yugoslavo. Acto seguido, se comi¨® tres art¨ªculos, dos verbos y el sapo de reglamento y dijo que los jefes le hab¨ªan dado la boleta a su defendido. Es cierto que los concurrentes no parecieron muy satisfechos con sus explicaciones, pero una vez m¨¢s aprovecharon el rato para fisgarle la manicura, para admirar el impecable tono camel de sus zapatos y para reconocer que, a pesar de las comisiones, la chaqueta nunca le tira de sisa.
Poco despu¨¦s, cada cual sub¨ªa a su tribuna para decir que los pr¨®ceres madridistas podr¨ªan haberse ahorrado el agua mineral: si se trataba de confesar que a¨²n no hab¨ªan conseguido la firma de Schuster, con una nota de prensa en condiciones se habr¨ªan ganado exactamente los mismos palos.
Aunque ya es demasiado tarde para rectificar, deber¨ªan aprender la lecci¨®n que Charles Tatum, el m¨¢s c¨ªnico de los reporteros de Willy Wilder, le dio a Harvey, su c¨¢ndido pupilo, en la pel¨ªcula El Gran Carnaval.
A su manera, Charly explicaba al muchacho el concepto de noticia.
-Hay 50 serpientes sueltas, 50. Una por una, las van eliminando. Cazan 10, 20. Tienen ya 40, 45, 49. ?D¨®nde est¨¢ la ¨²ltima serpiente? ?En una guarder¨ªa? ?En una iglesia? ?En un ascensor? ?D¨®nde?
-Me rindo. ?D¨®nde?
-En el caj¨®n de mi escritorio, amigo.
Si dos horas antes de despedir a Capello no ten¨ªan el contrato de Schuster guardado en el caj¨®n del escritorio, han actuado como aprendices.
En su exilio del T¨ªbet, Capello estar¨¢ recitando su mantra favorito.
-Que me manden la pasta, y all¨¢ pel¨ªculas.
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