La cruz roja, el cocinero de Perejil y la medalla de Madrid

"Cuando yo sea presidente del Gobierno, esas medallas ser¨¢n con distintivo rojo", le espet¨® Mariano Rajoy a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero al t¨¦rmino del agrio debate que ambos protagonizaron el pasado mi¨¦rcoles en el Congreso. Se supone que, para conceder la Cruz del M¨¦rito Militar con distintivo rojo a los seis militares espa?oles muertos en L¨ªbano, Rajoy modificar¨¢ el decreto que regula este tipo de condecoraciones, aprobado por el Gobierno que ¨¦l mismo vicepresid¨ªa en agosto de 2003.

Seg¨²n ese decreto, el distintivo rojo recompensa aquellas acciones en las que se acrediten "dotes significadas de mando, serenidad o iniciativa". Una caracter¨ªstica de los m¨¦todos terroristas -del coche bomba al tiro en la nuca- es que priva a sus v¨ªctimas de la posibilidad de defenderse. Nadie puede acreditar valor (o cobard¨ªa) si ni siquiera se le da la ocasi¨®n de hacerlo.

Es verdad que el PP no fue muy escrupuloso con la legislaci¨®n sobre recompensas militares. En 2003, el ministro Federico Trillo-Figueroa concedi¨® 65 cruces con distintivo rojo por la toma de Perejil. Fuentes militares aseguran que la generosidad lleg¨® al punto de condecorar al cocinero de un buque. Este extremo no est¨¢ confirmado, pero resulta imposible, dado el tama?o del islote, que todos los h¨¦roes de Perejil pusieran el pie en ¨¦l. Y, desde luego, ninguno dispar¨® un solo tiro.

Quienes s¨ª dispararon, hasta agotar el cargador, fueron los siete agentes del CNI muertos en Latifiya (Irak), frente a un enemigo mucho m¨¢s numeroso y mejor armado. Pese a ello, el PP les otorg¨® el distintivo amarillo, que ahora tanto denosta, y que premia aquellos hechos que, "comportando una especial conducta meritoria, tengan como consecuencia el fallecimiento en acto de servicio".

Ni el distintivo rojo ni el amarillo conllevan recompensa econ¨®mica alguna. Su valor es meramente moral. Otorgar el distintivo rojo a quien no le corresponde o el amarillo a quien no lo merece no hacen sino devaluarlos.

Cuando el PP intenta asociar el distintivo rojo a la guerra olvida que su propia reforma acab¨® con esta identificaci¨®n porque, como dec¨ªa el pre¨¢mbulo del decreto, las guerras ya no son lo que eran.

Peor a¨²n es hacer partidismo con los muertos. Como la Comunidad de Madrid, que ya ha dado su medalla de oro a los seis soldados fallecidos en L¨ªbano y, en cambio, ha negado cualquier reconocimiento a los militares madrile?os muertos en el accidente del Yak-42.