De paz; no pac¨ªficas
Espa?a est¨¢ haciendo un notable esfuerzo en operaciones militares internacionales, con dolorosos sacrificios como la muerte de seis militares en un atentado terrorista en el sur de L¨ªbano. Las tropas espa?olas realizan estas misiones por solidaridad y por inter¨¦s nacional e internacional. Pero en opini¨®n de algunos aliados, este pa¨ªs no est¨¢ logrando traducir este esfuerzo y sacrificio en influencia pol¨ªtica. Plantearlo no es un acto ego¨ªsta, sino que permite, por ejemplo, ejercer con m¨¢s peso en la OTAN la cr¨ªtica (importante estos d¨ªas entre los aliados) a los bombardeos con v¨ªctimas civiles en Afganist¨¢n por parte de fuerzas de la Operaci¨®n Paz Duradera, diferente de la de la ISAF, de reconstrucci¨®n, llevada por la Alianza Atl¨¢ntica.
Los tres escenarios donde Espa?a tiene m¨¢s tropas son todos delicados: Kosovo, donde en semanas o meses (cuatro o seis) puede declararse la independencia; L¨ªbano, donde adem¨¢s de interponerse entre Israel y Hezbol¨¢, las fuerzas espa?olas (y las dem¨¢s) tienen ahora que defenderse de ataques terroristas de grupos vinculados a Al Qaeda; y Afganist¨¢n, una guerra fallida en la que los bombardeos (no siempre norteamericanos) contra talibanes y militantes de Al Qaeda est¨¢n matando a civiles, volviendo a la poblaci¨®n en contra del contingente internacional y contribuyendo a su impopularidad local que se suma a la del propio presidente afgano, Hamid Karzai. ?Puede Espa?a marcharse de estos tres escenarios? No, porque est¨¢n en juego intereses generales, y en el caso de Afganist¨¢n, proyectos regionales de reconstrucci¨®n que no dependen s¨®lo de los militares. En todo caso el debate interno a ras del suelo, si no m¨¢s bajo, contribuye a debilitar la posici¨®n internacional de Espa?a.
?Son guerras? Hay un intento de afirmarlo para equiparar estas actuaciones con la participaci¨®n espa?ola en su d¨ªa en la guerra de Irak. El mandato es muy diferente: la legitimidad que aportan resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o, en el caso de Irak, la falta de resoluci¨®n para la invasi¨®n. Otras posteriores lo que hicieron fue enmarcar la realidad de una ocupaci¨®n (aunque ahora no lo sea formalmente). Pueden considerarse operaciones de paz, m¨¢s no pac¨ªficas. M¨¢s bien, como se ve, lo contrario, y por eso se env¨ªan fuerzas armadas. Justamente para evitar esta confusi¨®n, en los ejercicios de prevenci¨®n de crisis de la OTAN y la Uni¨®n Europea se ha acu?ado una nueva terminolog¨ªa para estos casos, en los que la comunidad internacional tiene que intervenir en conflictos con misiones que no son propiamente s¨®lo de paz (mantenimiento o imposici¨®n) ni de guerra en el sentido cl¨¢sico: se llaman operaciones para "generar estabilidad, seguridad, desarrollo, propiedad y establecimiento de instituciones con una integraci¨®n de esfuerzos".
Puede parecer complicado, pero no lo es, cuando el reto verdadero no es s¨®lo la paz o la guerra, frente a actores, a menudo, no convencionales ni estatales, que conllevan terrorismo e insurgencia, sino evitar que los Estados en los que se interviene acaben en fallidos. En Afganist¨¢n, el objetivo no es establecer una plena democracia, sino un pa¨ªs que funcione m¨¢s o menos para que no exporte su inestabilidad (ni sus drogas). En L¨ªbano hay otros objetivos, complicados debido a otros acontecimientos en una zona, que se han complicado con el aislamiento de la franja de Gaza bajo Ham¨¢s, y en donde los conflictos se interrelacionan.
En el fondo, salvo por razones jur¨ªdico-formales, importa poco que sean guerras o no, pues los retos no cambian por ello. Lo que se entiende menos es que porque hayan muerto seis militares espa?oles en L¨ªbano, Espa?a retrase el env¨ªo de 50 instructores militares a Afganist¨¢n donde nuestra contribuci¨®n militar ha pasado del 5? al 12? puesto debido a que otros pa¨ªses han incrementado la suya. O que se retrase la asunci¨®n rotatoria por Espa?a del Estado Mayor de la ISAF hasta despu¨¦s de las elecciones generales. Tampoco contribuye a la imagen de seriedad de Espa?a la decisi¨®n de Rodrigo Rato de abandonar su cargo al frente del FMI antes de tiempo. A Espa?a no le sobran en estos momentos puestos internacionales de relevancia ni de peso.
aortega@elpais.es
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