¡°O¨ª la explosi¨®n y fui enseguida¡±
Un enorme despliegue de seguridad rodea el lugar del atentado
Apenas una mancha de tierra calcinada da testimonio del atentado que el pasado lunes arrebat¨® la vida a siete turistas espa?oles y dos de sus conductores yemen¨ªes en Mareb. Esparcidos por el suelo queda la carcasa de un espejo retrovisor, un trozo de parachoques, un logo de Toyota y varios guantes de l¨¢tex usados por los polic¨ªas que investigan el ataque. Cualquier resto susceptible de proporcionar alguna pista fue trasladado el martes a San¨¢, donde ayer pudieron ser inspeccionados por el equipo espa?ol desplazado a Yemen.
"O¨ª la explosi¨®n y fui enseguida", relata Abdu-Rabbo Salem Buraihma, un joven ingeniero que perdi¨® a un primo en el atentado. "Trabajaba como conductor y al ayudar a sacar a las v¨ªctimas, enseguida me percat¨¦ de que era ¨¦l", a?ade. Ahmad Ali Buraihma ten¨ªa 18 a?os y conduc¨ªa el segundo veh¨ªculo. El viejo Toyota beis del terrorista suicida impact¨® de lleno entre el segundo y el tercer coche del convoy en el que se desplazaban los 13 espa?oles, justo detr¨¢s de la escolta policial. Estallaron entonces los explosivos que hasta entonces hab¨ªan permanecido ocultos bajo unos sacos de forraje.
"Eran las 17.10 del lunes cuando los espa?oles salieron del templo de Bilquis. Al incorporarse a la carretera, el primer veh¨ªculo [tras el de la escolta policial] tuvo que frenar para ceder el paso a un coche que ven¨ªa a gran velocidad de Mareb y que en lugar de seguir, se empotr¨® contra ellos", explica el general Mohamed al Ghadra en el lugar del suceso. A partir de ah¨ª, la informaci¨®n comienza a ser contradictoria.
Al Ghadra, que es el m¨¢ximo responsable de la seguridad en Mareb, desconoce cu¨¢ntos kilos de explosivos se utilizaron. Asegura sin embargo que no es cierta una informaci¨®n publicada por el peri¨®dico del Ej¨¦rcito, seg¨²n la cual la polic¨ªa ha encontrado un Suzuki Vitara que los agentes que escoltaban a los turistas (y que tambi¨¦n resultaron heridos) vieron observando al coche bomba. Tambi¨¦n niega que el suicida rondara el templo y preguntara por los turistas antes del ataque.
M¨¢s delicadas parecen las supuestas decenas de detenciones realizadas hasta el momento. La filtraci¨®n fue desmentida con rotundidad por el ministro del Interior yemen¨ª. Sin embargo, el peri¨®dico militar aseguraba ayer que hab¨ªa "varios sospechosos" arrestados en todo el pa¨ªs. Al Ghadra se escapa por las ramas. "Prosigue la investigaci¨®n y todos aquellos sospechosos de estar implicados ser¨¢n detenidos", zanja el general.
Tampoco est¨¢ claro qu¨¦ nuevas medidas ha tomado Yemen para garantizar la seguridad de los turistas. "Hemos reforzado las medidas para que no vuelva a producirse algo as¨ª", defiende sin enumerar ninguna concreta. Parece que se han multiplicado los controles entre San¨¢ y Mareb, a pesar de lo cual la visita de los periodistas, que las autoridades yemen¨ªes retrasaron durante 24 horas, se organiz¨® en helic¨®ptero militar. All¨ª, la presencia de las fuerzas de seguridad es igual a la de civiles armados, una costumbre que las tribus no est¨¢n dispuestas a abandonar y mucho menos en esta regi¨®n con poca presencia del Estado.
El despliegue de seguridad convierte a los informadores en foco de atenci¨®n. Abre la comitiva un coche de la polic¨ªa, le sigue una furgoneta militar con una ametralladora montada que barre la carretera en zigzag, luego el minib¨²s con los informadores, un blindado ligero, otra furgoneta y, finalmente, una ambulancia.
Una protecci¨®n similar rodea el templo de Bilquis, el gran atractivo de la regi¨®n y junto al que sucedi¨® la tragedia. Hay un soldado cada 100 metros. Todo ser¨¢ insuficiente mientras las im¨¢genes del atentado sigan frescas. Aunque Al Ghadra afirma que unos alemanes visitaron el lugar al d¨ªa siguiente, el guardi¨¢n lo desmiente. Las 66 habitaciones del hotel Bilquis de Mareb permanecen vac¨ªas desde que el ministro de Turismo, Nabil al Faqih, entreg¨® las pertenencias de las v¨ªctimas al embajador espa?ol. Unos italianos que ten¨ªan reserva para ayer llamaron para cancelar.
"Se han cargado la temporada hasta octubre, y despu¨¦s ya veremos", conf¨ªa en San¨¢ Mahmud al Shaibani, director general de Universal, la principal mayorista de viajes yemen¨ª, rodeado de e-mail y faxes con anulaciones.
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