El giro suicida que destruy¨® una familia
Los familiares del matrimonio y el ni?o de tres a?os fallecidos en Toledo creen que el 'kamikaze' sab¨ªa que iba en sentido contrario
Santiago Navarro se conoc¨ªa palmo a palmo la carretera de Extremadura. A sus 67 a?os, la hab¨ªa recorrido cientos de veces para huir de Madrid, la ciudad en la que resid¨ªa y trabajaba, y regresar a San Esteban del Valle, su pueblo de toda la vida. El pasado martes, Santiago enfil¨® una vez m¨¢s la A-5 con su Renault Laguna. A su lado, como siempre, estaba su esposa, Mar¨ªa Milagros Buitrago, un a?o menor que ¨¦l. Atr¨¢s, sentado en su silla reglamentaria, viajaba Miguel ?ngel, su nieto de tres a?os. Eran las ocho de la tarde y a¨²n hab¨ªa luz. De repente, se le apareci¨® un Ford Mondeo que circulaba en sentido contrario. Santiago no lo pudo esquivar y los tres ocupantes del coche murieron en el acto.
"A esas horas, en siete kil¨®metros te cruzas con 40 o 50 coches como m¨ªnimo", dice el padre del menor, que espera que el infractor "lo pague"
La familia de los fallecidos, cuyos cuerpos fueron incinerados el mi¨¦rcoles en el tanatorio de Alcorc¨®n, sigue sin encontrar una explicaci¨®n a la tragedia. Los padres del peque?o ten¨ªan previsto acudir este fin de semana a San Esteban para reunirse con sus hijos. Sol¨ªan ir cada 15 d¨ªas, aunque desde que terminaron las clases los ni?os se hab¨ªan instalado all¨ª con sus abuelos.
El matrimonio y su nieto hab¨ªan acudido a Madrid el lunes porque Santiago ten¨ªa que ir al m¨¦dico. En el pueblo se qued¨® su hermano mayor, Daniel, de ocho a?os. A Miguel ?ngel, un cr¨ªo "alegre y bullicioso", se lo llevaron "para que no diera guerra", recuerda su padre, ?ngel. Pensaron que sus familiares ya ten¨ªan suficiente con un chaval a su cargo. Los tres hicieron noche en la capital, y el martes por la tarde regresaron a San Esteban. Sus idas y venidas al pueblo eran m¨¢s frecuentes que anta?o, porque Santiago y Milagros llevaban un a?o jubilados. "Ya ten¨ªan ganas", recuerda ?ngel. Tras "cuarenta y tantos a?os" levant¨¢ndose a las cinco de la ma?ana para vender peri¨®dicos en su quiosco de la calle de Cea Berm¨²dez, comenzaban a disfrutar de su pueblo. Y de sus nietos.
"No tengo palabras para explicar lo que siento", afirma ?ngel, que no deja de darle vueltas al c¨²mulo de casualidades que situaron a su hijo y sus suegros en el camino de la muerte. En una carretera, de todos modos, "nada peligrosa, sin curvas cerradas ni puntos negros". Adem¨¢s, Santiago era un conductor prudente. Cuando ocurri¨® el choque, llevaba puesto el cintur¨®n de seguridad, como su mujer y su nieto. "Pero no ha servido de nada. Cuando ves por televisi¨®n accidentes como ¨¦ste, siempre piensas que no te va a pasar a ti".
Santiago, Milagros y Miguel ?ngel estaban a punto de alcanzar el kil¨®metro 74 de la A-5 cuando se encontraron de frente con el Ford Mondeo. Al volante iba Guillermo Labrado G¨®mez de las Heras, un profesor de Secundaria de 51 a?os. La Guardia Civil sigue inmersa en la investigaci¨®n del suceso, aunque la Delegaci¨®n del Gobierno en Toledo inform¨® de que el presunto kamikaze recorri¨® siete kil¨®metros en sentido contrario tras incorporarse a la A-5 en el kil¨®metro 80. S¨®lo ¨¦l sabe si fue un descuido o una maniobra suicida. Pero ?ngel no cree que alguien sea capaz de cubrir una distancia semejante, a una hora "en la que te cruzas con 40 o 50 coches como m¨ªnimo", sin percatarse de que algo va mal: "No s¨¦ si iba borracho, pero me parece incre¨ªble que no se diera cuenta".
El choque se produjo a la altura de la localidad toledana de Maqueda, cuyo alcalde, Esteban R¨ªos, s¨ª est¨¢ convencido de que el automovilista estaba ebrio. R¨ªos lleg¨® a la autov¨ªa en el momento en el que los bomberos extra¨ªan de la chatarra al supuesto suicida. No deb¨ªa estar muy preocupado por el accidente que acababa de provocar, "porque lo ¨²nico que se le ocurri¨® fue pedir un cigarrillo. Estaba bebido y ol¨ªa a alcohol", recuerda el alcalde, que asegura que los sanitarios le informaron de que el control de alcoholemia hab¨ªa dado positivo.
Adem¨¢s, R¨ªos pone en duda que Guillermo Labrado se incorporara a la autov¨ªa en el kil¨®metro 80, porque un vecino de Maqueda, minutos antes, tuvo que esquivar el Mondeo en el kil¨®metro 82. "Debi¨® entrar en el 88", donde se ubica la salida que lleva a Erustes, el pueblo donde reside el profesor. En ese mismo acceso, explica R¨ªos, hay una zona de restaurantes y clubes de alterne.
Guillermo Labrado daba clases de Secundaria en el colegio Cervantes de Talavera de la Reina (Toledo), y ten¨ªa alquilada una casa en Erustes en la que cada vez pasaba m¨¢s tiempo, sobre todo desde que se separ¨® de su mujer, profesora en el mismo centro, con la que tiene dos hijas. Tras sufrir un infarto de miocardio, Labrado se pas¨® el primer trimestre de baja. El segundo regres¨®, y sus compa?eros de trabajo dieron por hecho que se hab¨ªa reconciliado con su esposa. "Entraban juntos al colegio y parec¨ªa que las cosas se hab¨ªan arreglado", se?al¨® uno de los docentes, que confirm¨® que Labrado estaba intentando superar sus problemas de alcoholemia: "Eso s¨ª, jam¨¢s ha ido bebido al colegio", matiz¨®. Una vecina de Erustes, sin embargo, coment¨® que el causante del accidente, en ocasiones, dejaba el coche mal aparcado, incluso en medio de la calle, "y sol¨ªa ir bastante ebrio".
Labrado segu¨ªa ayer en la UVI del Hospital Nuestra Se?ora del Prado de Talavera de la Reina (Toledo). Cuando se reponga, deber¨¢ rendir cuentas ante la justicia. Los padres del menor fallecido se reunir¨¢n hoy con un abogado para comenzar a preparar las acciones legales pertinentes. "Ya no nos devolver¨¢n a nuestro hijo, pero al menos, que lo pague de alguna manera".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.